José Diez-Canseco. Narrativa completa

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José Diez-Canseco. Narrativa completa (PUC, 2005)

Con motivo del centenario del escritor José Diez-Canseco, la Universidad Católica ha publicado su Narrativa Completa, dos tomos que reúnen importantes novelas y libros de cuentos como Estampas mulatas y Duque.

A pesar de ser autor de algunos de los cuentos más conocidos de la literatura peruana, como El Gaviota o El trompo, José Diez-Canseco (Lima, 1904-1949) dedicó casi toda su vida al periodismo, llegando a convertirse en la década del 40 en el columnista más leído del prestigioso diario La Prensa. Por ello, al momento de su temprana muerte, sólo había publicado dos libros de narrativa -Estampas mulatas (1930) y Duque (1934)-, dejando mucho material inédito o disperso en revistas y periódicos. Con motivo del reciente centenario de este escritor, el Rectorado de la Universidad Católica ha reunido por fin toda su narrativa en los dos tomos de José Diez-Canseco. Narrativa completa.

Antes de cumplir los veinte años de edad, Diez-Canseco comenzó a publicar una serie de cuentos en la revista Variedades y a frecuentar a los principales intelectuales y escritores de la Lima de entonces: César Vallejo, José Gálvez, Luis Alberto Sánchez, José Carlos Mariátegui y muchos otros. Como la mayoría de los escritores de su generación –la de Martín Adán y Carlos Oquendo de Amat-, publicó su primera obra verdaderamente importante, el cuento El Gaviota, que algunos consideran una novela corta, en la revista Amauta que dirigía Mariátegui. Ese relato y otro similar titulado El kilómetro 83, conformarían la primera entrega de sus Estampas mulatas (1930).

A estas dos "estampas" iniciales, Diez-Canseco iría sumando otras a lo largo de su vida (aquí se reúnen nueve), las que en conjunto han sido consideradas como precursoras del realismo urbano en nuestro país. Tienen mucho de la vocación descriptiva y del lenguaje de los cuentos criollos de Valdelomar; pero en sus páginas se aborda una temática novedosa para la época: la azarosa vida de los limeños más pobres y hasta marginales. Por eso, como señala Valentino Giannuzi en el prólogo de esta edición, "Las Estampas mulatas están signadas por lo violento, el lenguaje de la calle, la aventura y el afianzamiento de la identidad masculina". Títulos como Jijuna y Gaína que come güebo resultan bastante expresivos.

Paralelamente, desarrolló otras propuestas alternativas, dedicadas a retratar distintos sectores de la sociedad limeña. En 1934 publicó Duque, una novela "en clave" que satirizaba la decadente vida de conocidos personajes de la alta burguesía limeña. Los cambios no se limitaban a los ambientes y personajes, pues Duque es una narración vanguardista, en la que las líricas descripciones de las Estampas... se convierten en modernas enumeraciones: "Luz, perfumes, jazz, mah-jong, plebeyismo, champagne, flirt..."; mientras que el lenguaje de la calle ha sido reemplazado por un español plagado de extranjerismos.

Otra línea narrativa es la de los relatos ambientados en el balneario de Barranco, en el que el autor vivió su infancia y adolescencia. Ahí suceden las acciones de Suzy, escrita en 1930, novela corta que cuenta la experiencia del primer amor entre dos niños, y que inevitablemente nos remite a La casa de cartón. Y también las novelas El mirador de los ángeles, una aproximación al universo femenino; y Las Urrutia, el más ambicioso proyecto narrativo de Diez-Canseco. Ambas quedaron inconclusas y recién serían publicadas en 1974 por el crítico Tomás Escajadillo, el más empeñoso investigador y difusor de esta narrativa.

Gianuzzi, responsable de esta edición, ha incluido una sección de Primeros cuentos, escritos en la década del 20, y otra de relatos de la década del 40; además de las primeras versiones de algunas "estampas" y otros textos testimoniales. Como complementos se incluyen un amplia cronología del autor y una galería con fotografías, retratos y reproducciones de las primeras ediciones de sus libros y cuentos. En suma, esta Narrativa completa de José Diez-Canseco es un valioso aporte bibliográfico que pone al alcance de los lectores una obra considerada entre las fundadoras de la narrativa urbana en el Perú.

