tag:blogger.com,1999:blog-7556765.post114124436952252868..comments2024-03-20T01:58:34.272-05:00Comments on Lecturas: Ni pan ni circoJavier Ágredahttp://www.blogger.com/profile/09934034334683419572noreply@blogger.comBlogger1125tag:blogger.com,1999:blog-7556765.post-1141245293832933102006-03-01T15:34:00.000-05:002006-03-01T15:34:00.000-05:00Copio los poemas de la sección FragmentosILivianas...Copio los poemas de la sección <B>Fragmentos</B><BR/><BR/><BR/>I<BR/>Livianas, dulces flores del mediodía<BR/>más puras que nunca en los<BR/>sepulcros andinos,<BR/>y tan leves, acribilladas en los muros<BR/>de la maleza crispada de horror.<BR/>No es el rocío el que cae y las baña<BR/>sino el llanto de las madres<BR/>frágiles como la lluvia<BR/>corolas de harapos<BR/>en un ramo de violencia<BR/>donde se agitan irritados capullos<BR/>negras banderas y cálices insurrectos<BR/><BR/>II<BR/><BR/>Entre el lento follaje y las ruinas<BR/>un vuelo desnudo: coronas de furia<BR/>y zumbidos sobre los muertos azules.<BR/>Bajo el fuego cruzado huye la niebla<BR/>sin luz en los ojos.<BR/>No hay nadie en la casa serena del cielo<BR/>y se pudren los muertos.<BR/>Miserable esplendor: la mosca azul<BR/>en la boca, otro cantar en la soledad.<BR/><BR/>III<BR/><BR/>De todo lo que fue y un golpe de luz<BR/>destrozó, en la desolación<BR/>y la inocencia, entre masacres<BR/>encendidas por la muerte<BR/>con sangre de corderos, de pronto<BR/>un día nuevo bajo la sombra del hacha:<BR/>el sol frío de la claridad se abre<BR/>y en las alturas de nieve<BR/>sobre las tumbas sin olvido<BR/>una última flor respira por todos.<BR/><BR/>IV<BR/><BR/>Lo que el día dice con tanta claridad<BR/>sosn tus ojos sin nadie, es tu boca vacía<BR/>y el pecho perforado como el paisaje.<BR/>En las quebradas de un dulce sueño<BR/>líneas de fuego y círculos de buitre:<BR/>espantable geometría del cielo.<BR/>Hogueras de nieve, los pastores difuntos<BR/>arden, bailan los demonios<BR/>en el atardecer.<BR/>Máscaras de la bondad<BR/>inútiles y cada vez más sombrías.<BR/><BR/>V<BR/><BR/>No extraterrestre ni subterráneo<BR/>sino sobre la tierra, comprendo con los ojos<BR/>como balcones hundidos en el firmamento<BR/>que hay una estrella fugaz en todo sueño<BR/>y horribles huellas en las estaciones<BR/>que cruzan por el rostro de los desaparecidos.<BR/>Labran los pueblos fantasmas el estremecimiento<BR/>y el terror, el llanto oscuro<BR/>y el deseo como un camino que no llegó<BR/>cuando empieza la aurora<BR/>con los dedos ensangrentados<BR/>y acaricia las tumbas, y todo termina<BR/>con un grito, como los muertos en los caminos.<BR/><BR/>VI<BR/><BR/>Nada sino la luz: otro asombro<BR/>meridiano y luminoso<BR/>en el campo desierto<BR/>cuchillo que atraviesas<BR/>con dulce filo<BR/>el cielo estival y perfecto.<BR/>Nada sino la sombra: otra espada<BR/>clavada en el paraíso<BR/>como un hacha<BR/>en el árbol de las vidas<BR/>cercenadas<BR/>a mitad de camino<BR/>sin abandonar la esperanza<BR/>al entrar en los círculos podridos<BR/>argollas de mierda con momias<BR/>políticamente enjoyadas<BR/>disfraces polvorientos, máscaras<BR/>y corderos degollados.<BR/>Profanas escrituras:<BR/>genitales en los muros sagrados<BR/>chorreadas consignas<BR/>de sangre y lamentos.<BR/>Lo viejo bajo el sol<BR/>y el volcán de lo nuevo<BR/>encendido como un cráter<BR/>en la luna<BR/>fría y neutral.