Diario de talismanes
Rosina Valcárcel. Diario de talismanes (Santo Oficio, 2005)
Poeta y antropóloga, Rosina Valcárcel (Lima, 1947) es un personaje entrañable de nuestra escena literaria. Desde niña vivió el exilio acompañando a su padre el escritor Gustavo Valcárcel (1921-1992), uno de los Poetas del pueblo, perseguido por su militancia política. Después ella misma sería una activa integrante de grupos poéticos, directora de la revista ¡Kachkaniraqmi!, ensayista y periodista cultural de los principales diarios limeños, entre ellos La República. Rosina ha reunido en Diario de Talismanes casi un centenar de sus ensayos y textos periodísticos, los que recrean, desde una perspectiva muy personal, el acontecer cultural peruano de la segunda mitad del siglo XX.
La primera sección del libro, titulada Talismanes, es una serie de entrevistas con personalidades de la llamada generación del 50: Juan Gonzalo Rose, Manuel Scorza, Gustavo Valcárcel, el crítico Antonio Cornejo Polar, el pintor Luis Herrera. De estos valiosos testimonios el más extenso es la conversación con Blanca Varela (Esto es lo que me ha tocado vivir, 1996), en que la poeta, normalmente tímida y renuente a las entrevistas, parece encontrar una especial empatía con Rosina y le revela no pocos secretos personales y de su obra literaria: “En este plan de confesar cosas te cuento que yo me siento una artista plástica que frustró su vocación porque se casó con un pintor”.
En Fuego de espejos, la segunda sección, Rosina pasa revista a la vida y obra de sus amigos escritores, los compañeros de ruta en su propia aventura literaria. El artículo Eterno es el día, rememora su amistad con Juan Ojeda (1944-1974): “Entre arengas revolucionarias y la llovizna limeña, en 1964 te veo en el Patio de Letras...”. Ambos poetas formaron parte del llamado grupo Piélago, junto con Hildebrando Pérez, Juan Cristóbal, Carlos Henderson, Edgardo Tello y Julio Nelson. Los recuerdos fraternales abarcan también a autores de la generación del 70 –Oscar Málaga, Jorge Pimentel, Enrique Verástegui- y a otros más jóvenes: Jorge Luis Roncal, Jorge Eslava, Oscar Limache.
Una constante de los ensayos de Valcárcel es el interés por los autores “no hegemónicos”, aquellos que a pesar de su valor son postergados por la crítica y los lectores. En Mujer, poeta y peruana se resalta que la poesía femenina, por ejemplo, es una “fuerza impugnadora de la cultura e ideología dominantes”. Por ello hay en el libro más de 20 textos sobre poetas peruanas, desde Magda Portal (1900-1989) hasta Elma Murrugarra (1974), destacándose los dedicados a Cecilia Bustamante y Gladys Basagoitia; y por su contenido humano, los retratos de María Emilia Cornejo (“Rebelde, angustiada y tierna...”), Carmen Luz Bejarano, Esther Castañeda y otras amigas de la autora.
En esa misma línea están los textos de la sección Poesía del interior, dedicada a rescatar las voces de los escritores “no limeños”, que se inicia con el ensayo Tierra adentro: Sociedad y cultura. Rosina comenta entusiasmada la poesía del puneño José Luis Ayala, el andahuaylino Baltazar Azpur, el huancaíno Nicolás Matayoshi, la cuzqueña Ana Bertha Vizquerra, entre otros. No extraña que uno de los textos más polémicos de Diario de talismanes, sea precisamente un reclamo al crítico Ricardo González Vigil porque en su libro Poesía peruana siglo XX (reunión de más de 200 poetas) no incluyó a “...autores del interior como Efraín Miranda, Róger Rumrill, Gloria Mendoza”.
Rosina Valcárcel es autora de los poemarios Sendas del bosque (1966), Navíos (1975), Una mujer canta en medio del caos (1991), Loca como las aves (1995), Paseo de sonámbula (2001).
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