Mitad monjes, mitad soldados


El libro más polémico en estos días en nuestro país es Mitad monjes, mitad soldados (Planeta, 2015), una amplia investigación realizada por el periodista Pedro Salinas (Lima, 1963), en colaboración con Paola Ugaz, en torno al Sodalicio de Vida Cristiana, el movimiento religioso católico de origen peruano. Como se sabe, el Sodalicio ha estado envuelto, en los últimos quince años, en una serie de denuncias y escándalos por diversos abusos (incluidos los sexuales) atribuidos a sus líderes y fundadores en perjuicio de los jóvenes que “captaban” en los más prestigiosos y exclusivos colegios limeños. Mediante el testimonio de treinta víctimas de estos abusos, entre ellos el propio Salinas, Mitad monjes, mitad soldados, intenta demostrar la responsabilidad de los principales dirigentes de este movimiento.

El libro está dividido en dos secciones claramente diferenciadas. La primera de ellas es una detallada y documentada historia del Sodalitium Christianae Vitaem (su nombre oficial) y de sus creadores, especialmente de su fundador, Luis Alberto Figari Rodrigo (Lima, 1947). Egresado del colegio Santa María, Figari hizo estudios de Derecho (tuvo de compañero de aula a Alan García) y de Teología, para regresar a su colegio como profesor del curso de Religión; de ese reencuentro con viejos amigos y ante el interés religioso de los jóvenes escolares, nacería el Sodalicio, oficialmente el 8 de diciembre de 1971. Pronto surgirían los primeros problemas entre el Sodalicio y el colegio Santa María, que terminaron con la salida de Figari del colegio por la fuerte influencia que ejercía el movimiento entre los escolares.

El libro de Salinas describe los crueles métodos de adoctrinamiento, los detalles del rápido crecimiento del Sodalicio, y los “sorpresivos” cambios en su directiva. Pero también cuenta la “historia no oficial”, los escándalos que han involucrado a los dirigentes del movimiento, desde que comenzaron las denuncias de los ex sodálites: primero, la de José Enrique Escardó en una revista local, y después las del propio Salinas, en su libro Mateo Diez (2002). Pero la explosión se produjo recién en el 2007, cuando Daniel Murguía (un sodálite muy cercano a Figari) fue encontrado en un hotel, tomándole fotos a un niño desnudo. Desde entonces, los descubrimientos de este tipo, y que involucran a los más altos dirigentes del movimiento, han continuado.

La segunda parte del libro está constituida por los testimonios de treinta ex sodálites, quienes cuentan (la mayoría de manera anónima) los abusos y vejaciones de que fueron objeto por parte de quienes consideraban sus “maestros espirituales”. Estos abusos van desde golpes e insultos (“yo viví esa época como quien vive en una escuela militar”, dice uno de ellos) hasta las más variadas formas del acoso sexual. Incluso se narran violaciones; como en el caso de “Santiago”, un estudiante de segundo año de secundaria a quien, según el libro, Figari habría llevado a su propia casa para adiestrarlo en técnicas de yoga, y terminar teniendo relaciones sexuales. “Lo más extraño es que después de todo eso, me pidió que lo acompañara a misa”, concluye Santiago. Hay incluso el testimonio de una mujer, integrante de la rama femenina del Sodalicio, quien dice haber sido víctima de acoso por parte de Germán Doig, otro de los fundadores del movimiento.

Son diversos los aspectos de interés de este libro, desde los presuntos métodos empleados para “lavarles el cerebro” a las víctimas, hasta los oscuros vínculos del Sodalicio con movimientos similares (como el mexicano Legionarios de Cristo), pasando por el descarnado retrato de toda una generación de jóvenes de clase alta limeña (“Ellos se fijaban en los blanquitos, en los que tenían dinero o los que eran líderes”). Mitad monjes, mitad soldados es un buen trabajo de investigación que está remeciendo a la comunidad católica, no solo en el Perú.

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