El reconocido escritor peruano Alonso Cueto (Lima, 1954) hizo su debut literario en 1983 con un libro de cuentos publicado en España: La batalla del pasado, un conjunto de once cuentos que tratan, según el propio autor, sobre “las relaciones que tenemos con nuestro pasado, con nuestros recuerdos... y la lucha contra emociones como el arrepentimiento, la vergüenza y la nostalgia”.
Todos estos elementos están ya presentes en el primer
cuento, “La venganza de Gerd”. Un profesor universitario recibe a una joven
escandinava que busca asesoría para su tesis sobre César Vallejo. El parecido
asombroso de esta joven con Gerd (una noruega con la que el profesor sostuvo un
breve romance de juventud) hace que él trate infructuosamente de averiguar su
origen. Una vez concluida su tesis, la joven desaparece para siempre.
Pero el pasado no es el único tema. Otros tanto o más
importantes son la soledad, la falta de comunicación, la función de las
representaciones artísticas y la familia como grupo cerrado y opresivo. En “Los
muertos” un joven encuentra el diario de una tía recientemente fallecida y en
él descubre cómo esa tía se opuso a las relaciones de su hermano –el tío Jaime,
un solterón también fallecido– con cierta desconocida Beatriz.
Se puede hacer un esquema general de las tramas de estos
cuentos. Los protagonistas son siempre personajes solitarios, ya sea por
provenir de familias como las descritas o por estar inmersos en el mundo de las
artes y las letras. Estos solitarios se atrevieron a “vivir” una sola vez en
sus vidas, conociendo el amor e involucrándose en asuntos mundanos. La
experiencia no resultó muy grata y por eso vuelven heridos y desilusionados a
su soledad. Pero las consecuencias de esta pequeña salida al exterior los
continuarán acosando. Una variante es cuando el solitario delega a otro para
que viva “una vida que debió haber sido suya” y es entonces el destino de ese
otro personaje el que no permite al solitario vivir tranquilo (“El soldado”,
“La sombra de una duda”).
Pero limitándonos a los argumentos no hacemos justicia a
estos cuentos escritos según los preceptos de Henry James, uno de los
escritores que más se preocupó por los aspectos técnicos y artísticos de la
narrativa. La huella del maestro se nota en todo, la forma en que se construyen
los personajes, la preferencia por los problemas internos (psicológicos o
morales) a las acciones externas, el empleo de un lenguaje que rehuye tanto lo
literario como el coloquialismo y hasta
la elección de personajes altamente responsables y agudamente
conscientes (como recomendaba James). que proporcionan un adecuado punto de
vista al relato.
El esmero con el que ha sido trabajado cada uno de estos
aspectos hace que cuentos como “La batalla del pasado” o “La venganza de Gerd”
resulten sumamente singulares y valiosos en nuestra narrativa. Hechos en base a
personajes marginales y atípicos, que viven aislados de su contexto social,
estos cuentos tienen además un cierto carácter atemporal y casi abstracto. Son
como los bodegones en la pintura, ejercicios de composición y de aprendizaje
técnico, necesarios para enfrentar con éxito obras más reales.
Acaso por eso en el segundo libro de cuentos de Cueto, Los
vestidos de una dama (1987), los personajes son mucho más cotidianos, se ganan
la vida en oficios comunes, hablan como limeños, cometen bajezas, etc. Pero a
la vez el rigor del trabajo literario desciende un poco. Este proceso continuaría
con Amores de invierno (1994) en el que ya se incurre en excesos de
coloquialismos, modernización y violencia. Por eso es tan importante La batalla
del pasado, sin lugar a dudas el mejor libro de relatos de Alonso Cueto.
Alonso Cueto es autor de más de veinte libros de narrativa
entre novelas y conjuntos de relatos. Entre los más destacados figuran La
batalla del pasado (1983), El tigre blanco (1985), Demonio del mediodía (1999), La hora azul (2005, Premio Herralde) y El susurro de la mujer ballena (2007).
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