Travesuras de la niña mala


LA AVENTURERA Y EL INTELECTUAL

Mario Vargas Llosa. Travesuras de la niña mala (Alfaguara, 2006)

La nueva novela de Mario Vargas Llosa, Travesuras de la niña mala (Alfaguara, 2006), es básicamente una historia de amor que abarca casi toda la vida de Ricardo Somocurcio y la “niña mala” (Lily, Madame Arnoux, Otilia, etc.). Él está perdidamente enamorado de ella desde la adolescencia que compartieron en el distrito limeño de Miraflores (“aquel verano fabuloso de 1950”); pero ella –menos emocional, más egoísta- sólo acepta ese amor eventualmente, hasta que abandona a Ricardo por otro hombre con más dinero. Los encuentros y desencuentros de la pareja, siempre bajo la misma dinámica, se repiten a lo largo de 40 años y en diversos países, en los que ella se presenta siempre con diferente nombre y nacionalidad.

Los desplazamientos geográficos y las insólitas peripecias de la protagonista aproximan el relato a la novela de aventuras. Después de todo, la “niña mala” es una aventurera que pasa de un amante a otro: un líder revolucionario en la Cuba de Fidel, un frívolo millonario en el “swinging London” de fines de los 60’s, un siniestro mafioso en Tokio, etc. Ricardo, por el contrario, es un anodino hombre de letras (escritor y traductor), radicado definitivamente en París, que siguiendo las huellas de su amada descubre ambientes y personajes singulares a los que dedica, en su condición de narrador, cada uno de los capítulos de la novela: El guerrillero, El niño sin voz, Arquímedes, constructor de rompeolas.

La opción por la aventura hace que la historia de amor llegue pocas veces a lo melodramático, y que más bien prime en ella el interés de la trama. El lenguaje es sencillo, sin adornos retóricos, pero trabajado con precisión; lo mismo sucede con las técnicas narrativas y con los aspectos temáticos. Por todo ello, y como anuncia el título, Travesuras... no pertenece al conjunto de las novelas “realistas” de MVLL (esos amplios retratos sociales que van desde La ciudad y los perros hasta La fiesta del Chivo) sino a aquellas otras novelas que el propio autor califica de “literarias”, hechas en base a alusiones, parodias y pastiches que el lector debe descifrar, y cuyo más cercano antecedente en la obra vargasllosiana es la novela Los cuadernos de Don Rigoberto (1997).

Las primeras reseñas han señalado que algunos de los nombres ocasionales de la niña mala aluden a obras de Flaubert, Mishima y César Vallejo. En realidad casi todos los nombres y episodios de la novela comparten ese rasgo, y el propio Ricardo da “pistas” al respecto al mencionar constantemente libros y autores. A eso se suman los guiños a la propia biografía del autor (la casa en el parisino “barrio de la École Militaire”, p.e.) y aquellos detalles que indican, con humor e ironía, que la novela (atribuida a Ricardo) tiene más de ficción que de realidad, como ese encuentro casual de Ricardo y su amiga Martine, cuyos esposos acaban de huir juntos, en “l’avenue de Suffren”.

No obstante, la novela puede leerse simplemente como una fascinante historia de amor y de aventuras, con acciones y picos dramáticos bien dosificados. O una revisión, más irreverente y cáustica que reflexiva o rigurosa, de temas como el exilio, la historia peruana de las últimas décadas (desde las guerrillas de los 60’s hasta la violencia de los 80’s), los límites entre la realidad y la ficción; y el propio lenguaje, a partir del cual definen sus identidades ambos protagonistas: Ricardo como traductor, la niña mala por su habilidad para imitar los acentos característicos de cada país de habla hispana. Travesuras de la niña mala es una muy buena novela, un divertimento literario mucho mejor logrado que Los cuadernos... o El elogio de la madrastra.

64 comentarios:

Javier Ágreda dijo...

Copio el primer capítulo de la novela.

LAS CHILENITAS

Aquél fue un verano fabuloso. Vino Pérez Prado con su orquesta de doce profesores a animar los bailes de Carnavales del Club Terrazas de Miraflores y del Lawn Tenis de Lima, se organizó un campeonato nacional de mambo en la Plaza de Acho que fue un gran éxito pese a la amenaza del Cardenal Juan Gualberto Guevara, arzobispo de Lima, de excomulgar a todas las parejas participantes, y mi barrio, el Barrio Alegre de las calles miraflorinas de Diego Ferré, Juan Fanning y Colón, disputó unas olimpiadas de fulbito, ciclismo, atletismo y natación con el barrio de la calle San Martín, que, por supuesto, ganamos.

Ocurrieron cosas extraordinarias en aquel verano de 1950. Cojinoba Lañas le cayó por primera vez a una chica —la pelirroja Seminauel— y ésta, ante la sorpresa de todo Miraflores, le dijo que sí. Cojinoba se olvidó de su cojera y andaba desde entonces por las calles sacando pecho como un Charles Atlas. Tico Tiravante rompió con Ilse y le cayó a Laurita, Víctor Ojeda le cayó a Ilse y rompió con Inge, Juan Barreto le cayó a Inge y rompió con Ilse. Hubo tal recomposición sentimental en el barrio que andábamos aturdidos, los enamoramientos se deshacían y rehacían y al salir de las fiestas de los sábados las parejas no siempre eran las mismas que entraron. «¡Qué relajo!», se escandalizaba mi tía Alberta, con quien yo vivía desde la muerte de mis padres.

Las olas de los baños de Miraflores rompían dos veces, allá a lo lejos, la primera a doscientos metros de la playa, y hasta allí íbamos a bajarlas a pecho los valientes, y nos hacíamos arrastrar unos cien metros, hasta donde las olas morían sólo para reconstituirse en airosos tumbos y romper de nuevo, en una segunda reventazón que nos deslizaba a los corredores de olas hasta las piedrecitas de la playa.

Aquel verano extraordinario, en las fiestas de Miraflores todo el mundo dejó de bailar valses, corridos, blues, boleros y huarachas, porque el mambo arrasó. El mambo, un terremoto que tuvo moviéndose, saltando, brincando, haciendo figuras, a todas las parejas infantiles, adolescentes y maduras en las fiestas del barrio. Y seguramente lo mismo ocurría fuera de Miraflores, más allá del mundo y de la vida, en Lince, Breña, Chorrillos, o los todavía más exóticos barrios de La Victoria, el centro de Lima, el Rímac y el Porvenir, que nosotros, los miraflorinos, no habíamos pisado ni pensábamos tener que pisar jamás.

Y así como de los valsecitos y las huarachas, las sambas y las polcas habíamos pasado al mambo, pasamos también de los patines y los patinetes a la bicicleta, y algunos, Tato Monje y Tony Espejo por ejemplo, a la moto, e incluso uno o dos al automóvil, como el grandulón del barrio, Luchín, que le robaba a veces el Chevrolet convertible a su papá y nos llevaba a dar una vuelta por los malecones, desde el Terrazas hasta la quebrada de Armendáriz, a cien por hora.

Pero el hecho más notable de aquel verano fue la llegada a Miraflores, desde Chile, su lejanísimo país, de dos hermanas cuya presencia llamativa y su inconfundible manerita de hablar, rapidito, comiéndose las últimas sílabas de las palabras y rematando las frases con una aspirada exclamación que sonaba como un «pué», nos pusieron de vuelta y media a todos los miraflorinos que acabábamos de mudar el pantalón corto por el largo. Y, a mí, más que a los otros.

La menor parecía la mayor y viceversa. La mayor se llamaba Lily y era algo más bajita que Lucy, a la que le llevaba un año. Lily tendría catorce o quince años a lo más y Lucy trece o catorce. El adjetivo llamativa parecía inventado para ellas, pero, sin dejar de serlo, Lucy no lo era tanto como su hermana, no sólo porque sus cabellos eran menos rubios y más cortos y porque se vestía con más sobriedad que Lily, sino porque era más callada y, a la hora de bailar, aunque también hacía figuras y quebraba la cintura con una audacia a la que ninguna miraflorina se atrevería, parecía una chica recatada, inhibida y casi sosa en comparación con ese trompo, esa llama al viento, ese fuego fatuo que era Lily cuando, instalados los discos en el pick up, reventaba el mambo y nos poníamos a bailar.

