El Vigésimo


Abogado de profesión, Gonzalo Mariátegui (Lima, 1943) tiene otras dos pasiones: las artes plásticas (como pintor, escultor y galerista) y la literatura, pues es autor de siete libros de narrativa, desde La cuerda floja (cuentos, 1996) hasta Memorias de un pícaro llamado Misterio (novela, 2015). A ellos se suma ahora El Vigésimo, un conjunto de ocho cuentos, breves historias que parten de situaciones y personajes cotidianos para desembocar en finales que definen de un solo trazo el destino de los protagonistas. Es el caso de “El calígrafo”, la historia de Justo Pérez, quien desde su niñez estuvo obsesionado con el arte de la caligrafía, lo que a la larga lo lleva a “firmar” una infinidad de niños no reconocidos por sus propios papás. O “Error de oficio”, en el que un artista plástico se hace pasar por “pintor de brocha gorda”, para acercarse a una mujer hermosa.

La nota introductoria de este libro también está a cargo de un escritor prestigioso. En este caso se trata del poeta y crítico Marco Martos, quien afirma que Mariátegui demuestra “un conocimiento intenso de las pasiones humanas, las que va describiendo con sobriedad minimalista en cada uno de estos relatos”. Y además señala un punto importante: que en El Vigésimo Mariátegui nunca habla de sí mismo: “El sobrio diplomático que ha recorrido el mundo llevando el nombre del Perú, vela su interioridad, disfraza sus sentimientos, no aparece en ningún lado como persona”. Una saludable opción, especialmente en estos tiempos del exhibicionismo literario de las autoficciones.

No hay comentarios: