Un nombre distinto


El escritor Miguel Ruiz Effio (Lima, 1977) ha reunido en el libro Un nombre distinto (Altazor, 2011) seis cuentos que remiten a la mejor tradición del cuento urbano peruano. Especialmente a Los gallinazos sin plumas de Ribeyro, libro con el que comparte ambientes y personajes, limeños venidos a menos y a los que los problemas derivados de la pobreza llevan a situaciones extremas.

Así sucede, por ejemplo, en “Dos pájaros, un tiro”, el primer cuento, la historia de una joven que es objeto de abusos sexuales por parte de su propio padre. Pero ya en ese relato aparecen algunos de los peligros de la propuesta de Ruiz Effio: el efectismo de las tramas y el maniqueísmo en los personajes. El padre es descrito recurrentemente como un monigote, depravado, borracho, de carnes fofas y aliento insoportable, bicho asqueroso, etc. A él se opone el joven y delicado Luis, enamorado platónicamente de la protagonista. Afortunadamente, a medida que avanzan los cuentos, esos defectos se van superando. En “Descifrando a Lulú” hay bastante más complejidad en la psicología de los personajes, lo mismo que en “Laura” y “Aunque la muerte nos espere”, protagonizados por un pedófilo y un barra brava, respectivamente.

El punto más alto es “Raimondi 904”, cuento en el que vemos a un “perdedor” ribeyriano desalojado de su vieja casa familiar, abandonado sus mejores amigos y, en un final apenas sugerido, asaltado por una agresiva pandilla. En suma, Un nombre distinto –libro ganador del VI Concurso Nacional de Cuentos organizado por la Asociación Peruano Japonesa– muestra una marcada superación de Ruiz Effio como cuentista.
 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Las bases decían que deberían ser cuentos inéditos, no premiados en otros concursos. Pero "Descifrando a Lulú" ya había sido premiado en el Copé y publicado, mientras que el cuento "Raimondi 904" ya había sido premiado en el concurso de cuentos de la Municipalidad de la Victoria y publicado, solamente le cambió el nombre de "Raimondi 945" a Raimondi 904. Pero, en fin, en un país donde la moral en los concursos literarios está como está, un fraude más qué importa.
Y sí, ya sé que probablemente no publiquen este comentario.

Javier Ágreda dijo...

Tienes razón: los concursos literarios son bastante flexibles al aplicar algunas de sus propias reglas; pero no sólo en nuestro país, en todas partes. He comprobado que, por ejemplo, escritores peruanos bastante prestigiosos han ganado concursos internacionales haciendo exactamente lo que tú denuncias: cambiándole el nombre a un cuento ya premiado para participar en otro concurso. No diría que se trata de un fraude, pero sí de algo éticamente cuestionable.