Lily bailaba con un ritmo sabroso y mucha gracia, sonriendo y canturreando la letra de la canción, alzando los brazos, mostrando las rodillas y moviendo cintura y hombros de manera que todo su cuerpecito, al que modelaban con tanta malicia y tantas curvas las faldas y blusas que llevaba, parecía encresparse, vibrar y participar del baile de la punta de los cabellos a los pies. Quien bailaba el mambo con ella la pasaba siempre mal, porque ¿cómo seguir sin enredarse el torbellino endiablado de esas piernas y patitas saltarinas? ¡Imposible! Uno quedaba rezagado desde el principio y muy consciente de que los ojos de todas las parejas estaban concentrados en las hazañas mamberas de Lily. «¡Qué niñita!», se indignaba mi tía Alberta, «baila como una Tongolele, como una rumbera de película mexicana». «Bueno, no olvidemos que es chilena», se hacía eco ella misma, «el fuerte de las mujeres de ese país no es la virtud».

Yo de Lily me enamoré como un becerro, la forma más romántica de enamorarse —se decía también templarse al cien—, y, en ese verano inolvidable, le caí tres veces. La primera, en la platea alta del Ricardo Palma, ese cine que estaba en el Parque Central de Miraflores, en la matinée del domingo, y me dijo que no, era todavía muy joven para tener enamorado. La segunda, en la pista de patinaje que se inauguró justamente ese verano al pie del Parque Salazar, y me dijo no, necesitaba pensarlo porque, aunque yo le gustaba un poquito, sus padres le habían pedido que no tuviera enamorado hasta que terminara el cuarto de media y ella estaba todavía en tercero. Y, la última, pocos días antes del gran lío, en el Cream Rica de la avenida Larco, mientras tomábamos un milk-shake de vainilla, y, por supuesto, otra vez que no, para qué me iba a decir que sí ya que estando como estábamos parecíamos enamorados. ¿No nos ponían siempre de pareja donde Marta cuando jugábamos a las verdades? ¿No nos sentábamos juntos en la playa de Miraflores? ¿No bailaba ella conmigo más que con cualquiera en las fiestas? ¿Para qué, pues, me iba a dar formalmente el sí si todo Miraflores ya nos creía enamorados? Con su fachita de modelo, unos ojos oscuros y pícaros y una boquita de labios carnosos, Lily era la coquetería hecha mujer.

«De ti, me gusta todo», le decía yo. «Pero, lo que más, tu manerita de hablar.» Era chistosa y original, por su entonación y su música, tan distintas de las peruanas, y también por ciertas expresiones, palabritas y dichos que a los del barrio nos dejaban en la luna, tratando de adivinar lo que querían decir y si en ellos se escondía alguna burla. Lily se pasaba la vida diciendo cosas en doble sentido, haciendo adivinanzas o contando unos chistes tan colorados que a las chicas del barrio las hacían comerse un pavo. «Esas chilenitas son terribles», sentenciaba mi tía Alberta, quitándose y poniéndose los anteojos con el aire de profesora de colegio que tenía, preocupada de que ese par de forasteras desintegrara la moral miraflorina.

Todavía no había edificios en el Miraflores de comienzos de los años cincuenta, barrio de casitas de una sola planta o a lo más dos, de jardines con los infaltables geranios, las poncianas, los laureles, las buganvillas, el césped y las terrazas por las que trepaban las madreselvas o la hiedra, con mecedoras donde los vecinos esperaban la noche comadreando y oliendo el perfume del jazmín. En algunos parques había ceibos espinosos de flores rojas y rosadas, y las rectas, limpias veredas tenían arbolitos de suche, jacarandás, moras y la nota de color la ponían, tanto como las flores de los jardines, los amarillos carritos de los heladeros de D’Onofrio, uniformados con guardapolvos blancos y gorrita negra, que recorrían las calles día y noche anunciando su presencia con una bocina cuyo lento ulular a mí me hacía el efecto de un cuerno bárbaro, de una reminiscencia prehistórica. Todavía se oía cantar a los pájaros en ese Miraflores donde las familias cortaban los pinos cuando las muchachas llegaban a la edad casadera, pues, si no lo hacían, las pobres se quedarían solteronas como mi tía Alberta.

Lily nunca me daba el sí, pero cierto que, salvo esa formalidad, en todo lo demás parecíamos enamorados. Nos cogíamos de la mano en las matinées del Ricardo Palma, el Leuro, el Montecarlo y el Colina, y, aunque no se pudiera decir que en la oscuridad de las plateas tiráramos plan como otras parejas más antiguas —tirar plan era una fórmula en la que cabían desde los besos anodinos hasta los chupetazos lingüísticos y los malos tocamientos que había que confesarle al cura los primeros viernes como pecados mortales—, Lily me dejaba besarla, en las mejillas, en el borde de las orejitas, en la esquina de la boca, y, a veces, por un segundo, juntaba sus labios con los míos y los apartaba con un mohín melodramático: «No, no, eso sí que no, flaquito ». «Estás hecho un becerro, flaco, estás azul, flaco, te derrites de tanto camote, flaco», se burlaban mis amigos del barrio. Jamás me llamaban por mi nombre —Ricardo Somocurcio—, siempre por mi apodo. No exageraban lo más mínimo: estaba templado de Lily hasta el cien.

Por ella, aquel verano, me trompeé con Luquen, uno de mis mejores amigos. En una de esas reuniones que teníamos las chicas y los chicos del barrio en la esquina de Colón y Diego Ferré, en el jardín de los Chacaltana, Luquen, haciéndose el gracioso, dijo de pronto que las chilenitas eran unas huachafas, porque no eran rubias de verdad sino oxigenadas, y que, a mis espaldas, en Miraflores habían comenzado a decirles las Cucarachas. Le lancé un directo al mentón, que él esquivó, y fuimos a dirimir la diferencia a trompadas en la esquina del malecón de la Reserva, junto al acantilado. Estuvimos sin hablarnos toda una semana, hasta que, en la siguiente fiesta, las chicas y los chicos del barrio nos hicieron amistar.

A Lily le gustaba ir todas las tardes a esa esquina del Parque Salazar alborotada de palmeras, floripondios y campanillas desde cuyo murito de ladrillos rojos contemplábamos toda la bahía de Lima como contempla el mar el capitán de un barco desde la torre de mando. Si el cielo estaba despejado, y juraría que aquel verano el cielo estuvo siempre sin nubes y el sol brilló sobre Miraflores sin fallarnos un solo día, se divisaba allá al fondo, en los confines del océano, el disco rojo, llameando, despidiéndose con rayos y luces de fogueo mientras se ahogaba en las aguas del Pacífico. La carita de Lily se concentraba con el mismo fervor con que iba a comulgar en la misa de doce de la parroquia del Parque Central, la vista fija en aquella bola ígnea, esperando el instante en que el mar se tragara el último rayito para formular el deseo que el astro, o Dios, materializaría. Yo pedía un deseo también, creyendo sólo a medias que se haría realidad. Siempre el mismo, por supuesto: que me dijera por fin que sí, que fuéramos enamorados, tiráramos plan, nos quisiéramos, pasáramos a novios y nos casáramos y termináramos en París, ricos y felices.

Desde que tenía uso de razón soñaba con vivir en París. Probablemente fue culpa de mi papá, de esos libros de Paul Féval, Julio Verne, Alejandro Dumas y tantos otros que me hizo leer antes de matarse en el accidente que me dejó huérfano. Esas novelas me llenaron la cabeza de aventuras y me convencieron de que en Francia la vida era más rica, más alegre, más hermosa y más todo que en cualquier otra parte. Por eso, además de mis clases de inglés en el Instituto Peruano-Norteamericano, logré que mi tía Alberta me matriculara en la Alliance Française de la avenida Wilson, donde iba tres veces por semana a aprender la lengua de los franchutes. Aunque me gustaba divertirme con mis cumpas del barrio, era bastante chancón, sacaba buenas notas y los idiomas me encantaban.

Cuando las propinas me lo permitían, invitaba a Lily a tomar el té —todavía no se había puesto de moda decir tomar lonche— en la Tiendecita Blanca, con su nívea fachada, sus mesitas y sus toldos sobre las veredas, y sus miliunanochescos pasteles —¡las bizcotelas, los alfajores rellenos de manjar blanco, los piononos!— en el límite mismo de la avenida Larco, la avenida Arequipa y la alameda Ricardo Palma sombreada por las copas de los altísimos ficus.