<BR/><BR/>VII<BR/><BR/>Las casas se estrechan como hermanas<BR/>recordando a los que partieron.<BR/>Están deshabitadas, pero cantan:<BR/>las aves las han poblado<BR/>y se escucha al forastero que entró<BR/>como un arco de violín en esa música.<BR/>Todos partieron, sólo la ceniza quedó,<BR/>el rincón del amor amedrentado, sin brasas,<BR/>no se sabe qué corazón tomó<BR/>para desaparecer, como el ave<BR/>sin árbol ni cielo.<BR/><BR/>VIII<BR/><BR/>En los límites que sólo el silencio<BR/>conoce y revela, hay huellas<BR/>que vienen y van, que se detienen<BR/>como para escuchar o volver,<BR/>y son cada vez más hondas hasta llegar<BR/>convertidas en zanjas, y<BR/>comprendemos<BR/>por qué se borraron los rastros<BR/>en los límites que sólo el silencio<BR/>conoce y revela.<BR/><BR/>IX<BR/><BR/>Qué panes repartirán los trigales<BR/>fulminados, qué sombra brindarán<BR/>los altos eucaliptos que ayer<BR/>permanecían enhiestos, llenos de plata<BR/>las suaves hojas. Devastados han sido<BR/>y sin panorama yace el paisaje.<BR/>Una ficción sobre otra hacen esta realidad<BR/>sin límites, donde el poema se ordena.<BR/><BR/>X<BR/>Árboles, arroyos, cascadas suspendidas<BR/>en un hilo de agua, música de fondo<BR/>en los abismos nevados y silencio<BR/>porque son trozos los que escuchan.<BR/>Se veían bandadas como mantos<BR/>que cubrían los cerros encendidos,<BR/>aves desconcertadas, sin destino,<BR/>y estampidos de terror en la lejanía.<BR/>A dónde ir como el colibrí que se detiene<BR/>y reverbera como una señal sin destino.<BR/>La otra vida tiene el rostro de los pastores<BR/>sin rebaño, y bala, bala,<BR/>y trota y se arrodilla y se queja.<BR/><BR/>XI<BR/><BR/>No es la noche, en la altura enjoyada,<BR/>la que cae en la oscura contienda,<BR/>ni el rayo. Son otras sombras abatidas<BR/>las que fueron fulminadas. Tantos años<BR/>de crueldad bañaban los rostros de<BR/>las mujeres.<BR/>La piel de los mapas estaba manchada<BR/>con rastros de sangre y cruces marcadas,<BR/>trazos de horror, puntos muertos, incrustaciones.<BR/>Rama sin árbol, florece y sostén a las aves;<BR/>tranqueras sin camino, detén las catástrofes.<BR/>Nunca es más clara la noche que en las fosas<BR/>donde descansa el sol. Víctimas del rebaño,<BR/>los balidos, las ramas,<BR/>las espinas y las piedras, tiemblan.<BR/><BR/>XII<BR/><BR/>Ángeles tiznados vuelan por los altares,<BR/>ebrios de aceite y humo, con las alas quemadas<BR/>en los escombros del cielo, bajo la nieve incendiada.<BR/>Estallaron los lamentos en el coro<BR/>de la impecable carnicería. En un árbol cercenado<BR/>arde el Paraíso perdido. Ni adán ni Eva<BR/>se salvaron, el lienzo los dejó huir<BR/>desconsolados. En la tela yacen<BR/>los rayos, las aureolas, las espadas<BR/>pisoteadas. Imágenes de la crueldad,<BR/>mutiladas en el atrio en llamas.<BR/>Los Arcángeles estuvieron armados<BR/>y es fuego lo queda, sin lámparas.<BR/><BR/>XIII<BR/><BR/>Los días se suceden en el horizonte<BR/>y giran con las plumas crispadas<BR/>entre las confusas retamas.<BR/>Lols rencores del sol han calcinado<BR/>los costillares donde brota la hierba<BR/>sin sentir: Alguien reposa con indiferencia<BR/>sobre el camino por donde se quejaron.<BR/>No importa que no escuche: no tiene respuestas.<BR/>No importa que no vea: no tiene deseos.<BR/>No importa que no hable: lo dice todo.