La ciudad más triste
Tres poemarios le han bastado a Jerónimo Pimentel (Lima, 1978) para ser considerado el más importante poeta peruano surgido en lo que va del siglo XXI. No obstante, su más reciente libro es una novela, La ciudad más triste (Alfaguara, 2012) que recrea el breve paso del escritor Herman Melville por Lima –en 1841, cuando formaba parte de la tripulación de un barco ballenero–, ciudad que el norteamericano describió con las palabras del título de este libro y en la que probablemente comenzó a escribir Moby Dick (1851).
El relato está conformado por una veintena de cartas que, desde Lima, Melville le escribe a un amigo, el escritor Nathaniel Hawthorne, y en las que abundan las citas y alusiones literarias. Para compensar esa carga metaliteraria, Pimentel hace que su protagonista pase por las más diversas experiencias “típicamente” limeñas, desde un golpe de Estado hasta un terremoto, todas ellas vistas con bastante distancia y como manifestaciones de los peores defectos de los peruanos: “Lima no es una ciudad sino un estado de suspensión, un hipo congelado, un homenaje al Dios pagano de la indecisión”.
Este Melville parece tener muchas ganas de contarlo todo; pero sus cartas resultan demasiado subjetivas, pues se extienden en reflexiones que no buscan tanto la racionalización como el desarrollo de un discurso poético, lleno de imágenes y que apela a un lenguaje musical y bien trabajado. Finalmente, son esas reflexiones, y no lo narrado, lo más interesante de La ciudad más triste. Un libro que encaja bien dentro del estereotipo de “novela de poeta”, pero que también representa un notorio progreso dentro de la obra de Jerónimo Pimentel.
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En Prisa Ediciones se pueden leer los dos primeros capítulos de la novela. Otro capítulo en Caretas.
Otros textos sobre La ciudad más triste: Ernesto Carlín, Enrique Planas, Revista Correo, Renato Cisneros, Gabriel Ruiz Ortega, Jaime Cabrera, Rosana López-Cuba.
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