Bird 100: El centenario de Charlie Parker


 Cada cierto tiempo aparecen en el mundo de la música personas dotadas de un talento casi sobrenatural, que renuevan géneros y estilos, pero cuyas vidas terminan demasiado pronto. Wolfgang A. Mozart murió a los 35 años; Jimi Hendrix a los 27. A esa estirpe pertenece Charlie Parker (1920-1955), el saxofonista que renovó el jazz a mediados del siglo XX, convirtiendo ese popular género musical –relacionado entonces con las fiestas y el baile– en una de las expresiones artísticas más libres y creativas de nuestro tiempo. Por eso el centenario de Charlie Parker, bajo el lema “Bird 100” (bird, “pájaro”, es el apelativo con el que siempre se ha conocido a este músico), es una de las efemérides culturales más importantes de este año en Estados Unidos, su patria, y en todo el mundo.

Ars longa, vita brevis (El arte es grande, la vida es breve). La deslumbrante trayectoria artística de Parker y su trágica historia personal han sido contadas numerosas veces en la literatura y el cine. Clint Eastwood lo hizo en la película Bird (1988), con la que logró el reconocimiento en su faceta de director; y el escritor argentino Julio Cortázar lo hizo en el relato El perseguidor (1959).  Charles Christopher Parker nació en Kansas City, el 29 de agosto de 1920, en el seno de una familia afroamericana. Desde muy pequeño se aficionó a la música, a los instrumentos de viento, al principio la tuba y, a partir de los once años, el saxofón. A los 15 años decidió dedicarse de lleno a la música, abandonando el colegio; postuló a varios conservatorios para educarse musicalmente, pero en ninguno fue admitido. Así que fue un autodidacta: se formó escuchando a los jazzistas de la generación anterior, como Lester Young; y practicando, según contó él mismo, hasta 15 horas por día.

A los 16 años Parker ya se presentaba en pequeños clubes de su ciudad natal. Pronto se hizo conocido y comenzó a viajar por todo el estado, con diversas bandas. En uno de esos viajes, en 1936, tuvo un grave accidente automovilístico, y terminó con una fractura en la columna. A partir de entonces comenzó a consumir diversos analgésicos, lo que se convertiría en una adicción que después lo llevaría a otras. Un par de años después estaba radicado en Nueva York, trabajando de lavaplatos y tratando de integrarse a la brillante escena musical de esa ciudad. Fue ahí que conoció a quienes serían sus compañeros en la revolución del jazz, con los que creó el movimiento bebop: el trompetista Dizzy Gillespie, los pianistas Thelonius Monk y Bud Powell, y el baterista Max Roach, entre otros.

Es difícil explicar en qué consistió esa revolución. El jazz siempre ha tenido uno de sus ejes en la improvisación de los músicos; pero en lo melódico esa improvisación estaba, de alguna manera, limitada a las notas de los acordes principales de la canción. Es decir, si existen doce notas musicales, solo se podía usar siete de ellas, o a veces cinco (los solos más simples, como los del rock and roll). El bebop, mediante alteraciones y saltos en las escalas musicales, llega a emplear las doce notas: una libertad total para crear las melodías más diversas y originales a partir de una estructura musical más o menos simple (el bebop casi siempre utiliza canciones conocidas, a las que transforma radicalmente). Y Parker no solo fue uno de los inventores de estos recursos, sino también su representante más original y brillante. Sus solos de saxofón fluían con la libertad y belleza del canto de los pájaros, lo que hizo que muchos comenzaran a llamarlo Bird (aunque el sobrenombre tiene otro origen).

Se suele considerar que el periodo de madurez artística de Parker se inicia en 1944, con los álbumes The Immortal Charlie Parker, Bird: Master Takes y Encores. En 1945 grabaría otros cinco, y también participó en la que es considerada “la mejor sesión de jazz de la historia”. Pero en 1946 comienzan a agravarse sus problemas con las drogas, y pasa una temporada en un hospital psiquiátrico de California. Al salir volvió a su mejor forma artística, y grabó una gran cantidad de discos, entre ellos The bird returns (1948, El pájaro regresa). Mantiene ese intenso ritmo de trabajo hasta inicios de la siguiente década, cuando vuelve a tener problemas por sus adicciones. En 1954, ante la muerte de su hija de tres años de edad, Parker intentó suicidarse dos veces. Finalmente murió el 12 de marzo de 1955, como consecuencia de una pulmonía. Se suele recordar que un médico calculó que Parker tenía entonces unos 60 años de edad, por lo deteriorado de su cuerpo. En realidad solo tenía 34 años.

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