Callada fuente




Una de las pocas voces femeninas de la generación poética del 70, Sonia Luz Carrillo (Lima, 1948) tiene una larga trayectoria literaria, que va de la poesía social y contestaría de su primer libro, Sin nombre propio (1973), hasta las reflexiones más íntimas y personales de Las frutas sobre la mesa (1998). Continuando en esa dirección, Carrillo acaba de publicar su séptimo libro, Callada fuente (Paracaídas, 2011), un conjunto de más de 50 poemas que unen la evocación de recuerdos de infancia y la denuncia de los males del “mundo actual”, con la meditada celebración de lo momentáneo y fugaz.

Precisamente es el paso del tiempo el gran tema de este poemario. Carrillo exalta el presente a través de la descripción de espacios abiertos en los que, a la manera las instantáneas fotográficas, lo que fluye y se mueve aparece como estático: la “callada fuente” del título del libro, el río Garonna en el poema “Toulouse sosegada a la hora…”, o esos múltiples poemas en que el sol parece petrificado en su plenitud del medio mediodía (“Rituales”, “Sutiles rejas tejidas a las horas”), y que remiten a los de “Cántico” del español Jorge Guillén.

En conjunto, el libro resulta bastante disparejo, pues hay algunos textos demasiado explícitos y directos, que apelan a fórmulas fáciles (como afirma en su reseña José C. Yrigoyen), o en los que se abusa de los versos de una sola palabra. Pero tanto por los poemas mencionados como por “Las niñas mayores no lloran”, “Te estoy oyendo” y “Cría cuervos”, entre otros, Callada fuente representa la llegada de Sonia Luz Carrillo a una más que interesante madurez poética.


 

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