Toque de queda

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Raúl Tola. Toque de queda (Planeta, 2008)

Antes de hacerse conocido como periodista de televisión, Raúl Tola (Lima, 1975) debutó literariamente con la novela Noche de cuervos (1999), que sirvió de base a la película Bala perdida de Aldo Salvini. Pero fue con Heridas privadas (2002), una serie de relatos enlazados entre sí y a medio camino entre la novela y el libro de cuentos, que Tola llamó la atención de la crítica con su propuesta que apelaba a las más modernas técnicas e influencias de la narrativa norteamericana. Seis años después, Tola radicaliza esa propuesta en Toque de queda su nuevo libro de relatos.

Son 16 los textos aquí reunidos, todos relatos independientes de entre dos y diez páginas de extensión. Y aunque la carátula y el título del libro hagan pensar en la violencia política de las décadas pasadas, ese tema sólo aparece en algunos cuentos. Lo que sí es una constante es la presencia de personajes solitarios y retraídos, cuyas vidas transcurren en los márgenes de la sociedad. En “Roxi espera”, por ejemplo se trata de un travesti que todos los jueves, en los alrededores del malecón de Miraflores, se encuentra con “un hombrecillo escuálido y calvo”. El final de esta peculiar relato de amor es completamente anticlimático: Roxi reconoce a su amante en la calle y al tratar de acercarse a él “… tropieza y cae, sintiéndose tontita”.

Una historia similar es la de “Un lugar llamado Antonia”. La protagonista es una prostituta bondadosa de un pueblo tan pequeño que, afirma ella, “todos (los hombres del pueblo) habían pasado en mis brazos la última noche de su inocencia”. En “El sobre” Santiago es “un hombrecito morocho y feo”, portero y encargado de la limpieza en una importante revista, quien recibe por ese trabajo “un sueldo de hambre y un cuartito en el sótano”. La soledad y desamparo de estos personajes es experimentada también por el lobo de “El método” y por los emigrados (africanos y latinoamericanos radicados en España) de “La Jauría”, el primer y el último cuento del libro, respectivamente.

La irracional violencia subversiva (“Toque de queda”, “La víspera”) y antisubversiva (“La chica de la posada”) hace que incluso personajes socialmente adaptados, y hasta acomodados, compartan la sensación de ser sobrevivientes indefensos. Pero los mejores relatos del libro son aquellos en que Tola le otorga esos rasgos a sus personajes sin recurrir al efectismo de explosiones o matanzas. En “La garza blanca”, por ejemplo, el tema es precisamente el rechazo de la violencia de la cacería, aunque ésta sea casi un “rito de paso” para los hombres de ciertas clases sociales. En la misma línea hemingwayana, y también protagonizado por un anciano, está “El veterano”.

No obstante, lo radical de las opciones narrativas de Tola contribuye poco al desarrollo de los cuentos. El minimalismo y la fragmentación de Heridas privadas son llevados aquí al extremo, convirtiendo la mayoría de los textos en una simple yuxtaposición de escenas apenas esbozadas, a la manera de un videoclip. En “Los últimos invitados” se nos muestra a José como un comprensivo y amable jefe de familia; pero, en las últimas líneas, nos enteramos que José tiene secuestrada y sometida a las peores vejaciones a una muchacha. La misma estrategia se emplea en “Eleazar López, ídolo del pueblo”, “Paciente en casa” y “Criaturas irracionales”, que remite inevitablemente a un muy difundido incidente, protagonizado por el propio autor y su novia, una conocida actriz.

A la fragmentación al interior de los relatos se suma la dispersión del conjunto. Si en el anterior libro los cuentos tenían varios personajes en común (lo que le daba unidad y coherencia al conjunto), en Toque de queda, Tola apuesta más bien por la diversidad: desde la fábula a la manera de Esopo (“El método”), hasta el experimentalismo de “La jauría”. Por todo ello, Toque de queda resulta un libro demasiado irregular y confuso, acaso el más débil de los tres publicados hasta ahora por Tola.


En Internet se puede leer el cuento "El sobre".
Otros textos sobre Toque de queda: Juan Francisco Ugarte.
Entrevistas: Planeta, Carlos Sotomayor.

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