Alexander von Humboldt en el Perú
En 1802, el científico alemán Alexander von Humboldt (1769-1859) llegó al Perú, atravesando los Andes, para recorrer nuestro país entre los meses de agosto y diciembre de ese año y realizar importantes descubrimientos acerca de nuestra geografía, geología, flora y fauna. Un par de años después, Humboldt anunció tener en proyecto un libro sobre aquel viaje, pero nunca llegó a escribirlo. Para llenar ese vacío, el reconocido investigador y crítico literario Estuardo Núñez (Lima, 1908), autor de Viajes y viajeros extranjeros en el Perú y una autoridad en el tema, recopiló hace medio siglo los escritos del científico alemán sobre el Perú. Ese libro, corregido y aumentado, se volvió a publicar con el título de Alexander von Humboldt en el Perú (BCR, 2002), y con motivo del bicentenario de tan importante visita.
Basándose en el diario de viajes de Humboldt, Núñez sigue el recorrido del científico y su comitiva —naturalistas y expertos dibujantes, entre los que figuraba el francés Aimé Bonpland— tanto por la sierra entre Ayabaca y Trujillo, la costa entre Trujillo y Lima, y el mar peruano. Se trata de crónicas en las que el autor narra los sucesos de su viaje y describe detalladamente todo lo que ve y puede medir con sus instrumentos, ya sea la naturaleza (ríos, cerros, plantas, animales) o las costumbres, viviendas y actividades económicas de los nativos. Y aunque en estas páginas no da muestras de ninguna pretensión literaria, Humboldt resulta un excelente cronista, con una amplia formación humanística y científica, y poco comunes capacidades de observación y deducción.
El libro se complementa con extractos de otras obras en las que Humboldt hace referencia a temas peruanos. Se revisan los libros Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente (1807), Cuadros de la naturaleza (1808) y Ensayo político sobre el reino de Nueva España (1814); así como otros ensayos y hasta su epistolario personal. Así, se recuperan textos dedicados a la geología de los Andes; a animales como los auquénidos, el perro peruano o el cóndor; al árbol de la quina y a la demografía peruana. Llaman especialmente la atención los entusiastas elogios a nuestra cultura prehispánica, a su arquitectura, orfebrería, puentes, caminos y canales de regadío: “Los conquistadores españoles no sólo no dieron mantenimiento a estos canales, sino que los destruyeron. Fuera de su tierra los europeos son tan bárbaros como los turcos y más todavía”.
Humboldt, “rodeado de ruinas de un pueblo sabio e industrioso” encuentra entre los campesinos “esa alegría de costumbres, esa energía de carácter que los europeos aun no han destruido”. Como contemporáneo de la Revolución Francesa, comparte el mito rousseauniano del buen salvaje; y acaso ese es el motivo por el que la cosmopolita Lima, entonces convulsionada políticamente, es objeto de sus más duros comentarios: “En Europa nos habían pintado a Lima como la ciudad del lujo, la elegancia y la hermosura del bello sexo. No vi nada de todo aquello”, “En Lima no he aprendido nada del Perú... más separada del Perú está Lima que Londres”, “Se podría decir que el Rímac, el río hablador, preside a todas las clases sociales de Lima. Hay pocos lugares donde se hable más y se obre menos”.
Después de su viaje por América (1799-1804) Humboldt se convirtió en uno de los más respetados científicos europeos. Dictó cursos en varias universidades y fue nombrado Ministro de Educación de Prusia en 1809. El mismo Darwin lo consideró “el más grande científico viajero que haya existido”. Murió a la edad de 90 años, los últimos de los cuales los dedicó a la redacción de Cosmos. Idea general de una descripción física del mundo, su más ambiciosa obra. Esta bella edición de Alexander von Humboldt en el Perú es un merecido homenaje tanto para Humboldt como para Estuardo Núñez y George Petersen (1898-1985), geólogo alemán radicado mucho tiempo en el Perú y coautor de la primera edición del libro.
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