Los cuentos de Antonio Gálvez Ronceros


Antonio Gálvez Ronceros (Chincha 1932-2023) es considerado con justicia como uno de los mejores cuentistas peruanos del siglo XX. Formó parte de aquel importante grupo de escritores reunidos en torno de la revista Narración (Gregorio Martínez, Oswaldo Reynoso, Miguel Gutiérrez y otros), y su primer libro Los ermitaños (1962) fue un sorprendente conjunto de cuentos en el que mostraba no sólo un adecuado manejo de las técnicas narrativas más modernas sino también un profundo conocimiento del lenguaje y la cultura de nuestros campesinos. Esa honesta exploración del lenguaje popular alcanzaría un mayor desarrollo en su segundo libro de relatos aparecido originalmente en 1975: Monólogo desde las tinieblas.

Dejando de lado ciertas audacias técnicas, Gálvez Ronceros intentó en su Monólogo... captar la peculiar oralidad del lenguaje de sus personajes, los miembros de las comunidades de campesinos afroperuanos de su provincia natal, incluyendo todo el humor y la picardía de la que esta población suele hacer gala en su vida diaria. Retrató su forma de hablar de una manera “fotográfica”: “Dile que él no sabe agadá lampa, que su cintura se quierba como carizo pordrido y se le ariscan la mano como la jeta del buro”. Y aunque la fluidez de la narración, lo divertido de las anécdotas y los frecuentes juegos de palabras parezcan indicar lo contrario, hay detrás de estos textos un paciente y esmerado trabajo con la prosa (característico en toda la obra del autor), que resalta la musicalidad y belleza de esta forma de habla popular.

Este trabajo con el lenguaje, valioso e interesante por sí mismo, es además una puerta de acceso a la cultura, costumbres y mitos vigentes en aquella comunidad campesina. El relato “La creación del mundo” es sumamente expresivo al respecto, pues resulta una especie de “Génesis afroperuano”, una explicación de la creación y el porqué de ciertas cosas: “Dicen quial pirncipio e toas las cosas la tierra etaba vacía y se conjundía con el fimamento en una ocuridá muy prieta. Pero elepíritu de Dio, que año tras año veía dede ariba lo mimo, no aguantó má y se vino volando a hacé las cosas”. Y No faltan en el libro ciertos elementos propios del “realismo mágico” (en el cuento “Octubre”, por ejemplo), corriente narrativa dominante en toda Latinoamérica durante la década del setenta.

La siguiente etapa en la obra narrativa de Gálvez Ronceros estaría marcada por un mayor énfasis en el carácter didáctico e ideológico de los relatos, sacrificando un tanto la calidad literaria. El libro Historias para reunir a los hombres (1988) es representativo de esa etapa: relatos breves y brevísimos con un fuerte contenido social. Tras quince años de silencio, Gálvez Ronceros publicó su siguiente libro de cuentos Cuaderno de agravios y lamentaciones (2003), un conjunto de once relatos once relatos que remiten a situaciones cotidianas en la vida de la gente más pobre, situaciones en las que se hacen evidentes las grandes injusticias en que está fundado el orden social actual. Pero esta vez la intención del autor es trascender la simple denuncia para ofrecer alternativas de solución basadas en la unión y solidaridad entre los pobres. “Siete y media” es un cuento emblemático de esta etapa de la obra de Gálvez Ronceros, pues nos presenta a cuarenta obreros en un ómnibus que levantan sus voces para que se respete su derecho a una tarifa de pasaje especial.

Ya retirado de la docencia universitaria, que ejerció durante gran parte de su vida Gálvez Ronceros presentó el que sería su último libro de cuentos: La casa apartada (2016), seis relatos que tienen como principal rasgo en común su voluntad de retratar la vida en las más pequeñas ciudades del interior del país, especialmente del ámbito rural, siguiendo la línea de Monólogo…, en la mayoría de los cuentos priman el humor y el manejo lúdico del lenguaje, como en el relato que da título al libro (aparentemente una historia de horror) el cuento “Lecturas extravagantes. Pero el resto de los relatos están más centrados en lo asombroso de las historias y en el estrecho vínculo entre los hombres y los animales: “¿Recuerdas?”, “Un perro en la noche” y“Jacinto y manfreda”, con su muy peculiar triángulo amoroso. El libro concluye con“La madrugada triste”, un relato policial en toda la regla y sin un atisbo de humor.

El rasgo más característico de toda la narrativa de Gálvez Ronceros es el cuidadoso trabajo con el lenguaje, especialmente la musicalidad y creatividad, por lo que la crítica suele considerarlo dentro de los cuentistas con vocación lírica (en la línea de Juan Rulfo y Vargas Vicuña, por ejemplo). Esa labor de orfebre, valiosa e interesante por sí misma, le sirvió también al autor. como ya se ha señalado, como una puerta de acceso a la cultura y costumbres de los personajes, pertenecientes a los sectores marginados y más pobres de nuestra población.

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