Carlos López Degregori (Lima, 1952) es autor de una ya extensa obra poética que ha ido ganando paulatinamente el reconocimiento de la crítica, que a partir de Lejos de todas partes (1994, reunión de toda su obra anterior) lo considera uno de los más importantes poetas peruanos en actividad. Debutó literariamente en los años setenta, formando parte del grupo La Sagrada Familia (1977-1979), pero la suya no es una poesía conversacional ni vitalista (como la de la mayoría de sus compañeros de generación) sino más bien hermética y muy cercana al simbolismo. En esa línea se encuentra su más reciente libro, Cuaderno de debilidades (Códice, 2024), un conjunto de 16 poemas en los que se alternan los versos y la prosa, y que exploran los límites de la existencia humana.
Temas como el deterioro corporal y el siempre fracasado afán de comunión o trascendencia están presentes en todos estos textos, a través de imágenes compuestas casi siempre de elementos naturales y objetos cotidianos. Por ejemplo, en "Segundo sigilo / Tomates" el yo poético se identifica con un tomate (“soy una esfera destinada a una trunca rojez”) y la amada es una “hortelana” que está eligiendo los mejores de estos frutos para su propio consumo. El hablante del poema, “con el deseo siempre aplazado” sabe que no será elegido: “me rastrillará / me entregará a los pájaros / no llegaré a su plato…”. En suma, el tomate nunca alcanza su plenitud, y se queda entre el deseo y la renuncia, condenado a una desaparición silenciosa.
Uno de los aspectos más destacados de la obra de López Degregori es su capacidad para edificar mundos irreales que funcionan como escenarios simbólicos donde se desarrollan los conflictos existenciales del yo lírico. Y lo hace con un lenguaje de aparente sencillez, logrando que estos mundos sean accesibles en su superficie pero que trasciendan lo alegórico, manteniendo siempre aspectos oscuros y abiertos a diversas interpretaciones. Esa es la función de los primeros versos del poema citado: “Pequeño manantial en el que quise abrevar / pequeño campo con la noche recién cortada”. Así se crea un espacio poético donde la realidad y el mito se entrelazan.
Esa dimensión mítica varía sustancialmente de un poema a otro. En "Debilidad primera", por ejemplo, se combina con referencias religiosas. La figura de la hortelana del poema anterior encuentra eco aquí en "Nuestra Señora Aparecida", una mezcla de divinidad inalcanzable y tentación terrenal, cuya presencia es descrita tanto con elementos “sagrados” (el velo, los ángeles, los cuadros de Murillo), como humanos (los ojos húmedos, los labios delgados). Este contraste genera la tensión del yo lírico, quien, incapaz de acercarse, opta por alejarse y desaparecer. “Me exalto: Me rindo: Me arrojo como un clavadista en la inmensidad transmarina para alejarme de ti”. El acto de arrojarse es paralelo a la caída del tomate en el primer poema analizado. Ambos movimientos implican una rendición ante la imposibilidad de alcanzar lo deseado, aunque aquí la renuncia tiene una dimensión casi sacrificial.
Como señala la reconocida poeta colombiana Piedad Bonnett, “el lector que entra a la poesía de Carlos López Degregori debe hacerlo dejando afuera las armas racionales… abriéndose a lo impensado, nadando en otra lógica”. Cuadernos de debilidades es una excelente muestra de cómo la poesía puede iluminar, desde su hermetismo y su riqueza simbólica, los aspectos más profundos y universales de nuestra existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario