El ciervo en la carretera

 

Xavier Echarri (Lima, 1966) formó parte del grupo de poetas jóvenes surgidos a inicios de los años noventa, a los que algunos críticos denominaron “los novísimos”. Estos jóvenes continuaron la rica tradición de la poesía peruana iniciada en los años sesenta, y que cuenta con voces tan reconocidas como Cisneros, Hinostroza y Watanabe. En esa línea se encontraban los primeros poemas de Echarri, reunidos en el libro Las quebradas experiencias y otros poemas (1993), que obtuvo el segundo lugar en una Bienal de Poesía Copé.  Poco después Echarri se trasladó a Estados Unidos a continuar su formación académica, obteniendo un doctorado por la Michigan State University. Desde entonces ha residido en ese país, donde ha escrito, a lo largo de más de 20 años, los textos que conforman su segundo libro El ciervo en la carretera y otros poemas (Borrador editores).

La poesía de Echarri se caracteriza por imágenes claras y significativas, en las que predominan los elementos naturales y cósmicos. A partir de estas imágenes se desarrolla un discurso en el que  los referentes personales y culturales, la ironía y el lenguaje tiene un papel determinante. Sus temas recurrentes incluyen la muerte, la fugacidad de lo humano y la naturaleza de la poesía misma. Un claro ejemplo es el poema “La mantis impía”: “…más delgada que su exoesqueleto / se atusa la peluca / que va pelos perdiendo.  / La mantis atea tiene unos ojos grandes grandes casi / tan grandes como el pico / que clava, sonriendo, entre rezos, a sí misma. / Devorarse el vientre, morderse el ombligo, / Prometeo y el buitre al mismo tiempo….  / No cree en nadie mientras reza / la mantis impía / y solo teme / al beso de lengua de la Iguana”. Un poema que además nos remite al de José Watanabe, “La mantis religiosa” (1989), con el que evidentemente dialoga.

Como en su primer libro, En El ciervo en la carretera, Echarri organiza sus textos en pequeños poemarios, nueve en total, ordenados cronológicamente: “Tau” (1996-1997), “De piedra en piedra” (2010), “Tratado de la muerte. Cráneo de caballo” (2011-2012), “Cantar en un camposanto” (2015) y “El corazón de la alcachofa” (2016-2017), entre otros. Esta estructura permite seguir la evolución del poeta y observar cómo ciertos hitos de su vida influyen en su obra, como el adiós a la adolescencia en “Tau” o la muerte de su padre en “Padre” (2008-2009).

Esta estructura, además, invita a seguir la evolución de esta poesía. Y acaso uno de los aspectos más notables de esta evolución es el uso del humor. En sus primeros poemas, Echarri emplea una ironía culturosa, similar a la de Antonio Cisneros. Sin embargo, en sus trabajos más recientes, adopta un humor más carnavalesco y lúdico con las palabras, como se aprecia en “Casa”: “… como si hiciera una misa en masa, / sobre una mesa, / con una moza musa. / Como un huaco en una huaca hueca”; y también en “El cantar de Nerón”: “Llevada a un extremo la poesía /  puede parecer un trimo… / ¿Qué trino? / Cretino / Cretrino. Y no es casualidad que estos dos poemas sean en realidad “artes poéticas”, textos en los que el autor reflexiona sobre su propio proceso creativo.

A pesar de esta autorreferencialidad, la mayoría de los textos de Echarri pueden leerse y disfrutarse de manera independiente. Son poemas que combinan la experiencia personal, la rica imaginería y un trabajo verbal meticuloso para transmitir las ideas, emociones y cuestionamientos que los inspiran. En suma,  El ciervo en la carretera y otros poemas es un reencuentro gratificante con la poesía de Xavier Echarri.

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