Siete paseos por la niebla


La escritora Yeniva Fernández (Lima, 1969) es egresada de la Escuela de Escritura Creativa de la Universidad Católica y formó parte del grupo literario Anillo de Moebius. Tras figurar en varias antologías narrativas generacionales, publicó su primer libro Trampas para incautos (2009), una prometedora reunión de relatos fantásticos. Seis años después, Fernández nos entrega un sorprendente segundo libro, Siete paseos por la niebla (Campo Letrado, 2015), un conjunto de cuentos que el crítico Elton Honores (especialista en literatura fantástica) ha calificado como “una verdadera obra maestra de la narrativa fantástica peruana”.

Lo fantástico en estos cuentos no está vinculado a lo libresco o abstracto (como en los de Borges), ni a los mitos y leyendas (como en el realismo mágico). Aquí lo extraño y sobrenatural responde más a las famosas teorías del búlgaro Tzvetan Todorov acerca de los fantástico como un quiebre (una “basculación”) dentro de situaciones completamente normales; una teoría que en la narrativa latinoamericana tiene su mejor correlato en los cuentos del argentino Julio Cortázar. Y Fernández parece reconocer su deuda con este maestro a través de una serie de detalles, desde la presencia recurrente de los gatos hasta cuentos demasiado epigonales; como “Antes que caiga la noche”, casi una versión limeña de “Axolotl”, uno de los textos más conocidos de Cortázar.

No obstante, el universo ficcional de estos siete cuentos tiene características propias y muy marcadas. Para empezar, las protagonistas son mujeres solitarias, reflexivas y muy sensibles, lo que les permite convertirse en elementos “mediadores” entre la realidad cotidiana y esos “otros mundos” misteriosos. En ese aspecto resulta ejemplar el cuento “Rutka o la historia de algunas flores extrañas” (según el escritor Fernando Iwasaki “uno de los mejores cuentos fantásticos de la literatura peruana”, aunque demasiado “gótico” para nuestro gusto), en el que una niña siente una especial simpatía por una compañera de escuela marginada y maltratada por el resto de alumnas. Esa amistad le permite a la protagonista descubrir el carácter sobrenatural de esa compañera y su misteriosa familia.

Más logrados nos parecen aquellos cuentos en los que Fernández se aleja de la parafernalia tradicional del horror, y en los que esos “otros mundos” resultan más actuales. En “Una noche en las Dalias” la protagonista mantiene una relación casi virtual, y que culmina en una especie de “cita a ciegas”, con alguien cuya naturaleza no se nos llega a revelar; y en “En memoria de Evelina”, el relato más extenso, la mediadora es una niña de gran sensibilidad estética, quien se ve atrapada en medio de una trágica historia de amor. Este cuento, ambientado en un pequeño y muy particular pueblo del interior del Perú, tiene además una serie de elementos que lo vinculan con temores y tabús muy nuestros.

Es de destacar también el acertado trabajo de Fernández en casi todos los aspectos de la narración: la densidad psicológica de los personajes, la creación de atmósferas propicias, el buen manejo de las tramas y hasta el cuidado del lenguaje, evitando todo tipo de estridencias o excesos. De ahí el entusiasmo de la crítica con estos Siete paseos por la niebla, un muy buen libro de cuentos y la confirmación de la calidad de la narrativa de Yeniva Fernández.

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