Ir a la Tiendecita Blanca con Lily a tomar un helado y un pedazo de torta era una felicidad casi siempre empañada, ay, por la presencia de su hermana Lucy, con la que tenía yo que cargar también en todas las salidas. Ella tocaba violín sin la menor incomodidad, estropeándome el plan e impidiéndome conversar a solas con Lily y decirle todas las cosas bonitas que yo soñaba con murmurarle al oído. Pero, aun cuando, debido a la vecindad de Lucy, nuestra conversación debiera evitar ciertos temas, era impagable estar junto a ella, viendo cómo danzaba su melenita cada vez que movía la cabeza, la picardía de sus ojos color miel oscura, escuchar su manerita de hablar tan diferente y divisar a veces, a la descuidada, en el escote de su blusa pegadita, el comienzo de esos pechitos que apuntaban ya, redondos, de tiernos botones y, sin duda, firmes y suaves como unas frutas jóvenes.

«Yo no sé qué hago aquí con ustedes, tocando violín », se excusaba Lucy, a veces. Yo le mentía: «Qué ocurrencia, estamos felices con tu compañía, ¿no, Lily?». Lily se reía, con un diablito burlón en sus pupilas, y esa exclamación: «Sí, puuuuu...».

Dar un paseo por la avenida Pardo, bajo la alameda de los ficus invadidos por los pájaros cantores, entre las casitas de ambas orillas en cuyos jardines y terrazas correteaban niños y niñas vigilados por niñeras uniformadas de blanco almidonado, fue un rito de aquel verano. Como, debido a la presencia de Lucy, resultaba difícil hablar con Lily de lo que me hubiera gustado, yo llevaba la conversación hacia temas anodinos: los planes para el futuro, por ejemplo, cuando, graduado de abogado, me fuera a París con un cargo diplomático —porque allá, en París, vivir era vivir, Francia era el país de la cultura— o me dedicara tal vez a la política, para ayudar un poco a este pobre Perú a ser grande y próspero otra vez, con lo que tendría que aplazar un poco el viaje a Europa. ¿Y a ellas, qué les gustaría ser, hacer, de grandes? Lucy, juiciosa, tenía objetivos muy precisos: «Ante todo, terminar el colegio. Después, conseguir un buen puesto, tal vez en una tienda de discos, debe ser la mar de entretenido». Lily pensaba en una agencia de turismo o una compañía de aviación, como azafata, si convencía a sus papás, así viajaría gratis por el mundo entero. O artista de cine, tal vez, pero nunca permitiría que la sacaran en bikini. Viajar, viajar, conocer todos los países era lo que más le gustaría. «Bueno, al menos ya conoces dos, Chile y Perú, qué más quieres», le decía yo.«Compárate conmigo, que nunca salí de Miraflores.»

Las cosas que Lily contaba de Santiago eran para mí un anticipo del cielo parisino. ¡Con qué envidia la escuchaba! Allá, a diferencia de acá, no había pobres ni mendigos por las calles, a los chicos y a las chicas los papás los dejaban quedarse en las fiestas hasta el amanecer, bailar cheek to cheek, y jamás se veía, como aquí, a los viejos, a las mamás, a las tías, espiando a los jóvenes cuando bailaban para reñirlos si se propasaban. En Chile a los chicos y a las chicas los dejaban entrar a películas de mayores y, desde que cumplían quince años, fumar sin esconderse. Allá la vida era más entretenida que en Lima porque había más cines, circos, teatros y espectáculos, y fiestas con orquestas, y de Estados Unidos iban todo el tiempo a Santiago compañías de patinaje, de ballet, musicales, y, en cualquier trabajo que tuvieran, los chilenos ganaban el doble o el triple que aquí los peruanos.

Pero, si era así, ¿por qué los padres de las chilenitas habían dejado ese maravilloso país para venirse al Perú? Porque ellos no eran ricos sino, a simple vista, pobretones. Por lo pronto, no vivían como nosotros, las chicas y los chicos del Barrio Alegre, en casas con mayordomos, cocineras, sirvientas y jardineros, sino en un departamentito, en un angosto edificio de tres pisos, en la calle Esperanza, a la altura del restaurante Gambrinus. Y en el Miraflores de esos años, a diferencia de lo que ocurriría tiempo después, cuando empezaron a brotar los edificios y a desaparecer las casas, en los departamentos vivían sólo los pobretones, esa disminuida especie humana a la que —ay, qué pena— parecían pertenecer las chilenitas.

Nunca les vi la cara a sus papás. Ellas nunca nos llevaron ni a mí ni a ninguna chica o chico del barrio a su casa. Nunca celebraron un cumpleaños, ni dieron una fiesta, ni nos invitaron a tomar el té y a jugar, como si se avergonzaran de que viéramos lo modesto que era el lugar donde vivían. A mí, que fueran pobretones y que se avergonzaran de todo lo que no tenían me llenaba de compasión, aumentaba mi amor por la chilenita y me infundía designios altruistas: «Cuando Lily y yo nos casemos, nos llevaremos a vivir con nosotros a toda su familia».

Pero, a mis amigos, y sobre todo a mis amigas miraflorinas, les daba mala espina que Lucy y Lily no nos abrieran las puertas de su casa. «¿Serán tan muertas de hambre que no pueden organizar ni siquiera una fiesta?», se preguntaban. «Acaso no es por pobres, sino por amarretes », trataba de componerla Tico Tiravante, empeorándola.

Los chicos del barrio empezaron de pronto a hablar mal de las chilenitas por la manera como se maquillaban y vestían, a burlarse del escaso vestuario que lucían —todos conocíamos ya de memoria esas falditas, blusitas y sandalias que, para disimular, combinaban de todas las maneras posibles—, y yo las defendía, lleno de santa indignación, esos rajes eran envidia, envidia verde, envidia ponzoñosa, porque en las fiestas las chilenitas nunca planchaban, todos los chicos hacían cola para sacarlas a bailar —«Porque se dejan pegar el cuerpo, así quién va a planchar », replicaba Laura— o porque, en las reuniones en el barrio, en los juegos, en la playa o en el Parque Salazar, eran siempre el centro de la atracción, y todos los chicos las rodeaban, en tanto que a las otras... —«¡Porque son unas agrandadas y unas descaradas y porque con ellas ustedes se atreven a contar unos chistes colorados que nosotras no les permitiríamos!», contraatacaba Teresita—, y, por último, porque las chilenitas eran regias, modernas, despercudidas, y ellas, en cambio, unas remilgadas, unas atrasadas, unas anticuadas, unas cucufatas y unas prejuiciadas. «¡A mucha honra!», respondía Ilse, sacándonos cachita.

Pero, aunque rajaban de ellas, las chicas del Barrio Alegre las seguían invitando a las fiestas y saliendo con ellas en patota a los baños de Miraflores, a la misa de doce los domingos, a las matinées y a dar las vueltas obligadas por el Parque Salazar desde el atardecer hasta la aparición de las primeras estrellas que, en ese verano, chisporrotearon en el cielo de Lima de enero a marzo sin que, estoy seguro, ni un solo día las ocultaran las nubes, como ocurre siempre en esta ciudad las cuatro quintas partes del año. Lo hacían porque los chicos se lo pedíamos, y porque, en el fondo, las chicas de Miraflores sentían por las chilenitas la fascinación que ejerce sobre el pajarito la cobra que lo hipnotiza antes de tragárselo, la pecadora sobre la santa, el diablo sobre el ángel. Envidiaban en las forasteras venidas de ese remoto país que era Chile la libertad, que ellas no tenían, de salir a todas partes y quedarse paseando o bailando hasta tardísimo sin pedir permiso para un ratito más, sin que su papá, su mamá o alguna hermana mayor o una tía viniera a espiar por las ventanas de la fiesta con quién y cómo bailaban, o a llevárselas a casa porque ya eran las doce de la noche, hora en que las chicas decentes no estaban bailando ni conversando en las calles con hombres —eso hacían las agrandadas, las huachafas y las cholas— sino en sus casitas y en su cama, soñando con los angelitos. Envidiaban que las chilenitas fueran tan sueltas, bailaran con tantos disfuerzos sin importarles si se les descubrían las rodillas, y moviendo los hombros, los pechitos y el potito como no lo hacía ninguna chica en Miraflores, y que, a lo mejor, se permitieran con los chicos libertades que ellas ni se atrevían a imaginar. Pero, si eran tan libres, ¿por qué ni Lily ni Lucy querían tener enamorado? ¿Por qué nos decían que no a todos los que les caíamos? No sólo a mí me había dicho Lily que no; también a Lalo Molfino y a Lucho Claux, y Lucy les había dicho no a Loyer, a Pepe Cánepa y al pintoncito de Julio Bienvenida, el primer miraflorino al que, sin siquiera haber terminado el colegio, sus padres le regalaron un Volkswagen al cumplir quince años. ¿Por qué las chilenitas, que eran tan libres, no querían tener enamorado?