Mujeres difíciles, hombres benditos

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Fernando Ampuero. Mujeres difíciles, hombres benditos (Alfaguara, 2005)

Aunque su obra literaria abarca casi todos los géneros (narrativa, poesía, teatro), Fernando Ampuero es conocido más que nada como cuentista. Su primer libro fue un conjunto de relatos, Paren el mundo que acá me bajo (1972), al que después seguirían otros, hasta llegar al consagratorio Cuentos escogidos (1998) editado por Alfaguara como parte de una colección dedicada a cuentistas latinoamericanos como Cortázar, Onetti y Monterroso. Tras publicar un par de poemarios y la polémica crónica novelada El enano (2001), Ampuero retorna a la narrativa breve con el libro de cuentos Mujeres difíciles, hombres benditos (Alfaguara, 2005).

Casi todos los relatos del libro están centrados, como se anuncia en el título, en las diferencias de caracteres y comportamientos de hombres y mujeres, más específicamente dentro de la relación de pareja. Gracias por la fantasía, el primero de los ocho cuentos, es la historia de un peruano maduro y sereno que conoce en México a Azucena, una hermosa artista "de avant garde". El amor entre ambos surge instantáneamente, a pesar de la fama de libertina de la artista, pero las locuras de Azucena (escándalos y protestas públicas) terminan separando a la pareja: "No la llamé al llegar a Lima, ni la volví a llamar nunca más... algunas personas contamos con una suerte de desidia que nos preserva de las chifladuras".

En la misma línea están La visita del cometa, previamente publicado en Cuentos escogidos, en el que un joven empresario enamora a una azafata sin saber que ella está a punto de estallar emocionalmente; y El deseo del abismo, sobre una mujer que busca un compañero que la ayude a superar el "bloqueo" sexual y la anorgasmia. En la mayoría de estos cuentos los narradores son los personajes masculinos, quienes desde el asombro y la perplejidad, como ha señalado el crítico Julio Ortega, se ven involucrados en sucesos que escapan de su control. Pero además de perplejidad, estos hombres dan muestras de una ingenua obsesión por lo bello y bastante superficialidad en su conocimiento de lo femenino.

Como ya señalamos a propósito de los cuentos de Bicho raro (1996), un libro demasiado disparejo, también en estos relatos Ampuero cae frecuentemente en ciertos lugares comunes y estereotipos, especialmente en lo que respecta a las descripciones de mujeres ("el ceñido polito... definía su angosta cintura y realzaba su busto generoso"), además de mostrar una marcada tendencia al esnobismo y al abuso de los referentes "culturosos". Sólo en el primer cuento se menciona a Dorian Gray, la pintura rococó, el Aleph, Isadora Duncan, Sergei Essenin y un largo etcétera.

Los mejores relatos de Mujeres difíciles, hombres benditos son aquellos que abandonan ese tipo de detalles y en los que el autor parece dejarse llevar por la trama, sin perder de vista el efecto final. En La aventura, que de alguna manera remite al cuento Malos modales, un grupo de jóvenes capitalinos enfrenta la aventura de hacer canotaje en el río Cañete, aunque en realidad el tema es las diferentes respuestas de hombres y mujeres ante esta experiencia. Y en Una vaga astrología, tres redactores de un periódico limeño tratan de descubrir la identidad de la secreta admiradora de uno de ellos. En ambos casos los aciertos parten de la elección del narrador, que no es el protagonista de la historia.

Hay además en este libro un abierta opción por la sencillez y claridad, que forma parte de la búsqueda del autor de un cierto carácter oral para sus relatos. No se apela a elipsis ni complicaciones estructurales; el lenguaje es gramaticalmente simple y sin adornos retóricos, salvo algún adjetivo poco común. Opciones que hacen que los textos resulten de fácil lectura, pero que también acarrean ciertos riesgos literarios. Mujeres difíciles, hombres benditos es, en conjunto, un buen libro de cuentos, más homogéneo y coherente que los publicados anteriormente por Fernando Ampuero.

