Memorial del convento


José Saramago. Memorial del convento (1982)

En España, a los 87 años de edad, acaba de fallecer José Saramago (Portugal, 1922), uno de los mayores escritores de nuestro tiempo y Premio Nobel de Literatura 1998. Sin estudios uiniversitarios y tras ejercer los más diversos oficios, publicó en 1947 su primera novela Tierra de pecado, pero dejaría este género literario, en sus propias palabras porque “no tenía nada que contar aún”, para retomarlo 30 años después con Manual de pintura y caligrafía (1977) y Levantado del suelo (1980), libros que obtuvieron diversos premios literarios en su país. Pero su consagración internacional se produjo recién con Memorial del convento (1982).

Este libro es una ambiciosa novela histórica ambientada en el Portugal de inicios del siglo XVIII y que cuenta dos historias muy diferentes. Una es la de la construcción de un convento que el Rey Juan V ordena en cumplimiento de una promesa religiosa. El deseo del Rey de que este obra sea un testimonio de su grandeza, conduce a sucesivas ampliaciones del proyecto y con ello también del número de trabajadores, que llega a 50 mil obreros, lo que le da a la obra el carácter de una epopeya popular. La segunda historia está centrada en la relación de Baltasar y Blimunda (él, a pesar de tener sólo una mano, es uno más de esos obreros; ella tiene la facultad de ver el interior de las personas y las cosas), dos aldeanos de la región que se ven envueltos en la empresa del padre Bartolomeu Lourenco de crear una máquina voladora.

Ambos relatos, imbricados dentro de una misma narración, se complementan para producir un completo retrato de época: en una está todo lo “real”, los trabajos cotidianos, el esfuerzo colectivo; en la otra los sentimientos más íntimos, los ideales y mitos, la fuerza de voluntad que mantiene vivo a cada ser humano. El realismo con que se cuenta lo relacionado al convento no omite detalles como la presencia de chinches en el lujoso lecho de los reyes o las huellas de viruela en el rostro de la princesa, alcanzando su mejor momento en el episodio del traslado de un enorme bloque de mármol de un extremo a otro del país. En cambio, en la historia de Baltasar y Blimunda priman lo mágico y sobrenatural, lo alegórico y poético, al punto que la máquina voladora llega a elevarse impulsada por esferas de cristal que contienen almas humanas.

Resultan evidentes las semejanzas con una serie de novelas históricas latinoamericanas como El reino de este mundo, Yo el supremo o Noticias del imperio (un conjunto al que la crítica ha denominado “Nueva novela histórica latinoamericana”) y especialmente con el barroquismo y lo real maravilloso de Carpentier, una influencia que el propio Saramago ha reconocido. Pero mientras el escritor cubano apelaba a un lenguaje libresco y erudito, muchas veces difícil de entender, el portugués tiende más a un tono oral, con apelaciones al lector, juegos de palabras y frecuentes digresiones humorísticas, irónicas o piadosas. El pleno dominio de estos y otros elementos de la técnica narrativa hace que el lector llegue a sentir el entusiasmo y hasta el placer del autor al describir ambientes y emociones, o al inventar historias para cada uno de sus personajes.

Esa “complacencia narrativa”, que nos remite a los grandes novelistas de todos los tiempos (desde Cervantes hasta García Márquez), es característica de la primera etapa de la obra de Saramago, constituida en su mayor parte por novelas históricas sumamente críticas y abocadas a rescatar los casi siempre olvidados sacrificios y trabajos, sueños y esperanzas, de la gente más pobre. En otras novelas más recientes –La caverna (2000) o Ensayo sobre la lucidez (2004)–, ambientadas en nuestro tiempo, lo ideológico y el peso de las tesis a demostrar, relegaron sustancialmente aquel placer de la narración misma. Pero Saramago siempre retornaba a  lo mejor de su obra, con libros como El viaje del elefante (2008) o Caín (2009), los últimos que publicó.

3 comentarios:

Pollo dijo...

Demasiada pena para un viernes, mi breve homenaje aquí

Anónimo dijo...

ES una odiosa lástima que Saramago haya tenido que morir y más aún que pocos le llevaran el apunte sobre su opinión. Pero igual se queda en sus libros y eso lo hace más infinito en las lecturas venideras. Gracias, Saramago.

Unknown dijo...

Hola a todos, les escribo para recomendarles una página en donde podrán encontrar información sobre eventos culturales que se realizan en recintos importantes. Espero les guste tanto como a mí. Saludos.
http://www.cultura.unam.mx/