Enciclopedia mínima


Ricardo Sumalavia. Enciclopedia mínima (PUC, 2004)

Profesor universitario y escritor, Ricardo Sumalavia (Lima, 1968) es una de las voces más originales surgidas de las últimas generaciones de narradores peruanos. Se dio a conocer con el libro de cuentos Habitaciones (1993), pero el minimalismo y concisión de su prosa, además de la capacidad de sugerencia y tendencia a lo fantástico de sus relatos, encontraron su mejor expresión en Retratos familiares (cuentos, 2001). Todas estas características son llevadas al extremo en Enciclopedia mínima (PUC, 2004), el más reciente libro de Sumalavia que reúne medio centenar de relatos, entre breves y brevísimos.

Partiendo de situaciones cotidianas, y en apenas unos cuantos párrafos, Sumalavia logra entregarnos textos que concluyen con ese final contundente que tanto buscan los cuentistas y que cambia completamente todo lo descrito y narrado. En Verdaderas amigas, por ejemplo, dos niñas conversan. Al final nos enteramos que se trata en realidad de una sola niña conversando con su “amiga invisible”. En Gata de París, un hombre despierta con una gata sobre las piernas y mientras la acaricia recuerda a las mujeres de su vida: “su esposa, su hija o su amante”. La línea final es concluyente: “Pero esta vez fue más fácil lanzarla por la ventana”. Entre ambos cuentos no llegan a sumar ni 150 palabras.

El propio Sumalavia ha explicado, en diversas entrevistas, que la economía de su narrativa debe mucho a la estética oriental, que conoció de cerca durante su experiencia como profesor universitario en Corea del Sur y también por su labor como editor de la colección Orientalia de la Universidad Católica. Cuentos como La niña ante el espejo, Almas perdidas o Gata de París reproducen exactamente la estructura de un haiku: tres oraciones, las dos primeras describiendo una situación que cambiará radicalmente con la información proporcionada en la tercera. Además, hay en este libro una sección completa, titulada Monogatari, en la que el autor presenta sus propios haikus acompañados de introducciones en prosa que les dan un cierto carácter narrativo.

Como en toda enciclopedia, en ésta cada sección trata de pasar revista a los más diversos temas: las experiencia urbanas en la sección Homini et orbi, lo libresco en Letra negra, los viajes en Tramontanos, el erotismo en Prostitución sagrada y hasta los gatos en Mininos. Pero es en la ya mencionada Monogatari donde resultan evidentes los peligros de la propuesta de Sumalavia de hacer “literatura” a partir de sucesos comunes o triviales. No basta con sólo mencionar algo, hace falta además una cierta profundización reflexiva, que no tiene que estar explícitamente presente, pero sí transmitirse al lector de algún modo. Y eso no sucede en textos como Mercado de frutas o Comunión, acaso porque la brevedad de las introducciones o la simpleza y economía de los versos no lo permiten.

Problema similares se pueden encontrar en otras partes del libro, y parecen ser señales de agotamiento en la poética de esta primera etapa de la obra de Sumalavia. En algunos de los textos más breves, el autor parece haber trabajado solamente los títulos (siempre irónicos y originales) y los finales sorpresivos: Almas perdidas, Geografía, El alma de la fiesta. También en los relatos más extensos, en este caso de más de una página, en los que el radical minimalismo retórico hace echar de menos aquellas imágenes, o al menos algunos adjetivos, que nos muestren que hay una cierta densidad de contenidos detrás de lo narrado: Primeras impresiones, La voz de Apolo, Star.

A pesar de los reparos, el balance de esta Enciclopedia mínima es positivo pues lleva hasta las últimas consecuencias (a manera de conclusión y resumen) la opción del autor por una narrativa regida por la concisión y la sencillez, entregándonos un buen número de textos dignos de cualquier antología de relatos breves. Esperemos que Sumalavia continúe su interesante obra narrativa enriqueciéndola con nuevos aportes literarios.

1 comentario:

Javier Ágreda dijo...

Copio algunos cuentos breves de Enciclopedia mínima





VERDADERAS AMIGAS

Una pequeña niña se acercó a otra notoriamente más espigada y alta, y le preguntó por qué sus padres y hermanos insistían en decirle que no existía, que se trataba solo de una amiga imaginaria.
-No me vengas otra vez con lo de tu familia. Ya te he dicho que ellos solo están en tu mente- precisó la más alta.
-Está bien- respondió la pequeña, titubeante, mirándose las manos, como si de ese modo pudiera evitar que se desvanecieran.


