Santa Evita
Tomás Eloy Martínez. Santa Evita (1995)
Largo fue el recorrido del periodista y escritor Tomás Eloy Martínez (1934-2010) para llegar a ser considerado como uno de los más importantes narradores argentinos de la actualidad. Sus primeros libros fueron la novela Sagrado (1968) y La pasión según Trelew (1974), a los que siguieron otros, tanto de narrativa como de investigación periodística. Sólo a partir de La novela de Perón (1985) alcanzaría el reconocimiento general. Su novela, El vuelo de la reina (2002), obtuvo el Premio Internacional Alfaguara de Novela y la más reciente, Purgatorio, fue considerada el mejor libro argentino de 2008: pero para muchos su obra maestra continúa siendo Santa Evita (1995), su personal versión de la historia de Eva Perón, numnerosas veces reeditada y traducida a otros idiomas.
TEM inicia la novela contando los últimos días de Evita, esposa del entonces presidente argentino Juan Domingo Perón, mostrándola en el esplendor de la devoción popular hacia ella y a la vez en los momentos más penosos de su decadencia física. Pronto la narración pasa a centrarse en las peripecias del cadáver de Eva, embalsamado casi a la perfección por el español Pedro Ara. Caído Perón, el nuevo gobernante prefiere mantener oculto el cuerpo de Eva, delegando ese trabajo en un grupo de personajes (entre los que figuran el peculiar coronel Moori Koening) que, ante lo extraño de su misión, tiene un proceder que va de la torpe a lo perverso. Así, el cadáver y sus “duplicados” se desplazan constantemente, llegando incluso hasta Europa, en medio de las situaciones más confusas y absurdas.
Esta historia es contada en paralelo con otras dos líneas narrativas: los recuerdos de la vida de Evita (infancia, adolescencia, amoríos, trayectoria artística); y el proceso de creación de la novela, tanto el trabajo de investigación (entrevistas del autor con los testigos) como las dudas acerca del estilo y las técnicas a emplear. La primera de estas líneas nos muestra a la persona real, a la provinciana María Eva Duarte, y cómo a partir de ella se fue forjando el mito de Evita. La segunda pone en evidencia que la literatura y la historia proceden de una manera similar, transformando sucesos y personas en discursos especializados y ficticios: "A lo mejor la historia no se construía con realidades sino con sueños. Los hombres soñaban hechos, y luego la escritura inventaba el pasado" se afirma en uno de los muchos pasajes de la novela que abordan este tema.
El continuo tránsito entre la realidad, el mito y la ficción es lo más destacable del libro. Para lograrlo TEM apela a una estructura novelística compleja, con frecuentes saltos en el tiempo y diversos puntos de vista, desde el narrador omnisciente que conoce las más íntimas emociones de los personajes hasta la voz, en primera persona, del propio autor. También hay una gran variedad de registros estilísticos que abarcan la prosa periodística, el lenguaje coloquial y una cierta retórica modernista, cercana a las letras de los tangos. Todos estos elementos juntos hacen que incluso los personajes históricos (Perón, Evita, Koening o el propio TEM) adquieran un cierto carácter irreal, acorde con su función dentro de la ficción narrativa.
Mario Vargas Llosa ha señalado, en un elogioso ensayo sobre esta novela, que sin la estructura “asimétrica y laberíntica... sin los excesos sensibleros, las insolencias melodramáticas... esta historia truculenta y terrible sería imposible de creer”. El libro también fue entusiastamente recibido por los otros integrantes del boom (“Aquí está, por fin, la novela que siempre quise leer” afirmó Gabriel García Márquez) quienes vieron en ella una actualización de su viejo afán de totalidad, revitalizado con las parodias, pastiches e incursiones en la cultura de masas propios de la narrativa posmoderna. En los 15 años transcurridos desde su publicación, Santa Evita se ha convertido en una de las novelas fundamentales de la literatura hispanoamericana más reciente.
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