La iluminación de Katzuo Nakamatsu (2)

higa
El marginal en su laberinto.
Augusto Higa Oshiro. La iluminación de Katzuo Nakamatsu (San Marcos, 2008)

Hay entre nuestros narradores seniors (de 50 años de edad o más) dos grupos claramente definidos y casi antagónicos: los vinculados al Grupo Narración (Gutiérrez, Reynoso, Martínez, etc.) y los llamados “criollos” (encabezados por Cueto y Ampuero), que cuentan con una mayor presencia mediática. La famosa polémica entre escritores andinos y criollos de hace tres años, no fue otra cosa que un enfrentamiento entre esos dos grupos. Un enfrentamiento que, al menos en lo que respecta a las obras literarias, están ganando los primeros, con libros como La iluminación de Katzuo Nakamatsu de Augusto Higa Oshiro (Lima, 1947).

Según Borges todo destino humano se decide en “un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es”. Para Katzuo Nakamatsu –niséi peruano de 58 años de edad– ese momento se produce mientras contempla un árbol de cerezos (símbolo de la cultura japonesa) en un parque limeño. Entonces descubre la proximidad de la muerte y también que a pesar de haber pasado tantos años en Lima “simplemente la había vivido con indiferencia y lejanía, sin involucrarse, impasible, extraño, marginal…”. Es el inicio de un descenso al infierno de la locura, que concluirá con Nakamatsu –un respetable profesor universitario– vagando desnudo por las calles limeñas.

Después de esa “iluminación” Nakamatsu comienza a vestirse como un par de personajes marginales de Lima de los años 40, sobre los que estaba realizando investigaciones académicas: el poeta Martín Adán y el japonés Etsuko Untén. Con esta anacrónica indumentaria, como si se tratara de un Quijote, sale a realizar largas caminatas por la ciudad. Cada capítulo del libro corresponde a una de esas “salidas”, que en conjunto abarcan toda la Lima de la época de Martín Adán. Y en todas ellas se encuentra lo mismo, calles sucias y deterioradas en las que deambulan los marginados: delincuentes, niños sin hogar, alcohólicos, prostitutas, homosexuales, etc.

Paralelamente a ese recorrido del laberinto limeño, Nakamatsu realiza un viaje interior, tras sus recuerdos y su identidad. Recuerda a sus amigos, a su esposa muerta, a sus padres y a los jóvenes japoneses que llegaron al Perú hace 60 años. Y se van haciendo más evidentes los síntomas de su locura y las huellas de sus ancestros japoneses. Ambos procesos, los recorridos urbanos y el viaje interior, convergen cuando Nakamatsu encuentra, en el centro del laberinto, la belleza que siempre soñó; y con ella, la locura. Poco después, también la paz espiritual, gracias a la ayuda de la yutá Miyagui, una médium okinawense.

Así Higa une en esta breve e intensa novela los dos elementos más importantes de su obra: el interés por los barrios más populosos y tradicionales de Lima, manifestado en su libro de cuentos Que te coma el tigre (1977) o la novela Final del Porvenir (1992); y la “ambigüedad entre su original mundo niséi y el mundo criollo”, expresada en el libro testimonial Japón no da dos oportunidades (1994). Y lo hace renovando su lenguaje literario, cambiando lo coloquial y oral de su narrativa inicial por una prosa artística y sumamente trabajada. El reto parece ha sido escribir sobre este submundo urbano empleando un lenguaje elevado; y aunque en algunas líneas la prosa chirría un poco, los resultados son buenos.

Los temas y recursos señalados se complementan con el aprovechamiento de la tradición literaria, pues a los autores mencionados se añaden mucho otros, tanto occidentales como orientales. Esta rigurosa forma de encarar la creación es una constante en las obras de madurez de los ex integrantes del Grupo Narración, a cuya segunda promoción perteneció Higa. La iluminación de Katzuo Nakamatsu se suma así a los más recientes libros de Gutiérrez, Morillo, Reynoso y otros, conjunto que incluye mucho de lo más importante en la narrativa peruana de los últimos años. Sin embargo, los premios literarios y reconocimientos internacionales suelen ir a autores y obras de menor valía. Una injusticia que seguirá generando polémicas y discusiones.
(Artículo publicado previamente en el suplemento Semana del diario La Primera)


Otros textos sobre La iluminación de Katzuo Nakamatzu: Javier Ágreda, Pedro Escribano, Gabriel Espinoza, Juan Francisco Ugarte, Ricardo González Vigil, Diego Alonso Sánchez.
Entrevistas: Francisco Ángeles, Ernesto Carlín, Maribel de Paz, La Primera.

1 comentario:

José Luis Tahua dijo...

Bien Agreda, ELEMENTAL /PRECISO /CONCRETO , tres elementos del KUNG FU aplicados a la escritura, una buena invitación a Higa.... Encontrar la referencia de Adán ....pensar o recordar el barrio Magdalena .... LA CASA DE CARTON ..la tengo en una humilde edición cubana. Oiga cumpa le emvío unos trabajos poéticos por cual medio, pero me dice SI O QUE, no vaya a salir como la tía Patricia Riveros? ...creo. SUERTE