Ese y otros misterios relacionados con Lily y Lucy se aclararon inesperadamente el 30 de marzo de 1950, el último día de aquel verano memorable, en la fiesta de Mariposa Álvarez-Calderón, la gordita pufi. Una fiesta que marcaría época y quedaría en la memoria de todos los asistentes para siempre. La casa de los Álvarez-Calderón, en la esquina de 28 de Julio y La Paz, era la más linda de Miraflores y acaso del Perú con sus jardines de altos árboles, sus tipas de flores amarillas, sus campanillas, sus rosales y su piscina de azulejos. Las fiestas de Marirosa eran siempre con orquesta y un enjambre de mozos que servían pasteles, bocaditos, sándwiches, jugos y toda clase de bebidas no alcohólicas a lo largo de la noche, unas fiestas para las que los invitados nos preparábamos como para subir al cielo. Todo iba de maravillas hasta que, con las luces apagadas, el centenar de chicas y chicos rodeamos a Mariposa y le cantamos el Happy Birthday y ella sopló y apagó la torta con las quince velitas e hicimos cola para darle el abrazo consabido.

Cuando a Lily y Lucy les tocó el turno de abrazarla, Marirosa, una chanchita feliz cuyos rollos rebalsaban el rosado vestido con un gran moño a la espalda que llevaba, después de besarlas en la mejilla, abrió mucho los ojos:

-¿Ustedes son chilenas, no? Les voy a presentar a mi tía Adriana. Es chilena también, acaba de llegar de Santiago. Vengan, vengan.

Las cogió de la mano y se las llevó al interior de la casa, gritando: «Tía Adriana, tía Adriana, aquí te tengo una sorpresa».

Por los cristales del largo ventanal, rectángulo iluminado que enmarcaba un gran salón con una chimenea apagada, paredes con paisajes y retratos al óleo, sillones, sofás, alfombras, y una docena de señoras y señores con copas en las manos, vi irrumpir instantes después a mariposa con las chilenitas, y alcancé a ver, desvaída y fugaz, la silueta de una señora muy alta, muy arreglada, muy hermosa, con un cigarrillo humeando en la punta de una larga boquilla, adelantándose a saludar a sus jóvenes compatriotas con una sonrisa condescendiente.

Me fui a tomar un jugo de mango y a fumar un Viceroy a escondidas, entre las casetas de vestir de la piscina. Allí me encontré con Juan Barreto, mi amigo y compañero del Colegio Champagnat, que había venido a refugiarse también en esas soledades para fumarse un pitillo. A boca de jarro me preguntó:

-¿Te importaría que le cayera a Lily, flaco?

Sabía que, aunque lo parecíamos, no éramos enamorados, y sabía también —como todo el mundo, me precisó — que yo le había caído tres veces y que las tres me había dicho nones. Le respondí que me importaba muchísimo, porque, aunque Lily me había dicho no, ése era un jueguecito que ella se traía —en Chile las chicas eran así—, pero, en realidad, yo le gustaba, era como si fuéramos enamorados, y además, esta noche yo ya había empezado a caerle por cuarta y definitiva vez, y ella estaba por decirme que sí cuando la aparición de la torta con las quince velitas de la gordita pufi nos interrumpió. Pero, ahora que saliera de hablar con la tía de Marirosa, le seguiría cayendo y ella me aceptaría y desde esta noche sería mi enamorada con todas las de la ley.

-Si es así, tendré que caerle a Lucy —se resignó Juan Barreto—. La vaina es que a mí la que me gusta es Lily, compadre.

Lo animé a que le cayera a Lucy y le prometí hacerle el bajo para que ella lo aceptara. Él con Lucy y yo con Lily formaríamos un cuarteto bestial.

Conversando con Juan Barreto junto a la piscina y viendo bailar a las parejas en la pista de baile al compás de la orquesta de los Hermanos Ormeño —no sería la de Pérez Prado, pero era buenísima, qué trompetas, qué tambores —, nos fumamos un par de Viceroys. ¿Por qué se le había ocurrido a Marirosa, justo en ese momento, presentar a su tía a Lucy y Lily? ¿Qué comadreaban tanto? Se me estaba fregando el plan, caracho. Porque, era verdad, cuando anunciaron la torta con las quince velitas yo había comenzado mi cuarta —y, estaba seguro, esta vez exitosa — declaración de amor a Lily, después de haber convencido a la orquesta que tocara Me gustas, el bolero más propicio para caerles a las chicas.

Se demoraron una eternidad en volver. Y volvieron transformadas: Lucy, muy pálida y ojerosa, como si hubiera visto un fantasma y estuviera recobrándose de la impresión del otro mundo, y Lily, enfurruñada, un mohín avinagrado, los ojos echando chispas, como si allá adentro esas señoras y señores tan pitucos la hubieran hecho pasar muy mal rato. Ahí mismo la saqué a bailar, uno de esos mambos que eran su especialidad —el Mambo número 5—, y, yo no podía creerlo, Lily no daba pie con bola, perdía el ritmo, se distraía, se equivocaba, tropezaba, y el gorrito marinero se le corrió, dándole un aspecto algo ridículo. Ella ni se preocupó de enderezarlo. ¿Qué había pasado?

Estoy seguro que al terminar el Mambo número 5 toda la fiesta lo sabía porque la gordita pufi se había encargado de divulgarlo. ¡Qué gustazo se daría esa chismosa contándolo, con lujo de detalles, coloreando y exagerando la historia, a la vez que ponía los ojos grandes, grandes, de curiosidad y espanto y felicidad! ¡Qué malsana alegría habrían sentido —qué desagravio, qué venganza— todas las chicas del barrio que tanto envidiaban a esas chilenitas venidas a Miraflores a revolucionar las costumbres de los niños que ese verano nos graduamos de adolescentes!

Yo fui el último en enterarme, cuando ya Lily y Lucy habían misteriosamente desaparecido, sin despedirse de Marirosa ni de nadie —«tascando el freno de la vergüenza », sentenciaría mi tía Alberta—, y cuando el sibilino rumor se había extendido por toda la pista de baile y levantado en vilo al centenar de chicos y chicas que, olvidados de la orquesta, de sus enamorados y enamoradas, de tirar plan, se secreteaban, se repetían, se alarmaban, se exaltaban, abriendo unos ojazos que bullían de maledicencia: «¿Sabes? ¿Te enteraste? ¿Has oído? ¡Qué te parece! ¿Te das cuenta? ¿Te imaginas, te imaginas?». «¡No son chilenas! ¡No, no lo eran! ¡Puro cuento! ¡Ni chilenas ni sabían nada de Chile! ¡Mintieron! ¡Engañaron! ¡Se inventaron todo! ¡La tía de Marirosa les fregó el pastel! ¡Qué bandidas, qué bandidas!»

Eran peruanitas, nomás. ¡Pobres! ¡Pobrecitas! La tía Adriana, recién llegadita de Santiago, debió llevarse la sorpresa de su vida al oírlas hablar con aquel acento que a nosotros nos engañaba tan bien pero que ella identificó de inmediato como una impostura. Qué mal debieron sentirse las chilenitas cuando la tía de la gordita pufi, adivinando la farsa, comenzó a preguntarles sobre su familia santiaguina, el barrio donde vivían en Santiago, el colegio en el que habían estudiado en Santiago, sobre su parentela y las amistades de su familia en Santiago, haciendo pasar a Lucy y Lily el trago más amargo de su corta vida, ensañándose con ellas hasta que, despedidas de la sala, hechas unas ruinas, espiritual y físicamente demolidas, pudo proclamar ante sus parientes y amistades y la estupefacta Marirosa: «¡Qué chilenitas ni ocho cuartos! ¡Esas niñas no han pisado jamás Santiago y son tan chilenas como yo tibetana!».

