Mujeres difíciles, hombres benditos


Fernando Ampuero. Mujeres difíciles, hombres benditos (Alfaguara, 2005)

Aunque su obra literaria abarca casi todos los géneros (narrativa, poesía, teatro), Fernando Ampuero es conocido más que nada como cuentista. Su primer libro fue un conjunto de relatos, Paren el mundo que acá me bajo (1972), al que después seguirían otros, hasta llegar al consagratorio Cuentos escogidos (1998) editado por Alfaguara como parte de una colección dedicada a cuentistas latinoamericanos como Cortázar, Onetti y Monterroso. Tras publicar un par de poemarios y la polémica crónica novelada El enano (2001), Ampuero retorna a la narrativa breve con el libro de cuentos Mujeres difíciles, hombres benditos (Alfaguara, 2005).

Casi todos los relatos del libro están centrados, como se anuncia en el título, en las diferencias de caracteres y comportamientos de hombres y mujeres, más específicamente dentro de la relación de pareja. Gracias por la fantasía, el primero de los ocho cuentos, es la historia de un peruano maduro y sereno que conoce en México a Azucena, una hermosa artista "de avant garde". El amor entre ambos surge instantáneamente, a pesar de la fama de libertina de la artista, pero las locuras de Azucena (escándalos y protestas públicas) terminan separando a la pareja: "No la llamé al llegar a Lima, ni la volví a llamar nunca más... algunas personas contamos con una suerte de desidia que nos preserva de las chifladuras".

En la misma línea están La visita del cometa, previamente publicado en Cuentos escogidos, en el que un joven empresario enamora a una azafata sin saber que ella está a punto de estallar emocionalmente; y El deseo del abismo, sobre una mujer que busca un compañero que la ayude a superar el "bloqueo" sexual y la anorgasmia. En la mayoría de estos cuentos los narradores son los personajes masculinos, quienes desde el asombro y la perplejidad, como ha señalado el crítico Julio Ortega, se ven involucrados en sucesos que escapan de su control. Pero además de perplejidad, estos hombres dan muestras de una ingenua obsesión por lo bello y bastante superficialidad en su conocimiento de lo femenino.

Como ya señalamos a propósito de los cuentos de Bicho raro (1996), un libro demasiado disparejo, también en estos relatos Ampuero cae frecuentemente en ciertos lugares comunes y estereotipos, especialmente en lo que respecta a las descripciones de mujeres ("el ceñido polito... definía su angosta cintura y realzaba su busto generoso"), además de mostrar una marcada tendencia al esnobismo y al abuso de los referentes "culturosos". Sólo en el primer cuento se menciona a Dorian Gray, la pintura rococó, el Aleph, Isadora Duncan, Sergei Essenin y un largo etcétera.

Los mejores relatos de Mujeres difíciles, hombres benditos son aquellos que abandonan ese tipo de detalles y en los que el autor parece dejarse llevar por la trama, sin perder de vista el efecto final. En La aventura, que de alguna manera remite al cuento Malos modales, un grupo de jóvenes capitalinos enfrenta la aventura de hacer canotaje en el río Cañete, aunque en realidad el tema es las diferentes respuestas de hombres y mujeres ante esta experiencia. Y en Una vaga astrología, tres redactores de un periódico limeño tratan de descubrir la identidad de la secreta admiradora de uno de ellos. En ambos casos los aciertos parten de la elección del narrador, que no es el protagonista de la historia.

Hay además en este libro un abierta opción por la sencillez y claridad, que forma parte de la búsqueda del autor de un cierto carácter oral para sus relatos. No se apela a elipsis ni complicaciones estructurales; el lenguaje es gramaticalmente simple y sin adornos retóricos, salvo algún adjetivo poco común. Opciones que hacen que los textos resulten de fácil lectura, pero que también acarrean ciertos riesgos literarios. Mujeres difíciles, hombres benditos es, en conjunto, un buen libro de cuentos, más homogéneo y coherente que los publicados anteriormente por Fernando Ampuero.

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