<BR/><BR/>XIV<BR/><BR/>La lluvia cayó, pálida como los muertos,<BR/>la lluvia, que entonces era una fiesta,<BR/>también se bate y estalla sobre las tejas.<BR/>Otra vez las chozas están perforadas,<BR/>la maleza crispada y llorante.<BR/>No hay ya más lágrimas sin rostros<BR/>que caigan sobre los camastros hundidos<BR/>por la ausencia. Cuerpos y almas errantes<BR/>buscan enloquecidos un lecho blando<BR/>en el fondo del río.<BR/><BR/>XV<BR/><BR/>No hay certidumbre en las tierras acogedoras,<BR/>ni claridad, ni silencio, ni palabras<BR/>como el canto del gallo. Es la errancia<BR/>hacia ninguna parte, después de todo.<BR/>Un río con sangre es también la ciudad,<BR/>con emboscadas en la niebla, muertes impunes,<BR/>sacrificios y avisos que deslumbran a los pobres,<BR/>desamparados por el reloj que marca otro tiempo,<BR/>en el mismo día inmóvil y a la misma hora en que huyeron.<BR/><BR/>XVI<BR/><BR/>De todo esto queda la tierra calcinada<BR/>y el pecho con latidos que no comprenden<BR/>tanta sangre vertida, restos de quimeras,<BR/>fragmentos que fueron todo y ahora no evocan<BR/>ninguna plenitud. Al amanecer,<BR/>las puertas vencidas dan al cementerio<BR/>donde la primavera cubrió con oro<BR/>lo que ahora es leve ceniza de sus sueños<BR/>dorados por el olvido<BR/><BR/>XVII<BR/><BR/>Desterrados al difícil sol, en los arenales<BR/>regados por lágrimas como fragmentos<BR/>de su dolor, han llegado hasta aquí,<BR/>después del sol, lejos de la tierra<BR/>que los vio bailar con máscaras relucientes<BR/>lentejuelas, penachos y sonajas,<BR/>y han llegado a estas fiestas con otras máscaras,<BR/>disfrazados con trampas en el carnaval.<BR/>No cantan; se lamentan, tendidos como zanjas,<BR/>en otras fosas que la garúa horada<BR/>cubiertos con trajes y máscaras extrañas.<BR/><BR/>XVIII<BR/><BR/>Qué dice el sol del día yacente,<BR/>qué dice la luna de la noche insepulta.<BR/>Flores fugaces en la hierba se abren<BR/>en resplandores que anuncian matanzas.<BR/>Si algo toca esa luz no es el pecho<BR/>sino un torso que amó su desventura;<BR/>so algo respira es el ramo marchito,<BR/>y la furia que arrasa puentes, muros,<BR/>lamentos y palabras que nadie comprende.<BR/><BR/>XIX<BR/><BR/>El viento es una lápida ligera<BR/>sobre las fosas, y la lápida un muñón<BR/>que sangra: último fragmento o suspiro<BR/>de una pasión sin razón ni sueño.<BR/>Tantas cosas han sucedido, tantas cosas<BR/>han pasado como estaciones, de un momento<BR/>a otro, en los recodos, en las calles,<BR/>en las plazas con estatuas mutiladas.<BR/>Ojos que no ve, corazones que ya no sienten<BR/>junto a los hijos muertos, a la intemperie.<BR/><BR/>XX<BR/><BR/>Es la íntima alegría del canto<BR/>lo que nos queda, lo que sobrevive<BR/>y sobrevivirá en la noche perfecta.<BR/>Llegamos juntos de otras tierras<BR/>y partiremos separados, sin efigies<BR/>ni monumentos, como ellos.<BR/><BR/>XXI<BR/><BR/>Y ahora, todo tan nuevo, tan lustral,<BR/>que lo que se piensa se hace y florece.<BR/>La ráfaga es la brisa, el disparo un silbido<BR/>que no hiere o destroza sino encanta.<BR/>Se encontró lo perdido, se continúa el camino<BR/>con otras huellas que no se arrastran ni huyen.<BR/>Un estampido de palomas recorre el cielo.<BR/>Es una espiga el sueño, el grano de trigo<BR/>el pan, alimentos de la alegría.Javier Ágredahttps://www.blogger.com/profile/01851156812378926104noreply@blogger.com