La felicidad de los muertos

Cortez

Enrique Cortez. La felicidad de los muertos (Mundo ajeno, 2007)

A pesar de su brevedad (menos de 80 páginas), la novela La felicidad de los muertos es un relato complejo cuya trama parece ramificarse con la aparición de cada nuevo personaje. Su autor, el reconocido periodista cultural Enrique Cortez (Lima, 1976), ha querido hacer con esta narración una aproximación al universo de los desplazados por la violencia política y la extrema pobreza, "esta experiencia de millones de limeños que no ha sido tematizada en la literatura", señaló el autor en una reciente entrevista.

La narración parte del protagonista, un periodista de nombre Enrique, cuya familia se traslada de Tacna a Lima, primero al distrito de Lince y después a la miseria de los arenales de Ventanilla. A la manera de las novelas picarescas, Enrique comienza contando su propia historia, desde el nacimiento: "Nací como todos los que aquella mañana vieron la luz...". Pero a medida que el relato se va enfocando en otros personajes, el narrador pasa de la primera persona (yo), a la segunda (tú) y a la tercera (él, ella). De estos personajes, el más importante es Victoria, la madre de Enrique, quien abandonó a sus hijos para unirse a la subversión y cumple una condena en el penal de Yanacmayo.

En paralelo a estas historias, Enrique desarrolla una serie de reflexiones sobre el proceso de escritura de esta novela, el carácter de las ficciones narrativas, y sobre su propia y casi compulsiva vocación literaria. Pero estas cavilaciones aportan poco, pues no llegan a tener la originalidad (el "aburrimiento" de Enrique remite al ‘spleen’ baudeleriano) ni la fuerza de los relatos. Y por su importancia y extensión, obligan a que la narración resulte excesivamente fragmentaria, y que tanto los personajes como las situaciones den siempre la impresión de necesitar un mayor desarrollo.

No se trata de negar la validez de lo fragmentario o de lo breve dentro de la novela, pero estas opciones deben estar acompañadas de un riguroso trabajo en la selección del material narrativo y las técnicas a emplearse. Recordemos que entre las propuestas de Ítalo Calvino para la literatura del tercer milenio estaban la levedad, la rapidez y la multiplicidad, pero también la exactitud: en el diseño de la obra, en la nitidez de las imágenes y en la precisión del lenguaje. Y esos son precisamente los puntos débiles de La felicidad los muertos, novela que, pese a sus defectos, resulta de todos modos un interesante debut literario para Enrique Cortez.

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