Aroma de gloria

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Juan Morillo Ganoza. Aroma de gloria (San Marcos, 2005)

Bohemia y revolución. En la novela Aroma de gloria el escritor Juan Morillo recrea la sociedad peruana de principios de los 60 a través de las experiencias de un joven escritor, disciplinado militante revolucionario, pero también asiduo concurrente a los bares bohemios de Lima y Trujillo.

Con cuatro buenos libros publicados en igual número de años –desde Las trampas del diablo (1999) hasta Fábula del animal que no tiene paradero (2003)- el escritor Juan Morillo Ganoza (La Libertad, 1939), ex miembro de los grupos literarios Trilce y Narración, se ha convertido en uno de los narradores peruanos más importantes de la actualidad. Creador de un universo ficcional sumamente personal, basado en el mundo andino en el que pasó su infancia, Morillo no teme abandonarlo en su más reciente novela, Aroma de gloria, la historia de un joven escritor a principios de los años 60, escindido entre la vida bohemia y la militancia revolucionaria.

Benito, el protagonista de la novela, forma parte de un grupo de jóvenes escritores en la ciudad de Trujillo, talentosos y aficionados a los excesos y escándalos nocturnos. Los sucesos que marcan la vida de Benito son su incorporación a un partido izquierdista (responsable de las guerrillas de entonces) y su enamoramiento de Gloria, una compañera de universidad. Ambas historias, la de las misiones clandestinas y la de sus amoríos con Gloria, se suman a las aventuras del escritor bohemio, tanto en Trujillo como en Lima. Benito cuenta las tres paralelamente en una especie de balance vital, pues su nombramiento como profesor de la Universidad de Huamanga lo obliga a romper con todo ese pasado.

Como en sus anteriores libros, se mantiene aquí la vocación de totalidad de Morillo. El relato va incorporando una extensa galería de personajes secundarios (jóvenes, viejos, intelectuales, campesinos) y una gran diversidad de ambientes (costa, sierra; ciudad, campo). Además, la imaginación y capacidad de fabulación del autor le permiten crear, con esos personajes y ámbitos, historias interesantes que se insertan adecuadamente dentro del flujo narrativo. El resultado es un amplio retrato de época, en el que no faltan los nombres ni los sucesos reales, especialmente los relacionados con los escritores que entonces se reunían en el bar Palermo.

Las guerrillas de los 60 ya fueron abordadas literariamente en El cazador ausente (1999) de Alfredo Pita, aunque en esa novela toda la trama giraba en torno a la presencia de un traidor entre esos guerrilleros. En Aroma de gloria el tema también está presente, pero subordinado a la reflexión acerca de los problemas y errores de los movimientos revolucionarios del siglo XX en el Perú. Benito y sus compañeros viven, en Trujillo, inmersos en una fe popular aprista basada en el recuerdo de los familiares que dieron sus vidas por ese partido. Benito toma distancia con respecto al Apra, y mantiene siempre una actitud crítica con respecto a los métodos y la organización de su propio partido.

Otro tema abordado en la novela es la disyuntiva que enfrenta el protagonista entre su felicidad personal (la relación con Gloria) y el compromiso "social" asumido. Resulta interesante que ambas líneas terminen cruzándose. Benito y Gloria suelen recorrer pueblos serranos donde la pareja se integra a las celebraciones populares; mientras que en Lima la violencia y degradación se unen al egoísmo y vanidad de la vida bohemia. Esto último queda bien expresado en la concurrida y accidentada velada limeña con motivo del encuentro entre José María Arguedas y el mexicano Carlos Fuentes.

Los aspectos técnicos y formales no son menos interesantes. Hay un bien lograda estructuración de las diversas historias y tiempos, de tal manera que la narración fluye sin problemas. También una muy particular elección en lo que respecta al estilo, que combina diversos registros de lenguaje, desde el literario (figuras retóricas y complejidades gramaticales), correspondiente a las memorias de un escritor, hasta el coloquial de los abundantes diálogos y narraciones orales insertas. En suma, Aroma de gloria es una muy buena novela que confirma la calidad de la obra de madurez de Juan Morillo Ganoza.

