Voces de Chernóbil

Testimonios del apocalipsis


Hace algunos meses le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura a la bielorrusa Svetlana Alexievich (Ivano-Frankivsk, 1948), y lo que más llamó la atención es que no se trataba de una escritora de “ficción”, sino de una periodista. Y aunque entonces sus libros (que recopilan numerosos testimonios de personas involucradas en grandes sucesos históricos) no estaban en circulación en nuestro medio, ya han sido traducidos o reeditados y pueden encontrarse en nuestras librerías. Así, hemos leído Voces de Chernóbil. Crónica del futuro (Debolsillo, 2015), el valioso trabajo de investigación que Alexievich realizó a lo largo de diez años y que publicara originalmente (en ruso), en 1996.

Como se sabe, la noche del sábado 26 de abril de 1986, en la ciudad ucraniana de Chernóbil (entonces parte de la Unión Soviética), se produjo el sobrecalentamiento de uno de los reactores de la central nuclear Vladimir Ilich Lenin. Hubo un incendio y una explosión, y se liberaron grandes cantidades de material radiactivo, uno de los mayores desastres medioambientales de todos los tiempos. Cuatro personas murieron por la explosión, pero la mayoría de víctimas fueron los bomberos enviados a apagar ese incendio sin el equipo de seguridad necesario para la ocasión. Después un numeroso equipo de “liquidadores”, se ocupó de limpiar la zona contaminada (un radio de 30 kilómetros) y de evacuar a los habitantes (116,000 personas), quienes tuvieron que abandonar, repentinamente y para siempre, sus casas y todas sus pertenencias.

Alexievich entrevistó a centenares de sobrevivientes de esta apocalíptica tragedia (bomberos, liquidadores, familias afectadas) para elaborar este libro. Su propuesta ha sido dejarlos contar sus historias libremente, manteniendo en el libro lo oral y coloquial de sus palabras; por eso los denomina “monólogos” y no testimonios. Es a través de la suma de estas “voces” que se logra un relato coral y de gran intensidad dramática. El libro se inicia con “Una solitaria voz humana”, el conmovedor monólogo de Liudmila Ignatenko, esposa de uno de los bomberos. Ella cuenta cómo, a mitad de la noche, su esposo fue llamado a atender una emergencia. Liudmila lo volvería a ver al día siguiente, en un hospital tomado por los militares, “hinchado, inflamado… casi no tenía ojos”. La narración prosigue con el proceso de deterioro del hombre y llega hasta la descripción de las terribles deformaciones con las que nació la hija de ambos, pues al momento de la tragedia Liudmila estaba al inicio de un embarazo.

Entre los múltiples recursos literarios a los que Alexievich apela, con bastante acierto y solvencia, están los “coros”, en los que —a la manera de las tragedias griegas— reúne las voces y las inquietudes de una comunidad (pueblo, soldados, niños). También la inclusión, dentro de los monólogos, de las interpretaciones que sobre la desgracia hacen los testigos; así como de sus sueños, con lo que el relato se aproxima a su “imaginario colectivo”. De ahí que los textos lleven títulos tan sugestivos como “Monólogo acerca de viejas profecías” o “Monólogo acerca de cómo dos ángeles se encontraron con la pequeña Olia”. Por todo ello, Voces de Chernóbil es un testimonio periodístico sumamente valioso; y también un libro que –como muchos de los clásicos de la literatura– nos muestra, en toda su diversidad y complejidad, las reacciones humanas ante los grandes acontecimientos históricos.

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