Claroscuro



Magíster en Creación Literaria por la Universidad de San Marcos, José Valencia-Arenas (Lima, 1970) se desempeña desde hace algunos años como director de talleres de narrativa, inicialmente en el Perú y después también en el extranjero. Paralelamente está desarrollando una obra narrativa centrada en el cuento, género literario en el que ha alcanzado un especial dominio. Recientemente ha publicado su cuarto libro, Claroscuro (Letra Editores, 2014), un conjunto de 18 relatos breves en los que pasa revista a algunos de sus demonios: la adolescencia, el amor, la traición y la muerte.

La apuesta de Valencia–Arenas es por las ficciones basadas en las situaciones más comunes de la vida diaria, que presenta de una manera ligera y hasta risueña, pero a las que mira desde una perspectiva original y novedosa. Así, muchos de sus relatos parten de personajes y escenas cotidianas para culminar con la tradicional sorpresa final. Es el caso del relato “Antes”, que solo en las últimas líneas permite conocer la naturaleza del personaje narrador; en “Falda escocesa”, con el descubrimiento del fetichismo del protagonista; y también en “Dos hombres”, que al final sorpresivamente se convierte en la historia de un crimen accidental.

Sin lugar a dudas el gran tema de este libro son los “claroscuros” de las relaciones de pareja, las ambigüedades y secretos que siempre existen entre un hombre y una mujer, por más estrecho y duradero que sea el vínculo afectivo que los una. Algo que se presenta claramente en cuentos como “Los meses del año”, el recuento de una accidentada relación que dura exactamente ese tiempo; así como en “Cajas” y “Cathy es una buena chica”, los más extensos del libro y en los que el autor narra relaciones sentimentales llenas de giros, sorpresas y cambios radicales. En general, aunque los relatos no aborden el tema, esos claroscuros son un elemento importante en la mayoría de los cuentos, como en “Por qué escribo”, “Departamentos”, “La tentación de la carne”, etc.

Formalmente Valencia-Arenas apuesta por un minimalismo extremo. No solo escoge el momento central de la historia, evitando contar los previos y las consecuencias, sino que además usa el lenguaje más sencillo: oraciones cortas y sin adornos retóricos: “Llevo recorrido un mediano camino. Leer, escribir cuentos, relatos ha sido el entrenamiento. En ortografía he mejorado desde aquellos escolares tiempos…”, Como se puede comprobar, salvo algunos cuantos adjetivos, en los textos prima el trabajo de edición para darle al lector solo lo esencial de cada historia, y que la imaginación complete el resto con entera libertad.

Pero ese afán por la concisión se convierte finalmente en un problema, pues los relatos se circunscriben demasiado a las anécdotas contadas, sacrificando la densidad de los personajes, las connotaciones de las historias y hasta la relación con el contexto socio-cultural. Por eso los cuentos de Claroscuro nos dejan la impresión de textos de “taller”, trabajados para que tengan la mayor “eficacia” narrativa, aunque con ello pierdan bastante de su riqueza temática.


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