EL ALMA DE LA FIESTA

No vamos a aceptar que interrumpan nuestra reunión y pretendan llevárselo. Muchos años de esfuerzo y preparación nos ha costado convocarlo. Además, gracias a él nuestras sesiones semanales se han convertido en una verdadera fiesta. Y, si amparados en sus leyes quieren echar la puerta abajo y entrar, que lo hagan. Con ello solo conseguirán que todos nosotros, urgidos de su presencia intangible, aquí o en cualquier parte, lo invoquemos nuevamente para sentirnos animados.


ALMAS PERDIDAS

Aquella vez, en la cantina de Don Claudio, perdí hasta el alma jugando a los dados. En una segunda oportunidad, no solo la recuperé, sino que, incluso, regresé a casa con mucho dinero y otras tres almas que metí dentro de una caja de cartón y guardé en el compartimiento superior del clóset. Uno nunca sabe el valor que puede adquirir lo que no se ve.


LA NIÑA ANTE EL ESPEJO

La niña descubrió que el espejo de su ropero no reflejaba las huellas que le había dejado el sarampión en el último verano. Al día siguiente, mientras sus dedos palpaban los desagradables forúnculos que cubrían sus mejillas, observaba con sorpresa cómo la niña del espejo deslizaba sus dedos sobre un rostro lozano y atractivo. Al tercer día rompió el espejo, como es costumbre en estos casos, porque la belleza no tolera lo horrible, y viceversa.


PRIVATE EYE

Últimamente hubo cambios en la oficina. He descubierto que para resolver los casos, tengo que solicitarle a mi vieja secretaria, la señorita Sara, que revise los expedientes. Ella enseguida se mimetiza con extrema naturalidad y asume los roles de la víctima o del criminal, ofreciéndome las pistas y evidencias que requiero. Por supuesto, ahora soy más selectivo con los casos que atiendo. Evito la sangre, que tan mal les cae a la señorita Sara y a las pocas camisas que ella buenamente me plancha por las mañanas.


TRAZOS Y DICTADOS

Nunca imaginé que mi gata Borsi, al ser presentada a estela, mi novia, levantara una de sus patas, expulsara delicadamente sus uñas y, como quien remata el trazo de una rúbrica, dejara una paralelas perfectas sobre le mejilla de la mujer que creía amar. Durante unos segundo permanecí inmóvil, con la gata aún entre mis brazos, observando el rostro desencajado de Estela y las diminutas gotas de sangre que asomaron por aquellas líneas, a modo de lágrimas anticipadas por el compromiso que, yo no lo dudaba, llegaba a su fin. Los latidos del corazón de Borsi solo podían estar dictándome que algunos amores son una débil representación del azar.


CONFUSIÓN

Colocó el bozal al gato, lo enganchó a su correa y lo llevó al parque para que orinara al pie de un árbol y echara tierra con sus patas traseras sobre el minúsculo excremento recién depositado.
De vuelta a casa, el gato, lamiendo desanimadamente un hueso, le ofrece una mirada resignada y compasiva a su amo, mientras este le repite una y otra vez que es su mejor amigo.


GATA DE PARÍS

La gata negra de sus anfitriones apareció sobre sus piernas mientras él hacía una siesta en el sillón principal del piso parisino. Al despertar, se descubrió deslizando la mano por su pelaje, creyendo acariciar a su esposa, su hija o su amante.
pero esta vez fue más fácil lanzarla por la ventana.


EL BUDISMO Y EL GATO

En el instante previo al nirvana, al gato le fue revelado que, a pesar de las enseñanzas de Buda, El Sublime, en sus reencarnaciones precedentes continuó siendo un condenado gato.


MAL SUEÑO

Despertó sobresaltado a mitad de la noche, todavía arrastrando en su memoria la imagen monstruosa que había poblado su sueño. Recordaba a un hombre con cabeza de gato (o un gato con cabeza de hombre) listo a atacarlo. Sacudió la cabeza para espantar esa imagen y enseguida volvió a acomodarse en su canastillas, ronroneando solo para estar seguro de quien era y no hacer caso a los ojos que lo escrutaban a través de la oscuridad.


LENGUAJE

El rey pretendía comunicarse con su dios para interrogarle por el amor de la reina. No obstante, para lograrlo, él tenía que aprender primero el lenguaje divino, y solo la reina se lo podía enseñar.


CALÍGRAFO

-Maestro, he derramado una gota de tinta sobre el papel. ¿Qué hago?
-Solo cuida que no haya sido tu gota más bella.