El náufrago de la santa



Además de su reconocida labor como crítico, Peter Elmore (Lima, 1960) también ha desarrollado una importante obra narrativa, centrada en la exploración del relato policial. La inició con El enigma de los cuerpos (1995), una novela negra a la que siguieron Las pruebas del fuego (1999) y El fondo de las aguas (2006), que se han ido alejando del realismo para incursionar en lo fantástico y simbólico. En esa línea, Elmore acaba de publicar El náufrago de la santa (Peisa, 2013), que remite a una Lima casi gótica de mediados del siglo XX.

El protagonista es Enrique Marrou, un médico que debe certificar la defunción de un joven cuyo cuerpo ha sido varado por el mar. Marrou descubre que el joven aún está vivo, aunque en estado de coma, y desde entonces se desarrolla una fuerte relación entre el médico y el paciente, al que llaman “Ismael”. Una vez que recupera la conciencia (pero no el habla ni la memoria), Ismael se vincula con todas las personas del entorno del médico; pero su peculiar presencia hace estallar los conflictos familiares más secretos, desencadenándose varios sucesos violentos.

Lo más logrado en la novela es la creación de atmósferas enigmáticas –apelando tanto a descripciones como al lenguaje–, y la peculiar galería de personajes secundarios que, como ha señalado Federico de Cárdenas, se generan como en un juego de espejos (cada personaje tiene su “doble”). Pero el énfasis en lo inquietante hace que el relato pierda dinamismo, a lo que se suma la falta de integración de algunos elementos de la narración. El náufrago de la santa es un libro interesante, aunque no llega a superar a las anteriores novelas de Elmore.

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