El viaje a la ficción

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Mario Vargas Llosa. El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti (Alfaguara, 2008)

En El viaje a la ficción (Alfaguara, 2008), Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936) realiza un minucioso y sistemático estudio de la obra del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti (1909- 1994), desde los primeros cuentos, publicados en 1933, hasta la novela Cuando ya no importe (1993). Y el elemento más significativo que encuentra en esta narrativa es “la voluntad de fuga hacia lo imaginario” (las ficciones, los sueños, la locura), tanto de los personajes como del propio autor; un rasgo que MVLL liga a sus conocidas propuestas sobre las ficciones literarias: las del “elemento añadido” y La verdad de las mentiras.

A esta línea de reflexión, desarrollada en el primer capítulo (que remite a las secuencias iniciales de 2001, Odisea espacial, de Stanley Kubrick), se van sumando otras, como la que plantea la “modernidad” del autor de El astillero. Para MVLL Onetti es el primer novelista moderno en lengua española, “el primero en romper con las técnicas ya agotadas del realismo naturalista”, y en aprovechar “las lecciones de Faulkner, de Joyce, de Proust, de Céline…”. Otra tiene que ver con el “estilo crapuloso” (el adjetivo no parece acertado) de Onetti, su prosa tan propensa a los excesos formales, a las agresiones y a la “suciedad”.

Pero estas otras líneas no llegan a desarrollarse plenamente, pues MVLL prefiere hacer un libro ameno y de fácil lectura. Para ello alterna las reflexiones literarias con interesantes anécdotas de la vida de Onetti, breves descripciones del contexto histórico y político (con algunas afirmaciones polémicas, como en la pág. 166) y hasta paralelos con importantes autores de su tiempo: Arlt, Borges, Mallea. Y a pesar de su admiración por Onetti, no deja de reconocer las imperfecciones y errores presentes en casi todas sus novelas, especialmente en las últimas. Solo se anima a calificar de obras maestras a algunos cuentos: “Un sueño realizado”, “Bienvenido, Bob” y “El infierno tan temido”.

No hay aquí grandes aportes críticos ni originales lecturas de los aspectos oscuros de la narrativa de Onetti (lo femenino, la locura, la “desgracia”). Más bien se trata de un valioso trabajo de integración de los estudios y análisis existentes, a los que se suman los sólidos conocimientos de técnica narrativa de MVLL, su muy buena prosa, magnífica formación intelectual y pasión por la literatura. El viaje a la ficción resulta, por todo esto, un saludable rencuentro de MVLL con lo mejor de su producción ensayística, que retorna a su alto nivel después del decepcionante La tentación de lo imposible (2004).
(Artículo publicado originalmente en La República)


Se puede leer el primer capítulo del libro en la página web de Alfaguara.
Otros textos sobre El viaje a la ficción: A. Astorga, Miguel García-Posada, Joaquín Marco, Carlos Villanes.

1 comentario:

Javier Ágreda dijo...

Página 166

Como los héroes de Onetti, desde los tiempos inmemoriales –desde los años coloniales sobre todo–, los latinoamericanos acostumbran rechazar el mundo real y concreto y sustituirlo por espejismos y quimeras, distintas formas de irrealidad, desde las abstracciones y dogmas de la religión hasta las ideologías revolucionarias disfrazadas de leyes de la historia. América Latina ha sido tierra propicia para toda suerte de utopías sociales, y los redentores sociales mesiánicos tipo Fidel Castro, el Che Guevara, el Comandante Cero y, ahora, el Comandante Hugo Chávez han encandilado más a los jóvenes y a las supuestas vanguardias políticas que los líderes y gobernantes democráticos, pragmáticos y realistas que trataban de jugar el juego de la realidad (nadie se acuerda de ellos). Todo lo que sea sueño, fantasía, apocalipsis, fuga hacia lo imaginario, ha prendido en América Latina con facilidad, y, viceversa, los empeños por enraizar las empresas políticas y sociales en la realidad, siguiendo los ejemplos exitosos –los de los países democráticos y libres y sus políticas reformistas– han fracasado por ese desapego «sanmariano» continental por lo racional y posible en nombre de lo irracional onírico, es decir, lo imposible. Esa disposición, catastrófica desde el punto de vista político, social y económico y razón de ser nuestro subdesarrollo, ha servido, paradójicamente para estimular las aventuras imaginarias y producir creaciones literarias y artísticas de gran fuerza y originalidad…