Visite mi página dedicada a la obra de Juan Morillo Ganoza.

El cántaro y la ola

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Camilo Fernández Cozman. El cántaro y la ola (Asamblea Nacional de Rectores, 2005)

Uno de los mayores escritores en lengua española de todo el siglo XX, Octavio Paz (1904-1992), Premio Nobel de Literatura 1990, fue además un excelente ensayista y destacado animador del debate cultural y político. Esas actividades han hecho que su poesía, -una poesía difícil y que refleja la vasta cultura del autor- quede acaso un poco postergada. Un buen intento para develar los misterios de esta lírica y acercarla a los lectores es el libro El cántaro y la ola. Una aproximación a la poética de Octavio Paz (ANR, 2005) que el catedrático, crítico y Doctor en Literatura Camilo Fernández Cozman (Lima, 1965) acaba de publicar.

La propuesta central de El cántaro y la ola es que la lírica de Octavio Paz, especialmente la reunida en el libro Libertad bajo palabra, Obra poética (1935-1957) es una "poesía antropológica" por su sistemática utilización de ritos y símbolos de origen prehispánico. Por supuesto, no se trata de un simple búsqueda de exotismo o color local -a la manera de los peores modernistas o indigenistas-, sino de un serio cuestionamiento a la razón instrumental imperante en la cultura occidental. Fernández inicia su libro recordando antecedentes de la literatura francesa dentro de esa línea de crítica y que influyeron claramente en esta poesía: Víctor Hugo, Baudelaire, Mallarmé y el surrealismo. Nosotros añadiríamos a Gerard de Nerval, tantas veces citado por Paz en poemas y ensayos.

El escritor mexicano no pretendía estar descubriendo nada, pues como afirmó en su libro de ensayos Los hijos del limo (1974), una de las características definitorias de la modernidad es esa capacidad de criticarse a sí misma, que ha dado lugar a las obras de pensadores como Freud, Marx, Weber o Lévi-Strauss. A todos ellos, y a muchos otros más, se hace referencia, aunque sea de paso, en el segundo capítulo del libro -Octavio Paz y la modernidad como edad crítica, mejor desarrollado que el correspondiente a los antecedentes literarios- hasta llegar al famoso debate de la posmodernidad, a las propuestas divergentes de Habermas y Lyotard.

Solo después de esa revisión, Fernández procede a abordar La Poética de Octavio Paz, primero a partir de las reflexiones que el propio autor hiciera en El arco y la lira (1956), y después rastreando los rasgos antropólogicos de los poemas hasta en cuatro "niveles": el de la lengua, el de la estructuración literaria, el de las estructuras figurativo-simbólicas y el de la cosmovisión. Entre otros, se analizan los poemas Las palabras, Fábula, Semillas para un himno, para terminar con un capítulo dedicado a la interpretación de Piedra de sol (1957), extenso poema, escrito completamente en versos endecasílabos, que muchos consideran como la obra maestra de su autor.

Los problemas de la propuesta de Fernández están en el desigual trabajo con los niveles que él mismo ha establecido. Casi todos sus análisis se limitan al tercer nivel, las estructuras figurativo-simbólicas, dejando al margen lo referido a los aspectos formales del lenguaje y la estructuración literaria. Incluso en algún momento el propio Fernández reconoce que sus análisis de estos elementos se van a limitar al título y al final del poema (p. 88). A ello hay que sumar una cierta tendencia a la superficialidad y al esquematismo que lo lleva, por ejemplo, a interpretar cualquier mención a los sueños en los textos como una demostración de la influencia del surrealismo.

Pero esos problemas no disminuyen los logros de Fernández en el estudio de los elementos simbólicos del poema, una labor en la que se inició analizando los arquetipos junguianos (árbol, sombra, río) en Las ínsulas extrañas de E. A. Westphalen (1990). En El cántaro y la ola ese aspecto se convierte en el aporte crítico más destacable del libro, pues aborda una mucho más amplia galería de elementos (piedra, colibrí, tigre, flor, etc), provenientes todos de la cultura y los mitos prehispánicos.