El bosque de las plumas


Con una tradición de más de tres mil años, la literatura china ha atravesado por muy diversas etapas en las que eventualmente unos géneros han predominado sobre los otros. En lo que respecta a la poesía, se suele considerar que una de las mejores épocas correspondió a los siglos VII y VIII de nuestra era, cuando ese país estaba gobernado por la dinastía Tang. En ese período aparecieron los llamados “cuatro poetas eminentes”, el más importante de los cuales fue Li Tai Po (701-762), quienes llevaron este género literario casi hasta el extremo del refinamiento artístico. Recientemente se ha publicado en nuestro medio El bosque de las plumas (Lucerna Editores, 2017), una antología bilingüe de poemas de Li Tai Po traducidos por los peruanos Fernán Alayza Alves-Oliveira y Ricardo Silva-Santisteban.

“Genio celeste”, “Inmortal proscrito en la tierra” son algunos de los apelativos con los que sus compatriotas se refieren a Li Tai Po, y están relacionados con las múltiples leyendas que sobre su vida se cuentan. Como refiere Fernán Alayza en el prólogo de este libro, el poeta nació en Suyab (en el Asia Central) en el seno de una importante familia. Según palabras del propio poeta: “a los cinco años recitaba a los clásicos y a los diez leía a las cien escuelas”. A pesar de eso, su vida estuvo llena de viajes y de aventuras. En el año 742 fue llamado a integrar el Han Lin o Academia del bosque de las plumas, una “institución dedicada a componer obras literarias para el deleite del emperador”. A partir de entonces se vio involucrado en varias intrigas y enfrentamientos entre las familias reales, por lo que fue desterrado y posteriormente perdonado. Murió en Dang Tu, según cuenta una de esas leyendas, al intentar adueñarse del reflejo de la luna en el río.

Encontramos en estos poemas las ya conocidas características de la literatura oriental: capacidad de sugerencia, trasfondo moral y, especialmente una fecunda observación de la naturaleza y el paisaje: “Profundas arboledas; por momentos, ciervos;/ mediodía en el arroyo sin tañer de campanas./ Bambúes silvestres penetran las brumas azules” (p.27). Pero en los versos de Li Tai Po estas descripciones naturales suelen contener veladas alusiones literarias, “citas de otros grandes poetas chinos como Qu Yuan, Cao Zhi, Sima Xiangru...” (p. 11); o son un alegórico telón de fondo para las actividades humanas y para la suntuosidad y riqueza de la vida cortesana: “Cuando desciende la luna, tras el Palacio del Levante,/ sus destellos postreros iluminan la muralla. Mantos y tocados brillan contra la nube y el sol” (p. 51).

El libro incluye además una “Breve nota sobre poética china” en la que el poeta y traductor Ricardo Silva-Santisteban expone las múltiples dificultades que tienen que enfrentar quienes intentan trasladar literatura china al español: la escritura ideogramática, la ausencia de preposiciones y pronombres, los verbos que aparecen únicamente en infinitivo y hasta el carácter “tonal” de ese idioma. A esto hay que sumar, en el caso de la poesía, las cualidades “pictóricas” de los ideogramas (cada uno una palabra monosilábica) que le dan a los textos en su versión original un aspecto armonioso y agradable a la vista. “El traductor se enfrenta a un arte espacial y pictórico que tiene que comprender a través de un lenguaje taquigráfico” (p. 18).

Por todo eso es especialmente meritorio el trabajo realizado en esta antología de poemas de Li Tai Po cuyo título, El bosque de las plumas, es el del más antigua publicación de poemas de este autor. Un libro que forma parte de la importante colección Los Alimentos Terrestres, publicada por la revista literaria Lucerna y dedicada a recuperar obras maestras de la literatura universal.

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