Sicalípticos y reencauchados


En los últimos años del siglo pasado se produjo una proliferación de novelas que contaban las violentas aventuras de los jóvenes limeños de entonces. Los libros fundadores de esa “narrativa de la juerga” seguramente fueron No se lo digas a nadie de Jaime Bayly y Al final de la calle de Oscar Malca, ambos de 1994. Entre las mejores de estas novelas figura Falso al amanecer (1999) de Ernesto Carlín (Callao, 1974) que acaba de ser reeditada como parte del libro electrónico Sicalípticos y reencauchados (Caja Negra, 2013).

Los protagonistas de Falso al amanecer son El Maestro –un joven traficante de drogas– y su grupo de amigos: Despojo, El Beato, Marqués, Bacilo, etc. A ellos los acompañamos por las más exclusivas discotecas de Miraflores, y locales del Callao y los llamados “conos”. Ahí, entre tragos y romances frustrados, ellos más que nada se dedican a conversar, con mucha frescura y humor, sobre los temas más absurdos. Son precisamente eso divertidos diálogos, con abundante “jerga” limeña de la época, y numerosas alusiones literarias y rockeras, lo más logrado de esta narración.

Complementa el libro la novela Un valsecito subterráneo, escrita en 2000 (aunque aquí se publica por primera vez) y que tiene, en gran medida, la misma propuesta narrativa. Se trata de un día en la vida de un joven sicario, fanático del rock subterráneo que además tiene contacto con personajes mayores, quienes se expresan en su propio lenguaje, el de la cultura “criolla” de mediados de siglo XX. Posteriormente Ernesto Carlín, conocido por su labor como periodista cultural, ha publicado otras novelas; pero las reunidas en Sicalípticos y reencauchados son, hasta ahora, lo mejor de su narrativa.

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