Isabel de los mares


La nueva novela histórica latinoamericana suele enfocarse en los siglos XVI y XVII: la conquista, las primeras generaciones de mestizos y la forja de la identidad de los países del continente. Así lo ha hecho también el abogado y diplomático peruano Ernesto Pinto-Bazurco (1946) en Isabel de los mares. Primera embajadora de América (Titanium, 2014), una amplia y ambiciosa novela centrada en la vida de la navegante y descubridora Isabel Barreto (1561-1612), la primera y única mujer que ha alcanzado el título de almirante de la Armada Española.

Poco se sabe sobre el origen de Isabel, ni siquiera dónde nació; pero sí que pasó su infancia en el naciente Perú (aquí se asume que es peruana y mestiza) y que se casó, en Lima, con el navegante español Álvaro de Mendaña. La pareja organizó una expedición para recorrer el océano Pacífico, que partió del Callao (1595) y que después de descubrir numerosas islas, llega hasta las Filipinas. Ante la repentina muerte de Álvaro, Isabel asume el mando de la expedición y, luego de mil peripecias regresa a América: primero a México y después al Perú.

A pesar de un cierto esquematismo en los personajes y el excesivo dramatismo de algunos pasajes, Pinto-Bazurco sale bien librado del gran reto literario de esta novela histórica de casi 400 páginas, alternando la aventura con las cuestionadoras reflexiones de Isabel, quien siempre trata de demostrar que los Incas viajaron por mar hasta China. Hay incluso algunos capítulos de Isabel de los mares sumamente logrados, como los de la estadía en la “Isla de las mujeres”; o la muerte de la protagonista, exiliada en su casa de Huancavelica, obsesionada con la blancura y la transparencia.


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