Tanta vida yo te di

El periodista y escritor Fernando Ampuero (Lima, 1948) ha construido una vasta obra literaria a lo largo de más de medio siglo. Desde la publicación de su libro de cuentos Paren el mundo que aquí me bajo (1972), ha incursionado en casi todos los géneros: cuento, novela, poesía, drama, entre otros. Pero sin lugar a dudas ha destacado más como cuentista, con libros como Malos modales (1994), Bicho raro (1996) y el consagratorio Cuentos escogidos (1998), editado por Alfaguara como parte de una colección dedicada a grandes cuentistas latinoamericanos, como Cortázar, Onetti y Monterroso. Después de varios años, Ampuero vuelve a este género con Tanta vida yo te di (Tusquets, 2024), un conjunto de cinco relatos y una extensa crónica sobre la bohemia limeña de hace cincuenta años.

El cuento que da título al libro nos presenta a Fernando, un hombre de unos setenta años (narrador y posiblemente alter ego del autor), de clase alta y gustos refinados, algo evidente desde las primeras líneas. Debido a los huaicos de 2023, Fernando se queda encerrado en su casa de playa en un balneario limeño. Fernando lo toma con calma, pero no así una mujer en la casa vecina, a quien escucha gritar y llorar. El encuentro de estos dos personajes solitarios, con  actitudes tan distintas ante la adversidad, se convierte en el eje del relato. Fernando y su vecina, que es unos diez años menor que él, terminan bailando el bolero "Sabor a mí". "¿Evocaba [ella] los tiempos en que era una chiquilla de quince años flotando en los brazos de un chico encantador que la había invitado a su fiesta de promoción?". Al finalizar la canción, ella se despide abruptamente y se aleja, "mirando con detenimiento la correntada de lodo que pasaba por el malecón, como si antes no la hubiera visto, o como si acaso la viera de otra manera".

Se trata de un buen cuento, narrado con la pulcritud y eficacia que caracteriza a los mejores relatos de Ampuero, y que además tiene la siempre necesaria dimensión reflexiva. Aquí volvemos al universo de personajes limeños de clase alta, exitosos y obsesionados con la belleza: los "bichos raros" tan recurrentes en su narrativa. No obstante, esta vez el protagonista no se encuentra con una joven hermosa (una "puta linda", en términos ampuerianos), sino con alguien semejante a él, lo que inevitablemente lleva al tema del paso del tiempo y la vejez, tratados con bastante ironía.

Otro relato en el que encontramos esa evolución positiva es “Los amores canallas”, un cuento policial en toda la regla. Un empresario limeño sospecha que su esposa y su socio no solo son amantes, sino que además le están robando dinero de su negocio. Para comprobarlo contrata a Miguel, un viejo compañero –ambos habían trabajado como periodistas de investigación: “aprendimos de la miseria humana…. nos sumergimos en la mugre de la sociedad peruana”– quien con el tiempo se había convertido en un reconocido detective privado. Las historias de estos dos personajes se cuentan en paralelo, y desembocan finalmente en una turbadora solution mix para el problema del empresario, que consigue mantener la unidad familiar, evitar los escándalos y acabar con los robos. Un muy duro cuestionamiento a las prioridades y la moral de ese sector de la sociedad peruana.

Los otros tres cuentos no alcanzan el nivel de los ya mencionados. “Pecados de familia”, el más extenso, es la historia de otro empresario, quien tiene una breve aventura extramatrimonial, y un hijo como fruto de ella. Décadas después, padre e hijo se enfrentan por cuestiones de patrimonio y derechos, pero este conflicto resulta distante y hasta frívolo para los lectores. Algo parecido sucede con “El despertar de Lena“, sobre un triángulo amoroso. Por último, “Las lágrimas se secan solas” es una historia de dos hermanas peculiares, que remiten a los hermanos de otro cuento de Ampuero, “Cuarto del oeste” (1996), mucho más logrado.

El libro cierra con “Noches de bohemia en Lima”, una crónica nostálgica y llena de detalles, anécdotas  y personajes de la vida nocturna en el centro de Lima a inicio de los años setenta. Aquí Ampuero demuestra aquí su reconocido talento como cronista, presentando desde músicos y bailarinas de cabarets hasta cinéfilos, artistas y escritores “locos”: Martín Adán, Enrique Verástegui o Guillermo Chirinos. “Los bares y los cafés. A diferencia de una universidad, prometían un circuito paralelo donde se hablaba de ¡libros imprescindibles!, que, si no habías leído, merecías el desprecio”. Sin duda, una Lima que se fue hace mucho tiempo.

 

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