Diario de Santa María
Edgardo Rivera Martínez. Diario de Santa María (Alfaguara, 2008)
Lejos de todas las modas y polémicas literarias, Edgardo Rivera Martínez (Jauja, 1933) ha desarrollado, desde los años 60, una narrativa valiosa y de gran calidad, pero que recién alcanzó el reconocimiento general treinta años después, con País de Jauja (1993). Continuando con la propuesta de ese libro, una novela de formación centrada en la feliz conjunción de la cultura occidental y las tradiciones de origen andino, Rivera Martínez acaba de publicar su tercera novela, Diario de Santa María (Alfaguara, 2008).
La protagonista de este nuevo libro es Felicia, joven culta y sensible, amante de los bailes y canciones tradicionales andinos. Ella estudia en el colegio Nuestra Señora de Santa María (cerca de Jauja), un internado “regentado por monjas isabelinas”. El relato está constituido por el diario que Felicia escribe durante su último año de secundaria (1935), cuando comparte su habitación con Solange, una francesa amante de la literatura, el arte y la música europea. Pronto se establece una estrecha relación entre ambas jóvenes, con un fuerte componente erótico, y en la que ambas descubren asombradas el universo cultural de la otra.
Como el Claudio de País de Jauja, Felicia es una escritora en aprendizaje, y por ello el verdadero eje de la novela es la constitución de su universo poético personal, en el que prima el gozo por la vida (de ahí el nombre de la protagonista). En este universo se integran autores como Vallejo, Eguren y Melgar con Safo, Labé y García Lorca; además de yaravíes, huaylarsch y tunantadas. Un momento clave de la narración es cuando Felicia se anima a transcribir al diario uno de sus poemas (p. 145). Pero estos versos, demasiado castizos y modernistas, no muestran la riqueza y complejidad de los elementos literarios y culturales que, según la novela, se están fusionando en ellos.
Debe haber sido un gran reto para el autor narrar desde el punto de vista de una adolescente, especialmente las páginas correspondientes al despertar sexual de Felicia y la relación con Solange. Por momentos sentimos que estas jóvenes resultan demasiado racionales y maduras (no cometen excesos, controlan siempre su emotividad), o que se debió desarrollar más el enfrentamiento con la rígida autoridad del internado. Pero esos son detalles menores que no desmerecen en absoluto a Diario de Santa María, una novela que ratifica la calidad y el interés de la narrativa de Edgardo Rivera Martínez.
(Artículo publicado previamente en La República)
En Ciberayllu se pueden leer varios fragmentos de la novela.
Otros textos sobre Diario de Santa María: Ricardo González Vigil,
Entrevistas: El Comercio, Gonzalo Galarza, Rebeca Vaisman,
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1 comentario:
Amigo Ágreda, ¿cuándo va a publicar la reseña sobre Oreja de Perro?
Rafo L.
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