Aquel último día del verano de 1950 —yo acababa de cumplir quince años también— comenzó para mí la vida de verdad, la que divorcia los castillos en el aire, los espejismos y las fábulas, de la cruda realidad.

La historia completa de las falsas chilenitas no la supe con exactitud, ni la supo nadie salvo ellas, pero sí escuché las conjeturas, chismes, fantasías y supuestas revelaciones que, como una estela rumorosa, persiguieron largo tiempo a las chilenitas de a mentiras, cuando éstas dejaron de existir —una manera de decirlo—, porque nunca más fueron invitadas a las fiestas, ni a los juegos, ni a los tes, ni a las reuniones del barrio. Las malas lenguas decían que, aunque las chicas decentes del Barrio Alegre y de Miraflores ya no las frecuentaban, y les volteaban la cara si se las cruzaban por la calle, los chicos, los muchachos, los hombres, sí las buscaban, a escondidas, como se busca a las huachafitas —¿y qué otra cosa eran Lily y Lucy sino dos huachafitas de algún barrio como Breña o El Porvenir que, para ocultar su procedencia, se habían hecho pasar por extranjeras a fin de colarse entre la gente decente de Miraflores?—, para tirar plan con ellas, para hacerles esas cosas que sólo las cholitas y las huachafitas se dejan hacer.

Después, me imagino, unos y otros se fueron olvidando de Lily y de Lucy, porque otras personas, otros asuntos vinieron a reemplazar esa aventura del último verano de nuestra infancia. Pero, yo no. Yo no las olvidé, sobre todo a Lily. Y aunque hayan corrido tantos años, y Miraflores haya cambiado tanto, y lo mismo las costumbres, y se eclipsaran barreras y prejuicios que antes se exhibían con insolencia y ahora se disimulan, yo la guardé en la memoria, y vuelvo a veces a evocarla, a oír la risa traviesa y la mirada burlona de sus ojos color miel oscura, a verla cimbreándose como una caña a los compases de los mambos. Y sigo pensando que, a pesar de haber vivido ya tantos veranos, aquél fue el más fabuloso de todos.

Anónimo dijo...

Para los que han leído el libro: Algo que capté apenas iba en la mitad de la obra, es que a pesar de que el protagonista no tiene elevados ingresos de dinero, se da el lujo de ir a los principales acontecimientos culturales. Eso es lo que diferencia al Perú de un país europeo, allá prima sobre todas las cosas la cultura, la cual es responsable del éxito de un país.

Francisco Montoya, 15 años

Eduardo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Eduardo dijo...

he leido todo el libro, y puedo decir que estamos frente a una magnifica novela,donde predomina el amor y el melodrama.Por momentos un poco confusa y por otros interesante, graciosa, y divertida."Aveces una obsecion, nos hace descubrir los misterios del amor".

Anónimo dijo...

Me encanta el manejo de los tiempos y las situaciones que en el se desarrollan y que se entretejen de forma mañosamente degustable para no suspender ni por un momento la lectura. Es como el pollo rostizado a la vista de un naufrago, que dificilmente tendría la voluntad mucho menos la virtud de perderle la mirada al maravilloso bocadillo. Creo que la novela tiene un lenguaje y narración simétricos, emotivos, sudamericanizado en gran medida pero a la vez muy completo como escurridizo y alegre...Recomendable...David Cervantes González, Querétaro,Mexico

Anónimo dijo...

de todas las novelas que he leído , ésta es la mejor por su drama que contiene y porque tiene un contenido fabuloso ya que llega hasta el corazon de la persona y al momento de lerla , es como si uno fuera el protagonista y todo le sucediera a uno mismo.

Anónimo dijo...

He leido casi todos los libros de MVLL y este pudiera definirse como el mas sencillo, por tener una historia casi lineal, y pocos personajes simultaneos
Me engancho de buena manera por lo descriptiva y "visual" de la trama
Mi escritor favorito, sin duda...

Anónimo dijo...

Que maravillosa historia, desde que empece no pude parar. Definitivamente es una obra que mueve fibras!!!

Anónimo dijo...

Es uno de los Libros más hermosos que he leído. Desde que me empecé no dejé de leer, incluso, dejé de comer por no perder el tiempo y llegar al final. Definitivamente, te atrapa al instante, y nos hace reflexionar a quienes hemos vivido una situación similar (no tan cruda, pero sí igual de emotiva) que el amor tiene mil caras, mil personalidades, que habitan en una sola persona. Pero, nos aferramos a ese sentimiento (o emfermedad) que de cierto modo nos mantiene vivos, aunque lastime, aunque duela, pero es necesario. Bueno, que más decir, recomiendo que nadie se atreva a morir sin leer antes este maravilloso libro.

Anónimo dijo...

Lo olvidaba, MVLL, es Peruano y definitivamente después de leer "Travesuras de la niña mala", puedo afirmar que es el mejor escritor que conozco .

Que nos destruya el amor¡¡¡

AZAÑA ORTEGA M. J. dijo...

Hay momentos y momentos donde abarca la catarsis en todo uno. También las ganas de suicidar a las hojas en donde la niña mala explaya tal frialdad casi, o quizá, inhumana, dejando al enamorado e imbécil Ricardito en el salón lóbrego de la depresión una y otra vez y otra vez. Y de nuevo como un Lázaro del averno resucita ella, perturbando al ya titilante señor niño bueno, el pichiruchi.
Es un poder providencial, una manera extraordinaria cómo Mario Vargas Ll., logra atrapar, sostener y cautivar al lector. Vivir lo que se lee, sentir hasta la propia enfermedad que acaece al personaje es el prodigio que Vargas Ll., utiliza con suma naturalidad y que contagia de manera casi sumisa a la lectura, sin morder pausas si quiera para respirar. Aunque, de mi perspectiva, no es la mejor novela que he leído de él, es una magnífica novela que ningún mortal tiene que dejar de leer. Será preso de todo lo que sucede en cada país de sus renglones y le abrirá los ojos de las vestimentas del amor.

MIJAEL CASTILLO GOMEZ dijo...

Desde mi perspectiva es una novela que reúne varios elementos, como la historia misma, los escenarios, “el amor”, la deslealtad, la obsesión, que nos hacen verdaderamente leer muy atentos de principio a fin. Sin duda, también nos regala momentos jocosos. Al final puedo resumir diciendo que es excelente, simplemente eso.

Anónimo dijo...

esta novela me atrapo desde que lei la primera pagina, y pensaba que yo era la unica que dejaba de dormir y comer por leer la novela incluso he tenido sueños con visitar algun dia tokio con mi amante para sentir los placeres mundanos..definitivamente esta novela me ha llevado en laimaginacion por paris, londres, tokio, y algunos momentos quisiera estar en los sitios que estuvo en miraflores..

Renato dijo...

La verdad yo no comprendo tantos elogios al libro. Debe ser el peor en la destacada carrera de Vargas Llosa. La niña mala es el personaje mas desagradable que haya creado MVLL.
Estoy seguro que los elogios para la novela son por el autor, un autor menos destacado recibiria criticas atroces por este libro.

Anónimo dijo...

hola, saben la novela es muy intensa y muy interesante, ya q demuestra q un homre enamorado puede perdonar mil veces a la persona q ama...
a pesar de q la niña mala le salia con cada locura, lo q nos demostro ricardito esq ella le hizo vivir una aventura toda su vida..., ya fuera esta triste, placentera o x algunos instantes feliz...

yo tambien no comia contan de terminar el libro q en verdad es muy adictivo

Anónimo dijo...

Es uno de libros que más me ha gustado de MVLL, lo recomiendo (José A. Villanueva - Lima)

Anónimo dijo...

Una opinón más de www.BookwormCircle.com

"...amor como masoquismo eterno."

