XXXVII formas del deseo

El productor de cine y videasta Rafael Cabellos (Lima, 1969) ha publicado hace poco su primer poemario XXXVII formas del deseo (2023), en el que reúne poemas escritos a lo largo de 30 años. Son textos en su mayor parte breves, sin títulos y de versos cortos, que exploran la complejidad de la existencia humana, la búsqueda de la felicidad, el poder de las palabras y la importancia de las conexiones humanas en un mundo marcado por la alienación y las barreras sociales.

Cabellos aborda todos esos temas empleando un lenguaje sencillo, tanto por las palabras como por la estructura del discurso. El autor dice, en la pequeña nota introductoria de los poemas que el origen de algunos de estos textos está en las canciones que componía, junto con su hermano. Eso es notorio en algunos de los mejores poemas, como en “Camión”, en el que recuerda a un compañero de infancia, más pobre y víctima de bullying: “Los chicos le decían Camión / por la forma de su cabeza. / Yo no lo entendí hasta que vi un camión / de esos de madera. Era idéntico a él”. La conclusión invierte los términos de esa relación “Ojalá que Camión haya conocido el amor, / tenido hijos y tal, cosa que no / me sucedió a mí”.

En el prólogo del libro el poeta Daniel Soria explica el título del libro: “La naturaleza del deseo es multiplicar sus objetos para depositar en ellos la responsabilidad de los perpetuos amagues del sujeto… que velan un único propósito: durar”. Y una de las formas de lograr esa duración, acaso más allá de la vida, es a través del poder de las palabras, la propia poesía. Por eso hay en este libro tantos textos que pueden asumirse como artes poéticas, y de muy diversos tipos. Pero dado que uno de los ejes del poemario, es la importancia de la comunicación entre semejantes, el "poema ideal" que propone Cabellos es la “carta flor”: “...un enjambre de pétalos amarillos que yo te entrego porque no he aprendido a preferir las flores y porque no sé bien por qué la escribo ni sé descifrar su enigma y su aura”.

Al tratarse de poemas que Cabellos ha escrito en muy diversas etapas de su vida, los textos a veces parecen hasta contradictorios (hay un arte poética que se inicia con el verso “Muerte a ti, maldita pluma…” y que concluye que la poesía es una “…religión falsa que no necesita amor para existir”). Por eso también el libro, como coinjunto, resulta un tanto irregular, con grandes diferencias en la calidad de algunos textos. Pero casi siempre el lenguaje conciso y directo resalta la intensidad de las experiencia descritas, y la complejidad de las emociones que se quiere transmitir al lector. Como muestra, copio el último poema del libro:


XXXVII

Ansioso hasta la aflicción
Siento escabullirse
La vida que deseo
Pero apenas despierto
Me prendo
Correcto hasta la náusea
Del nuevo día de Dios
En una oficina.


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