El inventario de las naves
El Apocalipsis tan temido
Alexis Iparraguirre. El inventario de las naves (Estruendomudo, 2008)
Hace unos tres años apareció un grupo de jóvenes y talentosos narradores limeños cuyas primeras obras fueron libros de cuentos fantásticos, completamente opuestos al realismo extremo (violencia y drogas) imperante en la narrativa joven de entonces. La más lograda de esas obras fue, sin lugar a dudas, El inventario de las naves de Alexis Iparraguirre (Lima, 1974), que obtuvo el importante Premio Nacional PUCP de Narrativa 2004. Lamentablemente, la primera edición del libro, realizada por la propia Universidad Católica, no tuvo una adecuada difusión, por lo que la editorial Estruendomudo acaba de publicar una nueva versión de este original conjunto de cuentos, la definitiva, con ilustraciones y mapas que ayudan a entenderlo mejor.
Ambientados en una ciudad imaginaria, pero en la que se puede reconocer a Lima, los siete relatos del libro están estrechamente vinculados entre sí. Los protagonistas son adolescentes que enfrentan los problemas propios de sus edad (aceptación del grupo, descubrimiento del amor, enfrentamientos generacionales) y la proximidad de un misterioso cataclismo. En Sábado, el primero de estos cuentos, encontramos a un grupo de jóvenes en las celebraciones del cumpleaños de uno de ellos. El Apocalipsis se anuncia de diversas maneras, desde elementos simbólicos hasta el “menos” (la sustancia alucinógena que estos jóvenes acaban de descubrir) o el viejo loco que armado con una espada irrumpe violentamente en la fiesta.
Se va creando así, en la ficción, una atmósfera irreal, casi de pesadilla. Los siguientes relatos acrecientan su complejidad, con más frecuentes anuncios del inminente cataclismo, y una intrincada red de citas y alusiones librescas, que van desde la Biblia hasta Cortázar. En El hombre en el espejo, se incorpora lo fantástico más tradicional, a través del viejo tópico del paso al universo del otro lado del espejo; en La Hermandad y La Luna el misterio y horror de vertiente gótica (tres niños videntes dialogan sobre los vaticinios del tarot); y en El inventario de las naves, el relato policial borgiano, pues el texto es casi un remake del conocido cuento La muerte y la brújula. En este relato por fin sucede la catástrofe: un gran huracán destruye casi toda la ciudad.
Pero ya en este punto, la complejidad y los retorcimientos de la trama resultan excesivos. El asesino en serie es un hombre cultísimo que sabe de memoria largos pasajes de la Biblia y la Iliada (en sus idiomas originales); y la trama narrativa se pierde entre puntillosas discusiones acerca de citas y traducciones, y las reiteradas menciones al texto de Borges y a la vida de este escritor. A eso hay que sumar los nexos con los otros cuentos (personajes, temas, lugares), y la llegada del gran cataclismo.
Algunos de estos excesos se pueden encontrar también en los tres últimos cuentos del libro –Proximidad del huracán, Orestes y El francotirador– en los que se da el salto de lo fantástico literario al universo de la ciencia ficción y el cómic posapocalípticos: seres fantasmales o monstruosos conviviendo con los protagonistas humanos en un mundo en ruinas y casi sin vida. Iparraguirre compensa estas incursiones más allá de lo verosímil con una prosa sencilla pero bien trabajada, y dándole una mayor importancia a los diálogos (en los que el habla limeña se combina acertadamente con imágenes poéticas) que a las intervenciones del narrador omnisciente empleado en todos los textos.
Como en el caso de las primeras obras de sus compañeros de universidad y de propuestas literarias (Castañeda, Page, Gallardo, Chávez) acaso El inventario de las naves resulte en algunas páginas demasiado libresco, artificioso o adolescente. No obstante, se trata de un sólido conjunto de cuentos, hasta la fecha el mejor exponente de esta saludable nueva tendencia –cultista, imaginativa y con énfasis en lo formal– dentro de la narrativa peruana actual.
En internet se puede ler el cuento La Hermandad y La Luna.
Otros textos sobre El inventario de las naves: Luis Aguirre, Luis Hernán Castañeda, Marco García Falcón, Daniel Salvo.
Entevistas: Ernesto Carlín, Manuel García, Francisco Melgar, Gabriel Ruiz-Ortega, Carlos Sotomayor.
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