Un millón de soles

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Jorge Eduardo Benavides. Un millón de soles (Alfaguara, 2007)

Después de sus grandes retratos narrativos de la Lima de los 80 –Los años inútiles (2002) y El año que rompí contigo (2003)– Jorge Eduardo Benavides (Arequipa, 1964) completa su trilogía de novelas políticas con Un millón de soles, la historia de Juan Velasco Alvarado y su dictadura militar, desde el golpe con el que obtuvo el poder en octubre de 1968 hasta aquel otro golpe que se lo quitó en agosto de 1975. Una ficción que sigue cronológicamente, a la manera de una crónica, el septenato que duró esa dictadura personalista y autoritaria, que con sus polémicas reformas cambió definitivamente el rostro del Perú.

Reconocido admirador de Vargas Llosa, Benavides ha optado en este libro por el modelo de La fiesta del Chivo y no por el de Conversación en La Catedral. Más que una novela total, la suya es una aproximación al entorno del dictador, a los entretelones de sus decisiones políticas, a las intrigas de sus ministros y asesores. El relato está constituido casi exclusivamente por las conversaciones entre estos personajes, entre los que destaca un joven Vladimiro Montesinos, asesor del ministo del Interior. Son diálogos técnicamente bien trabajados, aunque el abuso y reiteración de ciertos detalles (los vasos de whisky, por ejemplo) llegan a hacer tediosa la lectura.

Sorprende que Benavides le haya dado más protagonismo a Montesinos que al propio Velasco Alvarado. Mientras el asesor aparece en diferentes contextos –hasta enamorando a la hija de un ministro– al dictador apenas lo vemos en su despacho vociferando alguna orden o fumando nerviosamente. No se relata ningún episodio de su pasado, ni se dice nada de su enfermedad o problemas personales. El hombre que convirtió su rostro en el emblema más característico del "gobierno revolucionario de las FFAA" es en esta novela una sombra sin voluntad ni vida propia. Incluso varios de sus ministros resultan personajes más logrados.

El énfasis en las intrigas de este oscuro grupo de asesores termina trivializando importantes sucesos históricos, como la reforma agraria –objeto de tantos libros de ensayo y hasta novelas– o la expropiación de los diarios y empresas de TV. Solo al final, en el Epílogo del libro, Benavides se anima a narrar directamente todo lo relacionado con la huelga de los policías (febrero de 1975) y los saqueos que precedieron a la caída de Velasco. Son, sin lugar a dudas, las mejores páginas de Un millón de soles y una muestra del potencial novelesco de esta fascinante etapa de nuestra historia.


Se puede leer un capítulo de la novela bajándolo de aquí como PDF.
Otros textos sobre Un millón de soles: Ernesto Carlín, Edmundo Paz Soldán.
Entrevistas: Ernesto Carlín, Pedro Escribano, Diego Otero, Enrique Patriau, Enrique Planas, Tomacini Sinche López, Carlos M. Sotomayor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aquellos que piensan encontrarse con una crónica fiel a los hechos, pueden irse olvidando de "Un millón de soles", la novela de Jorge Eduardo Benavides,
en cuya preparación afirma haber empleado casi tres años. Como el propio autor lo afirmó en el acto de presentación de su libro, debe entenderse que se trata de un
trabajo de ficción. Por ello no se le puede reprochar haberse tomado ciertas libertades, como la inclusión del capitán Montesinos, el suicidio de uno de los
ministros luego de la caída de Velasco, etc. El modelo tiene ciertos puntos comunes con "Conversación en la Catedral": en lugar de dos personas bebiendo en un bar del Rímac, en la novela de Benavides tenemos a un cuarteto de militares jugando una partida de poker. El novelista hace uso de la prerrogativa que tiene para cambiar nombres, añadir supuestos diálogos y reuniones, incluir personajes no históricos, y demás artificios que son precisamente lo que distinguen a una novela de un reportaje. Lo que no se le puede perdonar es que, al emplear nombres y lugares reales, lo haga con tal descuido que no parece que realmente hubiera investigado las cosas tal como afirma.
Así, tenemos que en la página 45 indica que "el Gobierno Revolucionario (...) había
tomado el control del IPD". El IPD no existía, recién se creó en 1,981, es decir cuando Velasco no solo había sido depuesto, sino que estaba muerto. Lo que había era el Consejo Nacional del Deporte, transformado por el propio Velasco en el INRED.
Otro error imperdonable es haber confundido la tendencia política de las centrales sindicales. Cuando ocurre una reunión de los directivos con "Ya sé que la CGTP de los apristas todavía tiene mucha fuerza..." (pág. 181), "el dirigente de la CTP pertenece a la línea más radical de la izquierda..." (pág. 312). El error se repite en la pág. 286, y no son errores de imprenta, hay que aclararlo. Cualquier peruano sabe
que es al revés.
Asimismo, luego de hablar sobre la manifestación de Miraflores, posteriormente hay una "reunión" en la que se discute dicha manifestación: en esa misma escena se habla de la expropiación de los medios de prensa que debería realizarse para el 28 de
julio. Pero, Sr. Benavides, si precisamente la manifestación del 29 de julio de 1,974 fue por haberse producido la toma de los medios. Es decir, invirtió Ud. los hechos: primero la protesta y después el motivo que la originó. Se nota una falta de seriedad
investigativa verdaderamente alarmante en la confección de la obra.
Otra de las cosas que se podrían reprocharle a esta novela es la desaparición de
Velasco al final de la novela. No hay un retrato del dictador en los últimos días del poder. Son los personajes secundarios los que toman la acción en sus manos,
incluida la dramática aparición de un recaído general "Ravines". No se menciona la pérdida de la pierna de Velasco, tal vez por temor a especular. También se muestra el autor temeroso al no tratar los posibles planes de Velasco respecto a Chile.
En resumen, terminada la lectura, uno tiene la impresión de que la gran novela de ficción sobre el septenato aún no ha sido escrita. Pero esta es, por supuesto, mi opinión.

Gabriela Palomino dijo...

Si bien es cierto, que Benavides se aleja un poco de su personaje principal, otorgando protagonismo a otros; a mi opinión es una novela elaborada y la narrativa de Benavides me agrada mucho.

Un saludo Javier.