Sustitución

Mutilados y sometidos


Jack Martínez (La Oroya, 1983) es parte de la generación de críticos literarios que se inició publicando en Internet, en su caso en la revista virtual El Hablador, de la que era uno de los responsables. Después de más de diez años de ejercer la crítica, y tras iniciar sus estudios de doctorado en Northwestern University (Illinois), Martínez dio el salto a la narrativa con la novela Bajo la sombra (2014), un relato no del todo logrado que apelaba a la vieja tradición picaresca para hablarnos sobre la búsqueda del padre. Martínez continúa desarrollando ese tema, pero en otro registro, en su segunda novela, Sustitución (Planeta, 2017).

Jesé es un joven norteamericano, hijo de un peruano que en los años sesenta obtuvo la nacionalidad estadounidense haciendo el servicio militar por ese país, experiencia en la que perdió una pierna. Ingeniero biomédico (acaso por solidaridad con su padre) recién recibido, Jesé conoce a Laura, una socióloga que realiza una investigación sobre la comunidad de descendientes de emigrantes latinoamericanos en EE.UU. Así la pareja inicia una peculiar relación, basada en las mentiras que él le cuenta sobre el pasado de su familia. Pero es sin lugar a dudas la verdadera historia del padre, que Jesé va descubriendo poco a poco, la más interesante dela novela. En esa historia hay de todo: pobreza extrema, traición, cobardía, guerra, mutilaciones, alcoholismo, asesinatos, un cadáver desaparecido, prisión y finalmente suicidio.

Ya en Bajo la sombra se notaba la tendencia de Martínez a darle a las historias de sus personajes demasiadas peripecias, a pesar de que las suyas son novelas más bien breves. Aquí esas peripecias tienen además grandes dosis de violencia y brutalidad, que las llevan hasta el límite de lo verosímil. Y no solo se trata del padre de Jesé, también su madre y hasta Laura, en cuya infancia hay episodios de abuso sexual. No obstante, ni Jesé ni Laura se muestran afectados por esos sucesos de su pasado; al contrario, parecen haber salido ilesos de esas terribles experiencias. Algo que se expresa también en el propio lenguaje, frío y directo, sin ningún vuelo expresivo, con el que Jesé (personaje y narrador) nos relata todas esas historias.

De esta manera, Martínez lleva su novela hacia lo grotesco y lo mórbido, muy cerca de los universos ficcionales de Mario Bellatin o David Cronenberg, en los que las aproximaciones a las situaciones y experiencias extrañas van unidas a ciertos atisbos a los más oscuro de la psicología de los personajes, o a reflexiones religiosas y metafísicas. Pero eso no sucede en esta novela, en la que hay unas pocas páginas en las que Jesé se anima a describir con cierto detalle las emociones de su padre ante esas situaciones extremas (p. 80, por ejemplo). En general, Sustitución nos deja la impresión de una novela contradictoria (lo exagerado y violento de los sucesos, frente a la simpleza elemental de los personajes y el lenguaje) y que mereció un mayor desarrollo.

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