Unknown dijo...

hola estaba buscando un orificio originado por la niña mala en donde poner la experiencia que tuve con esta obra...sucedio derrepente,yo un ex-antilector de obras no hace mucho empeze y termine tan rapido quizas sea la obra que lei tan rapido, es que independientemente de cualquier persona me consumio tanto que no paraba de dormir podria sonar gracioso pero fue, poniendo un sonido de fondo melancolico en mi equipo"la marcha funebre"en cuarto donde el conocimiento del orden esta solo en el habitante que se aloja en el,formidable obra, exelente combinacion entre el cielo y el infierno,entre el verdadero amor y el materialismo.esa ensalada rusa de sentimientos emociones y para rematar erotismo...erotismo.que hizo jajajaja aunque suene falso para algunos.que por un momento deje de leer para masturbarme alusinando por momentos tener a la niña mala de espaldas y yo en el papel de ricardo haciendo un cuningulis con la 2da persona kizas mas importante de la obra cabe destacar que por momentos esta chika materialista c roba el show de la obra en grandes partes..y es k los seres humanos somos asi tan expontaneos..tan egoistas tantos defectos,..y solo los verdaderos seres humanos se demuestran como son como la niña, mala con sus defectos y virtudes y ese hombre tan fiel a su deseo ..y ella tan fiel al suyo ..sin intentar pisotearse..respetandose tal y como son..eso es lo que nos falta y lo que debemos aprender de esta hermosa obra..humanizacion carajoo..no somos perfectos no aparentemos..seamoslo...y seamos sinceros y digamos lo que queremos..exelente,claro que mi opinion es mia muy independiente de cualquiera..el hambre,el frio ,el crimer,el dinero,el tormento y los 10 dias ..pareceuna cancion de fito paez"al lado del camino"...la puse de fondo tambien...y para definir mi fin termine hilachado con nilo semiseco en el rostro...con ganas de apreciar mas la vida y de dar grandes sonrisas saludar mas a los k no conoces k a los k conoces....vida una sola..no la desperdicien..vive segundo a segundo con su propia politica y apredan de ella como la niña mala..
marvin junior...estudiante de arte

Anónimo dijo...

Sin duda, una obra impactante...
La verdad es que yo la lei por deber escolar
pero como buena aficionada a la lectura, me embarque en aquella novela y navegué durante 3 dias por ella...
Ni siquiera ocupe todo el dia leyendo, no deje de comer ni dormir. Pero lei en mi viaje de ida, un poco en mi estancia de de 2 dias y lo conclui en el camino de regreso.
Esta demás agregar que el libro te absorve, que posee una gran trama , bien elaborada y que uno se identifica con cada personaje a cada momento
¿Cuantos no seremos Pichiruchis mediocres cmo Ricardito? Pero, tal vez en vez de pichiruchis seamos simplemente Niños Buenos y poco ambisiosos...
Una historia que me hizo reflexionar, un personaje con el que me identifique sin parecerme mucho a el, pero con quien me compenetre en cuerpo y alma, un final que me dejo al borde de las lagrimas... de que? de pena por la niña mala, de pena por ricardo, o simplemente de pena por mi, porque se acababa aquel mundo en que estuve sorbida durante 3 hermosos e inolvidables dias.

En fin, puras huachaferias...

Anónimo dijo...

Es La Primera obra q leo Mv me encanto desde el primer momento en q la lei con tanta alegria weno no duro muxo la alegria xq vino momentos d separaciones nuevas experiencias en la vida como lo hizo ricardo conocio muxa gente de distintas clases sociales en esta obra la niña mala q decir era muy ambiciosa soñadora pero ricardito solo keria volverla haber y hacerla el amor cada vez q podia y llego el momento en q la niña mala con los años ya no podia seguir haciendo d las suyas ya q tmb tubo problemas en africa y aka en esta obra c nota q el amor es tan grande q no importa la distancia ni el tiempo xq si amas a esa persona tan especial nunk podras olvidarla aunke te distraigas con tu trabajo amigos .... siempre va haber ese momento d volver recordar los momentos mas bellos q pasastes con la persona q mas amas en la vida y desear el momento d volver a verla y demostrarle tu amor pero la niña mala waa era bien calculadora nunk demostro a ricardito q sentia algo x el ... en cambio el nunk la dejo en los momentos mas dificiles d su vida claro x q la ama ^^pero siempre la niña mala le paga mal como 100pre se iba en busca d una nueva aventura hasta q llego el momento q ricardo ya no aguantara mas esa presion de volver a empezar a pensar en ella todos los dias con kien otro mafioso se habra metido y tomo la decision d suicidarse pero un borrachin le salvo la vida ...es tan grande la decision de suicidarse x el amor de nuestras vidas ya q sin ella no ai motivo para vivir xq siempre ai una media naranja para cada persona en ste mundo al final no pude aguantar la tristeza tan grande x la niña mala q llore waoo pobre siempre sufrio muxo desde muy niña pero alcanzo lo q siempre kizo sus metas sus propositos y eso debemos hacer todas las personas buscar cada uno nuestro proposito... aparte q ella consiguio todo lo ke keria tmb ayudo al a ricardito a ser lo q tanto kiso escribir su obra y tanta huachaferias... q decia siempre ala kuriko al oido cada vez q le hacia el amor...! yo soy d esas personas solitarias weno no tanto es q yo hago eso ser solitario tengo amigas algo asi como ricardito algunos romances x ai pero solo son vacilones pero creo q esas personas q siempre creo q son vacilones terminan enamorandose d mi ... me gusta q c enamoren d mi y yo c q solo tengo las palabras magicas de decirle todo para star con ella y forma una pareja ... pero no c q pasa q nunk digo nada y pasa el tiempo meses años y el amor c va marchitando aunke d vez en cuando la veo pero son tres veces al año algo asi como la niña mala waoo y volver como si nada y kerer entablar una conversacion con esa persona como si fuera ayer q la aya visto pero no han pasado meses años y yo c q ya no es igual como antes yo c q ya no me kiere como antes pero si nunk le digo no sabre y c q nunk le voy a decir lo q siento y me kedo con tanto amor q nunk podre expulsarlo mis labios q stan llenos d tanta pasion q stoy seguro q si me besaras te derrites como un helado ... dime como sakarte de mi mente dime como trabajndo distraendome en otras cosas como ricardo no es igual aunke si pero no sabes cuanto te amo me gustaria volver al pasado desde el primer momento en q cruzamos palabras y decirte q te amo desde q me distes todo tus sentimientos me contastes lo q k piensas del amor lo q kieres para ti y sobre tus metas oh niña encantadora vuelve ami y olvidemos del pasado y comenzemos d nuevo este lindo cuento amor si tu no stas aki no me vale nada sin ti no puedo hacer nada sin ti prefiero morir no ayo la razon d mi vida sin tu aliento sin tus besos sin tu carisma tan bella en el mundo ai muxas personas muy bellas y tmb ai muxa tristeza q a veces nos olvidamos d dios o tal vez el ya c canso d amarnos xq nosotros lo dejamos y solo pensamos en los momentos mas dificiles de nuestras vidas pemsamos en el rezamos adoramos pero despues de la catastofre lo dejamos como a ricardito y volvemos cuando mas lo necesitamos cuando sentimos q no falta ese amor q nunk podremos entender xq el nos dios esa vida asi como en los sueños 7 vacas flcas y 7 vacas gordas es como decir un tiempo no te diviertes todo chevere pero tmb llega el momento q te enfermas tanto alcohol cigarro y ella el momento q stas bien te repones vas un tiempo bien trankilo sin problemas pero llega el momento q d nuevo vas x los malos caminos la lujuria el alcohol y sexo es asi tmb en todos los cambios d la vida como el dia y la noxe siempre ai el apuesto a todo eso es verdad pero yo kiero q en este mundo todos seamos fiel y creer en el todo poderoso q es dios el unico q nos entiende y nos da y kita la vida es una gran persona dicen q la muerte es la segunda etapa solo pido q ayudemos alos mas necesitados y q no aya racismo ya q todos somos hechos del mismo barro esta obra nos enseña todas stas cosas las casualidades los destinos los encuentros la tristeza la alegria y el adios....

Anónimo dijo...

