Entre dos fronteras

Carlos López Degregori (Lima, 1952) ha construido, a lo largo de más de cuatro décadas, una obra singular dentro de la poesía peruana. Desde Lejos de todas partes (1994), volumen que reunió su producción inicial y lo consolidó como una de las voces centrales de la poesía contemporánea, su escritura se asoció con un registro oscuro y hermético, cercano al simbolismo y al surrealismo. Con Entre dos fronteras (Colmillo Blanco, 2025), su libro más reciente, se percibe un viraje en su obra: treinta poemas —algunos en verso y otros en prosa— que, sin abandonar la densidad de su imaginario, revelan un tono más abierto, menos críptico y más atravesado por referencias culturales.

El título adelanta la clave del conjunto: el tránsito. López Degregori ha contado que los poemas nacieron como núcleos dispersos que terminaron dibujando una cartografía: un viaje por espacios y épocas que desemboca en una doble frontera, la de la desaparición y la invisibilidad. Esa idea de desplazamiento articula el libro y lo convierte en un mapa personal de lecturas, visiones y memorias. El propio autor reconoce un cambio de poética: no del todo confesional, pero sí con un hilo autobiográfico que convierte al yo poético en testigo de vidas y desgarramientos.

El libro está dividido en cinco secciones. La primera es “Catulo sopla las cenizas”, trece poemas inspirados en la relectura del poeta latino y en películas de Fellini. No son piezas “catulianas” –como se sabe, Catulo fue un poeta latino del siglo I AdC, autor de violentos epigramas– sino poemas contemporáneos que reflexionan sobre la vejez, la decadencia, la memoria y el final de un mundo. En estos poemas Roma aparece como espejo de la fragilidad individual y de las ruinas del tiempo.

La segunda sección, “Antípodas”, desplaza la mirada hacia geografías lejanas —Fenicia, Kristiania, Persia— cargadas de resonancias librescas. Más allá de la diversidad de escenarios, los temas se mantienen: fugacidad, pérdida, límites. Sin embargo, aquí aparecen nuevas luces: vitalidad, placer, incluso erotismo. En cambio, en la sección “Nueve ventanas a oriente”, el poeta se inspira en las tradiciones china y japonesa: un haiku, un cuadro de Hokusai, la Gran Muralla. La fuerza visual se intensifica; colores, formas y escenas marcan una apertura hacia las artes visuales y el cine, intereses que López Degregori reconoce haber cultivado más en los últimos años.

El cierre llega con “Vellocinos”, poema-sección que funciona como epílogo y ajuste de cuentas, y en el que el yo poético se confronta con lo que no llegó a ser en décadas pasadas. El poema se abre con una imagen cotidiana que de inmediato se proyecta hacia lo esencial: “Estás cortando cebollas y pruebas el filo del cuchillo en tu muñeca izquierda. No es la seducción de la muerte enmascarada. Solo quieres celebrar el émbolo de tu respiración que no se detiene”. El final es concluyente: “La piel cae en rodajas moradas… la prolongación de una cebolla teatral, la muerte elegida que marcha de prisa o se detiene. Nada de lo que fui llegará a ustedes: apenas la risa, la insolencia victoriosa”.

La crítica coincide en que este libro marca una superación en la trayectoria del autor y que está dejando atrás la “isla” de su poética previa. En efecto, en estos textos la ironía y las referencias culturales acercan a estos poemas a los de sus casi coetáneos Antonio Cisneros y José Watanabe. No se trata de imitación, sino de afinidad: la cultura como contrapunto vital y, la capacidad de hallar belleza en lo cotidiano. En este sentido, Entre dos fronteras ocupa un lugar particular dentro de la obra de López Degregori: sintetiza sus obsesiones habituales —muerte, tiempo, memoria, ruina—, pero las despliega en un registro distinto, en el que lo vital y lo artístico adquieren un protagonismo renovado.

Entre dos fronteras es, en efecto, un viaje: de Roma a Oriente, de la juventud a la vejez, de la sombra a la luz. Frente a la tentación de la desaparición, los poemas apuestan por la persistencia. No es un cierre, sino un umbral: una frontera que, más que límite, se abre como un pasaje.

No hay comentarios: