Arte de introducir


La reciente edición de la Feria Internacional del Libro (FIL 2017) ha sido la más exitosa de todas las que se han realizado hasta ahora. Con su más de medio millón de visitantes incluso ha superado el récord de la Feria Mistura; un verdadero logro para la Cámara Peruana del Libro, presidida actualmente por Germán Coronado. Pero el éxito del evento no deja de tener consecuencias negativas, como una cierta banalización de los eventos culturales que ahí se realizan, en su mayor parte presentaciones de libros y autores. A propósito de este tema, resulta muy oportuna  la reciente publicación del libro Arte de introducir (Ceques Editores, 2017) del historiador y escritor peruano Fernando Iwasaki.

Radicado en la ciudad de Sevilla (España) desde hace muchos años, Iwasaki (Lima, 1961) se ha convertido en un activo animador cultural, especialmente dedicado a la difusión de las letras y la cultura Latinoamericana en Europa. Como parte de esa labor, ha tenido que hacer numerosos discursos para presentar, ante auditorios hispanos, a importantes escritores y artistas. Arte de introducir —publicado originalmente en España, en 2001— es una recopilación de más de sesenta de estos discursos, divididos en tres grandes categorías: Maestros, dedicada a grandes como de Mario Vargas Llosa, Ernesto Sábato, Wole Soyinka y Javier Marías; Contemporáneos, con textos de presentación de autores de la propia generación de Iwasaki, como Jorge Eduardo Benavides, Mario Bellatin, Edmundo Paz Soldán y Andrés Neuman; y Cómplices, en la que encontramos a cantantes como Joan Manuel Serrat y Susana Baca, entre muchos otros.

Por supuesto, Iwasaki inicia este libro con un largo ensayo cargado de humor —como es su estilo—, sobre la “presentación” como género literario. En este texto se afirma que: “como actualmente se publican más de cien mil títulos nuevos cada año, quizás ahora existan más presentadores que lectores e incluso que escritores”. Y sobre los propios presentadores: “Antes hacía la presentación una persona gloriosa… ahora la hace un joven cualquiera, sin nombre, un aprendiz, un futuro charlador. No siendo nadie, da relieve al hablador verdadero y consagrado, pero con el ejercicio va perdiendo la vergüenza y termina por suplantarlo”.

Por último, Iwasaki cita al español Enrique Vila-Matas: “Hasta el más impresentable de los libros tiene presentador. Y la plaga se extiende cada día con mayor fiereza. A veces están tan ocupados los escritores preparando las presentaciones de los libros de sus amigos que no ha habido más remedio que recurrir a actrices o futbolistas para que oficiaran la ceremonia de la confusión que se esconde detrás de cualquier presentación de un libro”. En el caso de la FIL Lima, recordamos el caso del escritor que estuvo nada menos que en 18 presentaciones de libros, lo que seguramente es un récord mundial.

No obstante las críticas que hace a las “presentaciones”, hay que reconocer que Iwasaki es muy bueno haciéndolas, pues combina el conocimiento de las obras y autores con su tan personal sentido del humor y un placentero empleo de la retórica discursiva. Para él, las presentaciones son solo una variante del ensayo, “el menos convencional de los géneros”. Y en efecto, en muchos de estos textos podemos encontrar afirmaciones como la siguiente: “[El boliviano] Edmundo Paz Soldán junto al mexicano Jorge Volpi, el argentino Rodrigo Fresán, el peruano Jorge Eduardo Benavides y el chileno Alberto Fuguet son los más notables representantes de la nueva narrativa hispanoamericana”.

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