LA NOVELA ES ESTUPENDA LEI EN OTRA PAGINA PE PARECE ESPAÑOLA QUE PIENSAN QUE ES SOLO UNA NOVELA MAS Y QUE ES MUY FICCTICIA PERO NO LO ES EN EL SENTIDO QUE TIENE ALGO DE FICCION PERO NO TANTA POR QUE MUCHOS DE LOS PERSONAJES EXISTIERON COMO PAUL ESCOBAR(JEAN) O GUILLERMO LOBATON Y DE LA PUENTE UCEDA ESTO HACE VER Q VARGAS LLOSA TUVO UN GRAN INGENIO PARA MESCLAR ESTAS HISTORIAS

arlin dijo...

Es una de las mejores novelas que leí en mi aún corta vida, por no decir que fue la mejor. debo confesar que no pare de leer hasta llegar al final del libro dejando de comer y de hacer mis deberes, en verdad me tenia encantada, especialmente las maldades que cometia con mucha frialdad lucy, la guerrilleta, la chilenita o como quieran llamarla al pobre de ricardito , el niño bueno, que la amaba como un becerro a pesar de que la niña mala buscaba satisfacer su codicia junto a otros hombres. Pero finalmente triunfo el amor y ella aceptó que tambien lo amaba con locura aunque para eso ya tenían mas de 50 años, pero nunca fue tarde. Muy buena novela les recomiendo a todos que la lean y se deleiten de la originalidad de el grande : "Mario Vargas Llosa".

Anónimo dijo...

este libro es el favorito de la persona a quien mas yo amo y es una historia de amor fantastica me encanta puesto que yo soy como el protagonista que siempre te seguira los pasos

Anónimo dijo...

0o0la..!!
teng0o0 16 añitos.!!
y lei sta obra! .. osea es lo maximo0o!!
al principio me parecio algo morbosa y to
pero na ps es lo maximo !!
de hecho por la recon..!!!
el autor es lo maxim0o0!!
osea only..!!!!


_________Cªmu(U)u..!!___________

Anónimo dijo...

Y nadie ve el racismo de este libro? son ciegos, o es que creen que es normal que el mensaje del libro se: 1.Solo se se puede confiar en otro latinoamericano porque los ingleses son aburridos y los franceses unos codos? 2. Los japones son yakuza y unos pervertidos sexuales. 3. Los "africanos" no nigerianos,pero africanos son violadores viciosios que traen la SIDA. Menciona su raza tantas veces que no pude leer mas. Que estereotipos tan cansados!Verguenza debia tener Vargas Llosa por esta basura. A ver si podria regalar este libro a un joven negro que quiere aprender del mundo?
Ademas aunque se trata del clasicismo, "la nina" es la personaje mas desagradable que haya leido en anos. Asi piensa Vargas Llosa de los no ricos?

Con lo sofisticado que sea Vargas LLosa como es posible que escribe un libro tan provincial y racista?

Pero, tristemente, estoy dando cuenta que la mayoria de la literatura latinoamericana esta lleno de estereotipos y un racismo viciosos en especial en contra de los negros.

Releanlo y diganme que mensaje positiva trae este libro.Lady Anon

JAIME dijo...

Sin duda alguna,Mario Vargas Llosa plasma en esta magestuosa obra su versatilidad como autor.
Soy un estudiante universitario que se a cautivado con la obra,es la segunda ve sque la leo y a causado en mi la msima impresion k de hace dos años,claro ahora entiendo una que otra expresión erotica que no entendi a los 15.
Sin mas que decir me despido aplaudiendo esta magnifica obra.
JAIME

OMAR - CAJAMARCA dijo...

Nunca había tomado interés por Mario Vargas LLosa, solo hasta cuando un amigo me hablo y me presto el Libro en discusión, el primer capítulo me mostro la perspicacia del autor, y a cada paso que daba me fui volviendo un paranoico. Pensando me fui a dar cuenta que todos tenemos una historia similar en la vida; y se puede mostrar diversos contextos como el de una mente que busca consuelo en una paliza mental que el mismo se la propicia. Ojala pueda leer más de este autor increible, pues a sacado mucho que tenía perdido.

Anónimo dijo...

hola bueno yo recien voy leyendo hasta el capitulo 3 y pz me parece un obra muy interesante

Doris dijo...

Definitivamente esta obra ha besado mi alma.

ALEXANDER. dijo...

EXELENTE NOVELA DEL GRAN MARIO VARGAS LLOSA,PARA LOS ROMANTICOS,PARA LOS CREEMOS EN EL AMOR EN CUALQUIERA DE SUS FORMAS,UNA NOVELA Q TE ATRAPA DE PRINCIPIO A FIN,GRANDES RECURSOS LITERARIOS DEL MAESTRO DE LA NARRATIVA HISPANOAMERICANA,UNA NOVELA Q TE TRANSPORTA A UNA EPOCA Y TE HACE VIBRAR CON CADA LINEA,GRANDE VARGUITAS GRACIAS POR ALEGRAR LOS DIAS DE MI JUVENTUD CON SUS NOVELAS.

Unknown dijo...

Fue un libro que captó toda mi atención, y logró que me enamorara de la lectura. Cada vez que lo tomaba, me sumergía hasta encontrar el desenlace de cada historia dentro de el. Si bien hubo momentos en que sentí forzada la trama, en general fue una novela cautivante.

gelymer dijo...

La novela es rica en descripciones que hace de ambientes.Son grandiosas todas las aventuras Que hace pasar Omilda al pobre Ricardo que vive toda una vida enamorado de ella.ES SENSACIONAL ES UNA NOVELA ROMANTICA SE LAS RECOMIENDO.

Anónimo dijo...

REALMENTE GENIAL ESTA OBRA, DE VERDAD HAY MUCHA ENSEÑANZA EN LA NOVELA QUE GRACIAS A UN GRAN AMIGO PUDE TENER EL HONOR DE LEERLA . SE LA RECOMIENDO Y ESPERO QUE SAQUEN MUCHAS CONCLUSIONES DE ESTA VERDADERA OBRA...

Fiorellita dijo...

Con esta novela, he reido, he llorado, he renegado, me he enamorado, me he apasionado y he aprendido. De verdad es una excelente novela, que conjuga tantos sentimientos que logra introducirte en la trama, y bueno aunque parezca raro logra incluso q t identifiques con la historia, pues creo q todos hemos atravesado alguna confusion o hemos amado de manera extrema a alguien. La recomiendo es simplemente EXCELENTE.

Anónimo dijo...

He le{do la obra completa. Es cierto que el tema principal como el mismo autor lo dice es el amor masoquista y creo que es lo que intenta narrar a través de de toda la novela, Ricardito es el tipo de hombre o mujer que muchas veces se arrastran y mendigan el amor y Mario lo hace de una forma fenomenal como nos tiene acostumbrado . Por otra parte es una novela sencilla y llena de mucho dramatismo

replicante dijo...

Me ha encantado. Aunque parezca increible la actitud de la niña mala, os aseguro que hay personas que funcionan asi, yo personalmente conozco a una , egoismo personificado. El retrato es perfecto.

Un sobresaliente para el autor, por esta historia tan bien escritahily

Anónimo dijo...

hola tengo 15 años y este es el primer libro que leo de mario vargas llosa es un libro que me tuvo muy entretenida..desde ver como la niña mala podia tener el corazon tan frio hasta seentirme identificada con la historia por que quien no ha ido como borreguito cegado por el amor? ademas de como se describen todos los lugares madrid,paris,tokio
en fin un libro muy interesante y recomendable

Anónimo dijo...

ME ENCANTO , ES LA MEJOR HISTORIA DE AMOR,TAN IMPACTANTE ,ROMANTICA DRAMATICA Y FUERTE ME HIZO LLORAR EN MUCHAS OCACIONES DE ALEGRIA DE RABIA DE AMOR,REALMENTE ESTE ESCRITOR PERUANO ES EL MEJOR DEL MUNDO ,DEBERIAN LLEVAR ESTA HISTORIA A LA PANTALLA GRANDE SERIA UN SUPER EXITO.
Christel.

Anónimo dijo...

QUIERO UN RICARDITO SOMOCURSIO...POR FAVOR!!!! IMPOSIBLE DE ENCONTRAR ESE AMOR TAN PERO TAN VERDADERO,CHICOS INOCENTES LLENOS DE AMOR,A EL SOLO LE IMPORTABA DAR Y NO RECIBIA NADA A CAMBIO LA MALDITA NIÑA MALA PUTITA PERO AL FINAL TUVO CORAZON ,NO SOY UNA NIÑA MALA PERO AL LEER ESTA HISTORIA ME IDENTIFIQUE CON LA NIÑA MALA QUE AHORA QUIERO SER UNA JAJAJ,SOLO SI ENCUENTRO A MI RICARDITO.

