José Watanabe. Poesía completa
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José Watanabe. Poesía completa (Pre-textos, 2008)
La reciente publicación de la Poesía completa (Pre-textos, 2008) de José Watanabe (1945-2007) es una buena oportunidad para releer, en conjunto, la obra de este poeta peruano, uno de los más queridos y respetados de los últimos tiempos. Y lo primero que se puede comprobar es la fidelidad del autor a ciertos temas y motivos, así como la particular evolución de su poesía, que se hizo cada vez más lacónica, intimista y despojada de ornamentos retóricos.
La reflexión en torno a la muerte es una de las constantes en esta obra, pero se vuelve marcadamente dominante a partir de El huso de la palabra (1989), poemario escrito después de que el autor superó una terrible enfermedad. Lo efímero de la vida humana es expresado por Watanabe a través de imágenes (la suya es una poesía eminentemente “visual”) y situaciones que remiten frecuentemente a la naturaleza y los recuerdos de su infancia (otra de sus constantes) pasada en la hacienda Laredo (La Libertad). Incluso los poemas que dieron título a sus últimos libros –La piedra alada (2005) y Banderas detrás de la niebla (2006)–comparten ese rasgo.
Pero, como ha señalado el crítico Carlos Garayar, el mayor aporte de Watanabe a la literatura peruana es “la configuración de un hablante poético diferente”. En este hablante se unen la capacidad de observación (que algunos explican por los ancestros orientales del poeta), un lenguaje que no se aleja nunca de la norma coloquial del habla, y una búsqueda de la verdad y la sabiduría oculta detrás de los detalles más pequeños. A partir de estos elementos se logran poemas que, sin perder la densidad, resultan accesibles a todo tipo de lectores, pues apelan a las emociones y afectos más universales. A la manera de las parábolas bíblicas, como el propio poeta resaltó en el libro Habitó entre nosotros (2002).
En el prólogo de esta hermosa edición de la Poesía completa de José Watanabe, el escritor colombiano Darío Jaramillo hace un inventario de las técnicas y recursos que utiliza en su obra y coincide con lo ya señalado: “Una poesía que se dice, que se conversa, que se susurra casi, que no hay manera de declamarla”. Pero el elemento que más destaca es la propia mirada del poeta (”El ojo de este hombre sabía hablar”, afirma al inicio de su ensayo); una mirada que se transfigura en contemplación y que encuentra “la belleza más refinada en lo más humilde, en lo más deslucido”. Imposible dejar de relacionar estas palabras con poemas como “El lenguado”, “La higuera” o “A tus orejas”.
(Artículo publicado previamente en La República)
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2 comentarios:
Heil. Un gran saludo desde Colombia. Felicitaciones por el blog. Las reseñas son muy acertadas; se nota que has leído muchísimo. Dejo el link de tú blog en el mio ahora mismo. Espero contar con tu visita. Un abrazo;
Alejandro.
Sr. Agreda, estoy buscando un poema de José Watanabe en que nos habla de un incendio que ocasiona en el desierto con un pucho de cigarro. ¿Cómo se llama ese poema? ¿sabe usted si ese poema se encuentra en este libro?
Gracias de antemano por su ayuda.
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