El monarca de las sombras


El escritor Javier Cercas (Ibahernando, 1962) viene desarrollando una notable saga novelesca en torno a la Guerra Civil Española; una saga en la que además, explora los límites entre historia y literatura. Fue recién con su cuarta novela, Soldados de Salamina (2001), que Cercas captó la atención de la crítica en su país y en todo el mundo. Ya convertido en uno de los escritores de habla hispana más importantes, y con sus obras traducidas a más de treinta idiomas, Cercas nos entrega su octava novela: El monarca de las sombras (Random House, 2017), un proyecto largamente postergado, la reconstrucción de la vida de Manuel Mena, tío abuelo del autor que murió en combate (a los 19 años de edad), como oficial del ejército franquista.

Cercas inicia la investigación con el testimonio de su propia madre, Blanca Mena, quien en su infancia vivió en la misma casa que Manuel, en el pueblo de Ibahernando. Inevitablemente el escritor tendrá que viajar varias veces a ese pueblo, inicialmente en compañía del cineasta David Trueba, a entrevistar a los ancianos que conocieron a Manuel y a quienes heredaron documentos y objetos de aquella época. Estas entrevistas son presentadas con abundantes detalles, para brindar a los lectores los entretelones del propio proceso de escritura de la novela; aunque el autor reiteradas veces nos dice que no está escribiendo una novela, que lo suyo es más bien una búsqueda de la verdad histórica. Algo similar a lo que hizo en su anterior novela, El impostor (2015), sobre la vida del sindicalista español Enric Marco.

El retorno a sus propios orígenes se vuelve para Cercas una revisión crítica de la historia de su familia, que era de las más importantes política y económicamente del pueblo de Ibahernando, y de su opción por el franquismo. La minuciosa reconstrucción le permite mostrarnos claramente las diferencias ideológicas entre el campesinado reaccionario, del que formaba parte los Cercas y los Menas, y el campesinado más pobre, aquel que optó por la causa republicana. Eso a pesar de que ambos grupos tenían muchas más cosas en común. A décadas de distancia, Cercas se da cuenta de que sus parientes fueron los equivocados. Así lo dice en uno de los pasajes más emotivos del libro:


  • Tío Manolo no murió por la patria… murió por nada, porque le engañaron haciéndole creer que defendía sus intereses, cuando en realidad defendía los intereses de otros y que estaba jugándose la vida por los suyos cuando en realidad solo estaba jugándosela por otros. Que murió por culpa de una panda de hijos de puta que envenenaban el cerebro de los niños y los mandaban al matadero.


Hay otras virtudes que resaltar en el libro, que van hasta los aspectos más literarios; como el excelente capítulo final (en el que confluyen acertadamente las diversas líneas narrativas) y la contraposición entre el héroe guerrero, que muere en acción (el Aquiles de la Ilíada) y el héroe fundador, aquel que guía a su comunidad (amigos, familia, patria) en medio de circunstancias difíciles (el Ulises de la Odisea). Cercas recuerda que Aquiles aparece una sola vez en la Odisea, para lamentar su prematura muerte: “Preferiría ser el más pobre y rudo campesino sobre la tierra que el rey en este mundo de sombras”. De ahí el título de la novela, que enfatiza lo erróneo e inútil del heroísmo de Manuel Mena.

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