Anónimo dijo...

esa historia de amor fue la mejor q aya escuchado ricardo es un hombre enamorado como un becerro de lily la chilenita donde le hace el amor cada vez q puede es imprecionante habla de sexo encuentro y desencuentro en muchos paises dolor pasion y muchas cosas mas se encuentran en esa novela yo la verdad me indentifique con la niña mala porq me paresco un poquito a ella pero necesito un ricardito q me haga el amor¡¡¡ jaja

Anónimo dijo...

la novela me parecio impresionante la niña mala es un personaje exitante porq me identifique con el personaje ricardo esta enamorado de ella como un becerro y le hace el amor cada vez q puede esta historia de encuentro y desencuentrado lo trae a el a vivir una aventura exoctica necesito un ricardo q me haga el amor¡¡jaja

JESUS CASTREJÓN PALOMINO dijo...

ES EXTRAORDINARIA LA CAPACIDAD QUE TIENE EL FLAMANTE NOBEL DE LITERATURA PARA RECREAR Y MEZCLAR MAGISTRALMENTE LA FANTASÍA CON LA REALIDAD. ES UNA DE LAS NOVELAS QUE MÁS ME HA IMPACTADO Y SEDUCIDO. SIN DUDA ES EL LIBRO QUE TODOS DEBEMOS LEER. GRACIAS MARIO VARGAS LLOSA, ERES UN VERDADERO GENIO...

Anónimo dijo...

EXCELENTE LIBRO, como la mayoria de libros de Mario, me ha entretenido y atrapado de principio a fin, y como no... me he sentido identificado en algo con el pichiruchi :) GRANDE MARIO!

buscador

Anónimo dijo...

Yo recien lo estoy leyendo y me estoy enamroando de la obra como puede él amarla tanto y como ella puede ser tan fría. No voy ni en lka mitad pero me gusta me voy me voy ha leeerla

Anónimo dijo...

una de las mejores novelas que eh leido, claro, esta novela narra el profundo amor de nunca acabar de ricardo, ese amor al que siempre recordamos, muy buena :) ( te amo jhosie)

KOMATSU dijo...

esta novela es muy especial para mi pues describe casi identicamente al amor de mi vida, gheraldyne, es una magnifica novela.

Anónimo dijo...

gracias¡¡¡¡ este es el mejor libro de amor, gracias por darnos la pauta para relacionarnos y entender el amor verdadero¡¡¡¡

Anónimo dijo...

HE LEIDO MUCHAS NOVELAS ROMANTICAS DE DIFERENTES ESCRITORES, TODOS MUY BUENOS,PERO ES LA PRIMERA VEZ QUE LEO A VARGAS LLOSA, ME ENCANTO SU NOVELA Y SOBRE TODO LA FORMA DE COMO ALGUIEN PUEDE VIVIR ESE AMOR.CONSERVO EN MI COLECCION DE NOVELAS LAS TRAVESURAS DE LA NINA MALA Y PENSAR QUE SOLO LA COMPRE UN DIA DE ABURRIMIENTO.

CAROLA dijo...

las travesuras de la niña mala es un libro simplemente buenísimo, me encantó la historia.El libro tiene algo que te sumerge tanto en él, que te hace vivir la historia tan profundamente. Es un libro alucinante,por momentos me brotaban muchas lágrimas, nunca un libro me llenó tanto como este. Todos mis sentimientos los sentía a flor de piel.ES UN ORGULLO QUE MVLL SEA UN NOBEL PERUANO.

Carlos Ernesto Alvarenga Arias dijo...

No creo yo que sea una novela mala, estoy seguro que es una novela mala en comparación a muchas que tocan el tema del amor no correspondido, la aventura, la lascivia.
Cuesta retenerla en las manos y en comparación con otros libros del autor, es realmente un pasquín sin el anonimato.
Me encanta poder tener a la mano las apreciaciones de semejante monstruo de la literatura, sobre eventos tan importantes e interesantes que si no fuera porque el mismo Mario señaló que era novela de amor, diría que la historia cansina de Ricardo y Lucy es más bien secundaria si no una excusa para brindarnos su punto de vista sobre la sociedad peruana entre dictaduras, la europa de antes y después del movimiento hippie, etc.

Anónimo dijo...

esta historia es muy linda..y special para mi con amor para josimar rondinel luna vic
toria

David dijo...

Es un libro muy interesante, la historia esta escrita en una manera simple que tambien demustra el lenguaje elegante de este gran autor. La historia, aunque un poco cruel para Ricardo, es bella, ya que demuestra que a pesar de las aventuras y la vueltas que da la vida, el amor siempre perdurara. Es mi primer libro del Sr. Llosa, y quede gratamente impresionado. Es una autor genial, un gran orgullo para Latino America.

jenucam dijo...

Soy ecuatorian, y apenas acabo de leer el libro, lo que me asombra es toda una vida dedicada aun solo amor y aun solo desprecio al mismo tiempo.

jenucam dijo...

Saben lei muchos de los comentarios que hacen, y aunque muchos tienen razon acerca del racismo y todo, eso, tambien pienso que el amor que Ricardo siente, independientemente de que se lo devuelvan o no, es lo que nos engancha. En este mundo de apartheid que hemos costruido dentro de nuestras familias, de nuestras parejas, de nuestra vida. Amar sin precuparte de que te amen. Reitero que me gusto mucho y no pude parar hasta terminar de leer, es el primer libro que leo de Vargas Llosa, conseguire otros porque me gusto mucho la froma de escribir que tiene.

Girl :) dijo...

Esta Obra me llamo la atencion y pues la tengo que exponer aun no la leo pero estoy ansiosa porque al parecer es muy interesante :)

Carliita Padiilla dijo...

De verdad q es tremenda novela, fue muy adictivo leerlo, yo misma me sorprendí en darme cuenta q leí como 20 paginas en poco tiempo y termine el libro bn rápido, dejaba de comer y de hacer lo q tenia q hacer por prestarle atención a esta novela tan profunda, me reía, lloraba, me quedaba sorprendida de lo q hiba descubriendo mientras leía, sin duda el mejor libro q he comprado, el mejor de los q he podido leer... TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA...

Anónimo dijo...

En una sola frase, un fuera de serie

Unknown dijo...

Yo no soy una persona que lea mucho (me da pena admitirlo) sin embargo últimamente he sentido unas ganas enormes de leer...entonces me recomendaron leer este libro: Travesuras de la niña mala...
Ustedes me recomiendan este libro para empezar a leer?

CR2 dijo...

termine de leer a obra y realmente me gusto (la parte erotica sobre todo), bueno para mi esta obra trata del amor masoquista... quede asombrado ya que no me puedo imaginar a un hombre que aguante todas las cosas que hizo la niña mala por amor , pero debo suponer que existen jovenes como ricardo ... les recomiendo esta lectura ya que es muy entretenida en todos lo aspectos...

Anónimo dijo...

creo que pachoncito no es un cuy, sino un hanster gigante

Anónimo dijo...

Tengo que hacer un trabajo sobre la niña mala, pero me da mucha fiaca leer y tengo menos de 4hs para entregar. Estoy al hornoo me quiero matarrrrr...

Anónimo dijo...

Tengo que hacer un trabajo sobre la niña mala, pero me da mucha fiaca leer y tengo menos de 4hs para entregar. Estoy al hornoo me quiero matarrrrr...

ghigermo dijo...

Querida Lady Anon, me parece que no entiendes que una novela no es un artículo de opinión, no puedes calificar la literatura latinoamericana de racista, ni al autor de racista, en todo caso deberías calificar a los personajes de racistas y a los latinoamericanos de racistas, una novela no debe ser nunca un compendio moral, si lo fuese sería una mala novela. Las novelas deben ser realistas no idealistas y yo como latinoamericano te digo que el racismo allá está muy extendido y que se refleje en la novela me parece genial, eso la hace creíble y buena, aunque los protagonistas sean los racistas o machistas, espero haberme explicado, si lo que buscas es elevación espiritual y moral existen otros libros.

Unknown dijo...

No era lucy, era lili